Estaba recostado en la acolchada cama, con la mirada fija al techo. Había llamado hace unos minutos al número de Ha Na, pensando que posiblemente ella acudiría, se preocuparía por él o le prepararía una sopa de sus favoritas como hacía cada semana.
Quizá estaba demasiado ocupada con su familia y trabajo, que no podía prestarle atención. Quizá estaba molesta por no hablarle durante esos días, pero es que no quería que lo viera en la condición en la que se encontraba y mentir al respecto.
Dos años llevaban de relación. Una relación con sus altas y bajas, con sus dificultades. Todavía recordaba la primera cita que tuvieron, como la conoció. Era tan inteligente y hermosa, tan delicada como una flor. Siempre dispuesta a ayudar a los demás. Realmente la amaba, pero más que eso, admiraba su persona.
No conocía del todo a su familia, ella temía que su padre los rechazara, así que solo se limitaban a no darle importancia a esos detalles, a pesar de que lo estereotipos se encargarán de pisotear su vida cada segundo. Y de la parte de Yoon Gi, la vida que llevaba.
Se removió, incómodo. Aún le dolían las heridas. Seguía con un pómulo amoratado por los golpes. Su padre se estaba excediendo en demasía. Esa vez fue peor que la última y sinceramente estaba pensando que si cometía un error más nuevamente, las proximas serian aún más terribles. ¿Como aguantaba todo eso? Ni él mismo tenía respuesta a esa pregunta. Mucha aveces había divagado en ella. Si quisiera podía alzar su lado contra su padre, si quisiera podía matarlo allí mismo y no dejar huella. Podía hacerlo, pero no tenía el valor. El era la única persona de su sangre que le quedaba en el mundo. Una persona despiadada e infernal, que aún Con toda y su maldad una parte de él lo quería, y tenía esperanza de que todo en algún momento terminará.
También una parte de él era absolutamente masoquista y se complacia en estar a su lado. Todo aquello era enfermizo de una manera que no podía comprender del todo, que no quería entender porque sabía que no sería bueno para él.
Respiró y alzó su teléfono para realizar una llamada, haciendo sus pensamientos bipolares a un lado.
—Hola— respondió una voz profunda del otro lado.
—¿Cómo te sientes?— preguntó preocupado.
—Mejor, pero Ho Seok aún no despierta... — se quejó Nam Joon del otro lado y Yoon Gi resopló. Le dolía demasiado que su amigo estuviese sufriendo. Ya eran pasados dos meses desde el accidente. Nam Joon estaba en terapia para su pierna y Ho Seok aún batallaba en cuidados intensivos. Lo había visto unas cuantas veces. El moreno solo pensaba en que su amigo estaba por perder la vida y era su culpa.
—Nam Joon, hemos hablado sobre esto muchas veces. Por favor, tienes que dejar de pensar que todo esto es por tu culpa.
—Pero es que lo es, Hyeong— dijo alterado. —Si yo no hubiese tomado ese volante, él no estaría entre la vida y la muerte. Me siento miserable. Quisiera terminar con todo...
—¡Ya basta, Nam Yoon! ¿Es que no ves que yo estoy aquí? ¿Que tu familia lo está? Yo también estoy mal por todo esto. Está es una situación que salió de tus manos. Que no se te ocurra otra vez decir una cosa semenjate o te daré una paliza.— le advirtió con dolor. Lo estaba haciendo por su bien. Por el bien de los tres. Porque él mismo no soportaría la idea de perder a sus amigos de esa manera. No imaginaba que sería de él sin ellos. Sin las únicas personas que lo eran todo. Los que le mantenía cuerdo.
***
Nam Joon sollozaba tras el auricular. Las lágrimas caían por sus ojos como un mar y no era para menos. Su corazón estaba destrozado en mil pedazos y no valdrían los consuelos o los afectos en ese sentido. Sollozó nuevamente, dejando caer a un lado el teléfono que sostenía sobre su oreja. Yoon Gi, su querido amigo. Él se estaba esforzando para alentarlo ante lo inminente. Era un hombre que vivia una vida difícil y hasta ahora solo se propinia continuar de la mejor manera. Aunque, los recuerdos del pasado, la alianza con su padre y todo lo demás lo tenía en una doble personalidad que no sabía si tendría remedio en algún momento, lo apreciaba demasiado. Ho Seok y Yoon Gi eran los hermanos que nunca tuvo. Eran tan inseparables y ahora...
Alzó sus manos, para limpiar sus mejillas con el dorso de las mismas. Ho Seok era el alma de todos. Tan diferente de Yoon Gi y él mismo. Tan sonriente, animado, juguetón y molesto aveces. Pero brindaba todo lo que ambos no tenían en grandes cantidades. La persona más bondadosa y amorosa del mundo estaba en el lugar que él debía estar.
Se sentía furioso consigo mismo. Se odiaba por ser el causante de esa tragedia. Y juraba una y mil veces, que si moría, también el se iría con él.
***
Jimin lanzó una patada certera a la cara de su contrincante. Se sentía un poco cansado por el esfuerzo al que lo estaba llevando Jin con sus entrenamientos, pero entendía que todo era por un bien mayor. Siempre lo era, porque su Hyeong jamas se equivocaba.