No Abrió sus ojos nuevamente, sintiendo que la calidez se desaparecía nuevamente de él. La boca que antes se había unido a sus labios en un suave beso se apartó. Suspiró, más para sí mismo que para la persona frente a él, y la observó reconfortado, pero un tanto insatisfecho. Sabía que estaba siendo bastante egoísta al respecto; sin embrago, no lograba evitar pensar en que ya era suficiente el tiempo de espera...
No. ¡Calmate YoonGi! Se dijo, tratando de controlar sus deseos. Parecía un adolescente dejándose llevar por las hormonas. Necesitaba ir despacio con ella y no estropear las cosas como siempre solía hacer.
No era una persona particularmente paciente. En cambio, con esa hermosa mujer frente a sí, todo estaba cambiando de a poco. Era tan especiam...
La miró desde arriba.
Aún mantenía sus párpados cerrados y la capa de labial se le había embarrado un poco. Imaginaba que su boca estaría igual en la misma condición.
Pasó el dedo pulgar suavemente por el carnoso labio inferior, deslizándolo a la comisura para retirar el color en ese lugar.
—Vamos a comer?— preguntó la castaña, empleando una sonrisa tierna. El pelinegro alzó los ojos de los de ella, correspondiendo con una tenue sonrisa Y asintió, viendo cómo la susodicha se conducía a la pequeña cocina.
La vió abrir y cerrar la alacena, remover en las ollas, y ser dueña de la cocina que él no sabía usar solo que para hacer un té o un Ramyon. La vió colocar los cuencos en la mesita frente a él e invitarlo a sentarse con ella.
Realmente no se acostumbraba del todo a ver a una mujer desenvolviéndose de esa manera en casa. Le causaba un poco de nostalgia la manera en la que ella lo mimaba, ese específico día todas las semanas y le gustaba mucho. Le gustaba demasiado.
Tomó entre sus dedos los palillos y probó el primer bocado. Saboreó un poco más antes de tragar y cerró los ojos de puro placer.
—Está muy rico. De verdad gracias por esto.— expresó, dejándose llevar por el entuciasmo y soltando su sonrisa hacia la chica, que se sonrojó evidentemente.
—No tienes que agradecer, Oppa. Lo hago porque te...— la joven bajó la cabeza sin terminar las palabras, haciendo que su cabello castaño le cayera en la cara intencionalmente.
—Te quiero.
Yoon Gi no comprendía la actitud de la muchacha. Era normal que todo lo que hacía era por que se sentía enamorada. Ya con todas las citas que habían tenido, era lógico que estuviesen experimentando nuevos sentimientos. Se habían besado incontables veces, aunque él ponía todo el esfuerzo posible para no ir más allá por respeto hacia ella, pero en algún momento entendía que habría más. Entendía que esa relación no sería casual, pues se estaban involucrando demasiadas emociones en ello. Demasiadas cosas que aveces no entendía, pero que seguro tenían una respuesta.
Extendió la mano para acunar el mentón de la castaña y obligarla a verlo.
—Porque te sonrojas?— preguntó curioso. Sabía porque estaba de esa manera, pero necesitaba escucharlo de ella.
—Lo siento...— se limitó a decir, tomando un pedazo de carne y llevándolo a su coqueta boca. Yoon Gi suspiró.
—No tienes que disculparte por nada, pequeña. Yo...- inició llevando su mano a su cuello para frotarlo con nerviosismo. —También siento mismo.— soltó avergonzado. Lo dijo al fin, aunque no era su costumbre demostrar sus sentimientos; sin embargo, aquella joven se había adueñado de su corazón tan lentamente y había volcado su vida de una manera tan impredecible, que ya no se reconocía a si mismo.
Al menos no a quien solía ser.
Ella alzó su rostro colorado y le sonrió abiertamente. Sorprendida por las palabras de su oppa. La emoción la embargo a tal punto que olvidó que la comida estaba en frente suyo y se lanzó sobre el pelinegro, haciendo un desastre en la pequeña mesa.
El impacto fue aturdidor. Su pequeña emitió unos cuantos besos a su boca, cosa que lo tenía bastante tenso.
No se esperaba una acción tan potente de la mujer que le parecía la más tímida del mundo.
Sonrió, aún sintiéndose extraño por las palabras emitidas y a la vez como si su corazón fuera a explotar dentro de su pecho. Realmente era verdad. Era cierto. La quería demasiado. Tanto que dolía de una manera absolutamente deliciosa.
Sus ojos se encontraron. Y en ese momento el entusiasmo de Ha Na se esfumó, dejándole ver el intenso color rojo en sus blancas mejillas.
—Perdón, Oppa.— expresó con cara de tristeza. —Lamentó haber sido tan efusiva. No volverá a pasar.
Ha Na, que mantenía sus manos sobre el pecho del pelinegro. Trató de incorporarse sin hacer mucha presión para no lastimarlo. Era una tonta y lo sabía. Cómo se le ocurría hacer algo tan inmaduro? Yoon Gi la detuvo, sosteniendo con firmeza la parte baja de su espalda con su antebrazo. La otra mano se coló en su cuello, dirigiendo la cabeza contraria a unos centímetros de la suya.