Oficialmente, soy la esposa de Nicolás Solimano. ¿Cómo ha sido mi boda? En pocas palabras: horrible. Apenas Nicolás firmó el acta de matrimonio, se fue. Su padre lo intentó detener y casi discuten sin importarles los invitados, afortunadamente mi padre intervino, logrando dialogar, ganando mi esposo. No sé a dónde estará, solo espero no verlo en mi nuevo hogar por varios días, me ahorraría mucha molestia.
—¡Thamie!
—Dime, pequeña.
—Mi abuelito me dijo que hoy iríamos a casa, ¿vamos a vivir con él? —Sus ojitos se iluminan.
—Así es.
—Me gusta la casa de tus papás, pero extraño la casa de mi abuelito. Thamie, cuando estemos ahí, te enseñaré mi habitación, es muy bonita —asegura con mucha emoción.
—Estoy ansiosa por verla —acaricio su mejilla.
—Thamie, mi abuelito me dijo que eres la esposa de mi tío, eso te hace mi tía. ¿Estás feliz de ser mi tía?
—¡Claro que lo estoy! —Me acuclillo— Lo más lindo de esta unión, es que voy a poder estar cerca de ti, como tu tía.
—Te quiero, tía Thamie —me abraza, sintiendo un poco de fuerza en su abrazo.
—Y yo a ti, Sophie —esta pequeña, tiene el don de ganarse el cariño de las personas en muy poco tiempo.
Tras la culminación de mi ceremonia tuve una sería conversación con mis padres, ellos siempre han sido de mentes abiertas, por lo que no era la primera vez que hablábamos de sexualidad. Como me lo esperaba, tenían miedo de que me obliguen a hacer algo que no deseo, por lo que me hablaron de leyes, para que amenace a mi esposo si se le ocurre sobrepasarse.
Al culminar esa plática, abracé muy fuerte a mis padres. Después fui a buscar a mi hermano, quien después de prácticamente bañarme en desinfectante, me dejó abrazarlo, diciéndome palabras bonitas que llenaron de mucha calidez mi corazón. Y así, con una sonrisa, tomando la mano de Sophie salí de casa. No era cosa nueva que hacía, pero había algo que marcaba la diferencia de mi ida, algo que la hacía distinta, ese algo es mi título como la señora Solimano.
—Bienvenida a tu nuevo hogar, Thamie —dice con una gran sonrisa, mi ahora suegro.
—Gracias.
Observo la mansión que me recuerda a la casa de mis abuelos paternos; es gigante. Todo lo que hay en este lugar me trasmite tranquilidad. Su estilo de arquitectura es tan delicado y elegante.
—Te daría un tour, pero intuyo que has de estar cansada —confirmo levemente con mi cabeza—. Te guiaré a la habitación de Sophie...
—¡Yo la guio, abuelito! —Pide feliz.
—Está bien —sonríe, enseguida Sophie toma mi mano.
—Vamos, tía Thamie —casi corriendo me hace subir la escalera.
El señor Neil fue a visitar a Sophie todos los días, en unos de esos aproveché para contarle sobre la ayuda psicológica que está recibiendo de mi madre, que duerme conmigo y sobre todo que, hay noche en la que se levanta llorando. Él entendió, y no tuvo problemas con que yo compartiera habitación con su nieta.
—Tía Thamie, esta es mi habitación.
Sonriente abre la puerta, visualizando una habitación muy bonita, llena de peluches, juguetes, luces con forma de estrellas que combina con el color rosa palo. Con solo verla, se siente muy acogedora.
—Es muy linda, es como la habitación de una princesa —manifiesto encantada.
Ella comienza a recorrer su habitación, deteniéndose en el velador, donde hay portarretrato de ella y sus padres. Notando el gran parecido que hay entre el padre de Sophie y Nicolás.
—Tía Thamie... —hace un puchero—, yo extraño a mis papás —rápidamente, voy hacia ella.
—Extrañarlos es normal, esto va a pasar muy seguido... —las lágrimas se deslizan por sus mejillas— Sophie, tu corazoncito puede doler por mucho tiempo. No es fácil resignarnos a una partida... Habrá días donde tu corazón se sienta tranquilo, otros donde sentirá apretones, pero en cada día prometo que estaré a tu lado, y haré que te sientas mejor —limpio sus lágrimas.
—Quédate conmigo, siempre, tía Thamie.
—Me quedaré siempre contigo, Sophie.
La abrazo, sobando su espalda, mientras escucho su llanto. A pesar de su corta edad, Sophie ha entendido el significado de la palabra "se fue al cielo". Espero que su corazoncito y mente asimilen rápido todo lo ocurrido, y pueda aprender a vivir con la ausencia de sus padres. El duelo es difícil para todos, y un niño no es la excepción.
—¡Sophie, mi niña! —Dejo de abrazar a la princesa, procediendo a mirar a su abuelo—. ¿Por...?
—Es normal... Usted más que nadie sabe que este proceso no es fácil —asiente con tristeza, y enseguida se acerca a su nieta, dándole cariño.
—Quisiera evitarte todo esto, lamentablemente no puedo hacerlo —suspira—. ¿Hay algo que quieras hacer?
—Abuelito, quiero ver a mis papás... quiero que me lleves a donde ellos están —mi corazón se estruja.
—Lo haré, pero dame unos días.
—Está bien. Te amo mucho, abuelito —se abrazan mutuamente. Admiro mucho la valentía de Sophie.
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Editado: 20.01.2024