Del amor y otros dilemas

Capítulo 8

Victoria maquilló sus ojeras en el baño de la compañía y salió hacia la sala de juntas donde el señor Méndez anunciaría el resultado. Evitó a Rómulo, sus llamadas y mensajes así como las piedras que lanzó a su ventana hasta entrada la madrugada y que solo detuvo cuando llamó a la policía.

«Soy solo yo en este mundo», pensó y camino con seguridad hacia la sala donde conocería su destino, tenía miedo, estaba nerviosa, pero estaba también segura de sus resultados y de lo que se esforzó junto con su equipo, sabía lo que entregó y aprendió, si eso no fue suficiente para conseguir el puesto ya no le importaba. Rómulo ya lo tenía arreglado.

Rómulo entró a la sala ojeroso con gesto nervioso y con la mirada insistente sobre ella. Se acercó con cautela.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó ayer? Lo siento mucho, quizás no debí, yo...

—A tu asiento. Va a comenzar la reunión —respondió cortante.

Él afirmó con la cabeza y se sentó junto a ella. Aún no entraba nadie más a la sala así que la tensión era muy fuerte entre los dos, tanto que ella no la pudo soportar más, aspiró aire y decidió poner en práctica lo que había aprendido con Rómulo: defender su lugar en el mundo, exigir explicaciones, dejar saber que estaba atenta y que no era solo una espectadora.

—¿Sabes qué, Rómulo? No eres más que otro tipo queriendo dominar el mundo, no me importa si ganas, creo que igual no tenía oportunidad, eres un falso y quiero que sepas que apenas anuncien el resultado me iré —espetó —, renuncio, no veré más tu cara falsa. Eres él más falso que conocí en mi vida, más que Fabián.

Él estaba impactado con los ojos muy abiertos.

—¿De qué hablas? Yo...

—Buenos días —Saludó Méndez y cerró la puerta de la sala —. Después celebrarán con la gente. Haremos esto ustedes y yo, mientras tanto.

Victoria tragó grueso y alisó su falda, no dejó de notar como sus manos temblaban,  cerró y abrió los ojos pudiéndose a sí misma soportar el momento sin colapsar.

—Soy todo oídos —dijo Rómulo con un dejó de nostalgia en su voz.

—Bien, hacer este experimento nos consiguió triplicar las ventas este mes, los felicito a los dos; excelente estrategia, Victoria, la replicaremos a nivel nacional, muchas gracias. Rómulo, no habríamos descubierto esta joya de no ser por ti, felicidades, serás un excelente gerente de talento humano —dijo extendiendo su mano hacia Rómulo que, sonrío con debilidad y asintió desviando la mirada.

«¿Qué? ¿Gerente de talento humano?».

Victoria se acomodó en su puesto y miró intrigada a los dos hombres. Méndez la miro sonriente y suspiró.

—Puedes dejarnos solos, Rómulo. Ve recogiendo tus cosas, puedes aprovechar de regresar conmigo a Valle verde.

Victoria vio a Rómulo salir de la sala sin volverse a verla y eso le dolió en el medio del pecho y la hizo sentirse débil, quiso llorar y sobre todo, quería comprender de qué se trataba todo aquello.

—Victoria —comenzó Méndez —, felicidades, eres la nueva gerente de operaciones de la ciudad. No puedo estar más orgulloso de ti y del resultado que has entregado. Rómulo tuvo razón, solo necesitabas un empujón, un incentivo.

—No comprendo —admitió sintiendo sus sentidos dormidos y el cuerpo entumecido.

—Parecías la opción natural, nunca antes decidí nombrarte de una vez porque honestamente me parecía que te faltaban habilidades para asumir el puesto, por ejemplo cuando te hablé de la competencia, ni estabas enterada, te dije que traería a Rómulo y no me dijiste:«¿Y yo?». Te faltaba ambición y eso en ventas, en operaciones para lo que hacemos es importante.

—¿Y qué cambió ahora? —preguntó aturdida.

—Rómulo competía por el puesto de gerente de talento humano, su proyecto era hacer de ti una candidata digna sin que siquiera lo notarás. Iban perdiendo los dos, pero de pronto, el sindicato estuvo de tu lado y te mostraste como toda una líder durante la competencia. Fue su idea ocupar el puesto que sabíamos que querías y no pedías para sacarte de tu zona de comodidad, un genio ese muchacho.

«No fue como pensaba, pero sí me engañó y me usó».

—Habría sido bueno que Rómulo hubiese sido honesto sobre su misión —dijo dolida con ella misma por haberse ilusionado con él.

—Lo sé, fue el método que él eligió, a su competencia no le fue también. Le prometí a Rómulo que le dejaría explicarte todo, todavía anoche me lo suplicó, pero no me aguantaba la emoción. ¿Estás feliz o no?

Sonrío por compromiso, el puesto era suyo, sin embargo no sé sentía feliz, se sentía un poco humillada y burlada, también se sintió ridícula porque todo aquello que vivió con Rómulo no fue más que una manipulación de su parte para conseguir el puesto que quería. Les habría ido muy bien a los dos sabiendo la verdad, él eligió engañarla y eso le dolió mucho.

«Hazte de hierro, Victoria, ellos actuaron mal, no tú, no tienes nada de qué avergonzarte y todo para estar orgullosa».

Se levantó y estiró la mano hacia el señor Méndez.

—No lo defraudaré.

—No espero menos, Victoria —respondió el hombre de muy buen humor —, vamos para que te despidas de Rómulo.



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En el texto hay: romance, enemigos, rivalidad

Editado: 29.11.2023

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