CAPÍTULO 2

El aire de la habitación era frío, sentía un gran dolor en la cabeza. Me levante de mi cama y con los ojos aún cerrados fui a la puerta para ir al baño, estaba cerrada; fruncí el ceño. La habitación en la que estaba no era la mía, esa parecía más la de un hospital o un psiquiátrico. El cuarto estaba pintado de un triste y deprimente gris, la cama estaba en una esquina de la habitación y en otra había un pequeño buró del mismo color que las paredes, encima de el estaba un plato con comida caliente y un vaso de agua con unas pastillas al lado. Una pequeña ventana estaba situada en la alto de la pared en la que estaba recargada la cama.

Me acerqué al buró, abajo del vaso había una nota. Las letras estaban hechas por una máquina de escribir antigua.

"Come, te sentirás mejor."

Claro que estúpida soy, esto debe ser un sueño, nada malo va a pasarme. Agarre el plato y me fui a sentar a la cama. Cuando termine me tome las pastillas; era un sueño tan aburrido y sin sentido, nuevamente me acosté en la cama y a los pocos minutos me quede dormida.

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Un pasillo obscuro y sucio se abría enfrente de mi, había varios cuartos de los cuales salían voces de mujeres; unas escaleras de madera vieja daban a una puerta enorme. En uno de los cuartos se escucho un grito seguido de un gran golpe, instintivamente corrí a ver que era lo que estaba ocurriendo.

En el centro del cuarto había una camilla llena de sangre y cables, una de las paredes estaba llena de aparatos de tortura; el cuerpo de una mujer estaba tirado en el suelo justo atrás de un pequeño escritorio en una de las esquinas del cuarto. Un hombre blanco y alto paso a mi lado con una sierra, la mujer aún estaba viva a pesar de todos los golpes y cortadas profundas que tenía por todo el cuerpo. El hombre dejó la sierra sobre el escritorio y se empezó a quitar el pantalón.

-¡Aléjese de ella maldito pervertido!- grite y el hombre me volteo a ver con una mirada tan extraña, me sonrió y me empezó a perseguir. Salí corriendo de la habitación y fui a uno de los cuartos que estaban abiertos, trate de cerrar la puerta pero él le dio una fuerte patada a la puerta haciéndome caer al suelo. Se acercó a mi y me agarro fuertemente las dos manos poniéndolas arriba de mi cabeza, su otra mano se paseaba lentamente por los botones de mi camisa. La única parte de mi cuerpo que podía mover libremente era mi cabeza. El hombre bajo mi pantalón y...

Abrí los ojos de golpe y me levante de la cama, estaba sudando y me había arañado los brazos. Todo habría estado mejor si hubiera despertado en mi habitación; aún estaba en esa maldita habitación de mierda. No sabía que demonios estaba pasando y aunque no quisiera perder la paciencia esa habitación me ponía los pelos de punta.

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Había caído a la cuenta de que esto no se trataba de un sueño, no tenía idea de como había llegado a ese maldito lugar; durante todo el día me estuve presionando para recordar a detalle todo lo que había pasado el día anterior, o la semana pasada, ni siquiera sabía cuanto tiempo he estado aquí. Los pocos recuerdos que tenía del último día que estuve en el restaurante eran muy borrosos y no me servían de mucho que digamos, estaba cansada porque parecía que estaba dando vueltas y vueltas y no podía llegar a una conclusión que me explicara como chingados había llegado aquí. Pase mis manos por mi pelo y jale fuertemente de ellos.

-Ten cuidado, puedes lastimarte- di un brinco del susto, un hombre estaba parado en el marco de la puerta, ¿Cómo fue posible que no escuchara la puerta abrirse? El joven era alto y con un poco de masa muscular en los brazos venosos, el pelo le caía sobre la frente y le hacía ver la cara más chica, su piel era muy blanca y eso resaltaba las pecas que tenía por toda la cara, sus ojos obscuros no demostraban emoción alguna.

-¿Quién es usted?- le pregunte abrazandome de mis rodillas en la esquina de la habitación.

-Tranquila, en este momento no tengo la más mínima intención de lastimarte, solo quería saber si mi invitada se estaba acomodando bien en su habitación nueva.

-¡De acuerdo chicos, de verdad caí en la broma!¡¿Ya me pueden dejar ir?!- grite, esperaba que los chicos salieran de cualquier lado riéndose a carcajadas por la broma, pero no paso nada.

-Esto no es ninguna broma Abigail, y tus amigos no tienen nada que ver con esto- lo dijo con tanta tranquilidad que me dieron varios escalofríos, me había quedado sin palabras.

-¿Qué es lo que quieres de mi? Dinero no tengo y tampoco...

-Te quiero a ti- me interrumpió de golpe, eso pudo haber sonado romántico en otro contexto pero sin duda en este se escuchaba raro, quede con la boca abierta y mirándolo fijamente-. Tarde mucho tiempo en encontrar una mujer como tú, eres fuerte y sé que lograras pasar todas las pruebas.

-¿Pruebas?- creí haber escuchado mal pero cuando asintió pude sentir como me quedaba sin aire.

-No te preocupes, como ya te dije eres fuerte y las pasaras todas.

-¿Y qué ocurrirá si no lo logró?- se quedó callado pensando su respuesta.

-Tienes que pasarlas porque si no lo haces acabaras como las demás, y no quiero eso para ti, eres muy bella.

-¿Las demás?- quise saber pero él no contesto.

-¿Te gustaría que te trajera unos libros?¿juegos de mesa?- se acercó y me ofreció una bolsa que traía en las manos para dejarla en la cama - Hay unos cuantos libros para que no te aburras durante tú estancia aquí.

-¿Porqué haces esto?¿Qué tengo que ver yo con lo que tú quieres?- una y otra vez me decía en mi cabeza que esto era un mal sueño, que esto no puede ser real. El chico se acercó a mi y con un poco de fuerza me agarró de la barbilla.

-¿De verdad no lo sabes? Veo que te gusta hacerte la que no sabe nada, ¿acaso no me recuerdas? De verdad que eres patética ¿cómo es siquiera posible que me hayas olvidado, de acuerdo- primero su voz se escuchó molesta pero terminó riendo -. Esto va a ser más interesante de lo que imaginé.