Nuevamente escuché la alarma sonar, debía levantarme e ir a la escuela. Desayuné en casa, mamá preparó unas deliciosas tostadas.
Al llegar a la escuela lo ví de nuevo, su estúpida risa se escuchaba por todo el pasillo.
- Pequeña Soso, ven aquí, quiero hablar contigo.
- ¿Qué es lo que quieres?- le dije mientras mantenía una cara seria y un tono de voz cortante.
- ¿Has hecho la tarea de lenguas? La he olvidado por completo y no tuve tiempo de hacerla.
- Sí Mark, la he hecho, pero por ningún motivo te daré mis apuntes. Deberías de comenzar a preocuparte por tus estudios y dejar de molestarme.- me fui de ahí realmente molesta, Mark nunca deberá preocuparse por sus estudios o calificaciones, él tenía todo resuelto, cuando termine la universidad simplemente su padre le dará su empresa y él la dirigirá sin más.
Regresé a casa nuevamente, mamá no estaba y en su lugar encontré una nota.
He tenido que doblar turno hoy cariño, dejé comida en la nevera, recuerda no pasarte del tiempo.
Cuídate cielo.
Nos vemos en la noche.
Supongo que comeré sola otra vez. Me dirigí a la nevera y calenté la comida, moría de hambre y la comida se veía realmente deliciosa. Acabé y lavé todo. Estaba apunto de comenzar a jugar videojuegos cuando veo un pequeño bulto moviéndose en mi cama.
- No pequeña, te caerás de la cama.- corrí para sostenerla y así evitar que caiga. La subí nuevamente a la cama.
La pequeña solo me miró, alzó sus orejitas y siguió jugando.
- Koongie, te he dicho que no juegues en la cama, siempre te terminas cayendo.- no me serviría de nada decirle, nunca me entendía.
Y fue cuando recordé que ayer se le acabó el último saco de alimento y debía darle de comer. La bajé de la cama y tome el dinero. Me vestí con una sudadera ya que solo tenía una blusa de tirantes pequeña y no me gustaba que se me viera la piel demás, solo en casa vestía con blusas o shorts pequeños.
Llegué a la pequeña tienda que se encontraba cerca de casa y pedí un kilo de croquetas para koongie, el chico que me atendió me miraba un poco raro.
- Aquí tienes bonita, son $25.- dijo mientras me extendía la bolsa llena de croquetas.
- Gracias y por cierto, mi nombre no es bonita, no me llames así.- le dije y me fui de ahí.
Tenia sed y en casa no había agua, mamá olvidó comprar la última vez así que fui al supermercado y de paso tomé una tutsi pop, era mi paleta favorita. Me dirigí a la caja y él estaba nuevamente ahí, con esa linda sonrisa.
- Buenas noches.- dijo amablemente.
- Buenas noches.- solo eso le respondí
- Serían $15 en total.
Pagué y estaba apunto de irme pero él habló.
- Toma- dijo mientras me tendía la mano. Tenía un llavero en forma de estrella, era lindo.- Es un llavero por cortesía de la tienda, es para nuestros clientes frecuentes.
- Gracias.- le dije y salí de ahí.
En todo el tiempo que he ido al supermercado nunca han dado regalos a los clientes o algo por el estilo, además que en el llavero no se encontraba el nombre de la tienda o mínimo su eslogan. Me pareció algo extraño pero sin pensarlo más simplemente caminé hasta casa y al llegar colgué el llavero en mi billetera.
∆
Me desperté nuevamente, ya habían pasado varios meses desde que el chico de la tienda me dio el llavero. Nos encontrábamos en inicios de invierno y era indispensable salir de casa con una chamarra bastante grande y abrigada, el frío siempre nos pegaba fuerte y por eso amaba esta época del año. Luego de ducharme y vestirme el uniforme, me dirigí al comedor y desayuné.
Llegando a clases solo me digne a prestar atención y tomar apuntes. La directora entró al aula, era extraño, casi nunca veíamos a la directora.
- Buen día jóvenes. Estoy aquí para felicitar a una de sus compañeras ya que es una de las mejores, no solo de su clase, sino de la escuela. Ella tendrá la oportunidad de asistir a las olimpiadas del conocimiento y nos representará a nivel escolar. Denle un a aplauso a su compañera Lee Soojin.
- Muchas gracias, prometo no defraudarlos y ganar en las olimpiadas.- dije y me volví a sentar.
Mentiría si dijera que me sorprendí cuando la maestra dijo que yo representaría a la escuela, siempre fui de tener las mejores calificaciones, era algo así como una persona perfeccionista y super dotada. Las paredes de mi habitación están llenas de reconocimientos y diplomas de todos mis campeonatos. Mis calificaciones siempre fueron de 100, nunca faltaba a clases y también era la favorita de la mayor parte de los maestros.
Llegué a casa y solo me dirigí hacia mi habitación, debía estudiar para las olimpiadas, no puedo irme de ahí sin ganar. Estudié un total de 6 horas, eran casi la 1 de la mañana, no me preocupaba pues el día siguiente sería sábado. Me duché, vestí mi pijama y me dirigí a la cama para poder dormir.
Por fin era el esperado sábado, me mantendría todo el día mirando la televisión mientras como helado y botanas. Mamá nuevamente trabajaría todo el día así que solo me vestí para ir al supermercado y comprar todo lo necesario para mi querido sábado.
Al llegar me tardé un par de minutos para escoger lo que de verdad comería porque luego mamá me regañaría por comprar demás. Después de meditar un largo rato, subí todo lo que en verdad comería al carrito de compras y me dirigí a la caja para pagar. Él estaba ahí, con su gran sonrisa esperando a que yo me acercara para pagar.
- Buen día.- dijo.
- Buenos días.- respondí sin mirarle.
Cuando estaba a punto de tomar la bolsa de papas fritas para acercarla a la barra, él también la tomó, nuestras manos chocaron y yo sentí una corriente, se sentía realmente horrible, odiaba sentir esto cada que me tocaban. Aparté la mano rápidamentey él pareció no notar mi incomodidad, o bueno, eso creí.