Después de faltar unos días al instituto, vuelve a caminar con su andar y su pelo cubriendo su rostro, como si su única misión fuera llegar hasta su mesa y continuar allí hasta acabar el día. Pensó que había cometido una locura, y estaba bastante segura de que volvería a atraer consecuencias fatales, pero no estaba arrepentida. Estaba cansada de ser un trozo de carne para chicos que sólo buscaban meter su "enorme" pene y exhibir sus actos como un macho.
Verdaderamente pensó que él quería lo mismo, pero se dio cuenta de que sus ojos eran demasiados inocentes, incluso para ella. Y era cierto, desde aquellos días, los ojos de pocas personas dejaron de ser inocentes. Él tenía ojos inocentes, no merecía ser vista por ellos. Prefirió actuar, pero estaba equivocada.
Esa nota amenazando con matarlo no fue suficiente para alejarlo del monstruo.