Te vi un día de abril mientras hablabas con un amigo y se reían,
Te vi otro día y está vez, estabas sólo con tus pensamientos,
Te vi de nuevo otro día de mayo mientras cruzabas la calle e ibas deprisa,
Te vi unos días después y estabas con una chica y le sonreías, una hermosa y brillante, por cierto.
Luego de un tiempo, no volví a saber de ti, debido a que no fui más por ese lugar.
Y un día de agosto, distraída con mis pensamientos y mordiéndome los labios en el proceso, te acercaste y me dijiste:
«¿Como me gustaría probar el dulce néctar de tus labios?»
Quedé en shock y muy sorprendida, alcé la mirada lentamente a ti y,
Te vi observándome con una sonrisa en los labios, de esa que ya había visto antes y no pude evitar sonrojarme.
Y tú, al notarlo, tu sonrisa se ensanchó aún más y yo sólo me sonrojé más.
Entonces, me miraste fijamente y me preguntaste:
«¿Sería posible que me regalaras una sonrisa de esos hermosos labios carmesí?»
Y no pude más que hacer lo que me pedías, ya que era algo espontáneo e inevitable.
Luego, me invitaste a salir, y
Desde ese día te veo todos los días a mi lado al amanecer.