Cada veintiún de septiembre llega la primavera y con ella...
Las flores florecen.
Los árboles crecen.
Los frutos maduran.
La naturaleza hace una fiesta.
Y el Amor, está en el aire.
Pero había una flor que esperaba con ansias este día para mostrar su grandeza.
Pero sin saber qué fue lo que pasó, ella fue la única que no floreció y no pudo mostrar su esplendor.
Porque ella creía, que está vez, si lo lograría y no permitiría que se volvieran a burlar de ella.
Entonces...
Viendo como las demás brillaban y mostraban su belleza.
Fue marchitándose cada día que pasaba, hasta que perdió las esperanzas de que en algún momento iría a florecer.
Y sucumbió en la oscuridad de una forma tan profunda que ni a las flores, que viéndola en ese estado e intentaban subirle el ánimo, escuchaba.
Pero de repente algo sucedió...
Empezó como un cosquilleo y después se convirtió en una llama que la invadió en lo profundo de su ser.
Sin saber que le estaba pasando, salió de la oscuridad en la que estaba sumergida.
Y como por obra de magia desconocida, comenzó a florecer y florecer, hasta que se convirtió en la más grandes y bella flor que ese jardín haya visto crecer.
Una voz le susurró en ese instante, algo que jamás olvidaría ni en sus momentos más tenebroso.
Confía en ti y sólo en ti.
La magia de ser quién quieras, está en tu corazón.
Sólo depende de ti y sólo de ti,
Convertirte en la flor que quieras, que habita en tu corazón.
O ser esa que estaba hundida en la profunda oscuridad.
En tu corazón yace la magia de lo esplendoroso y de las amistades de las cuales te rodees, si son las indicadas. Tu tesoro.