Delaney era una chica atormentada por el recuerdo de su secuestro, violación y atacada por las marcas de las quemaduras en su piel. Los psicólogos intentaron ayudarla, entendiendo cómo había sido tan atroz para asesinarlos de esa forma, pero nunca hablaron de que era una víctima, y no una asesina. Su madre la quería, aun sabiendo lo que había cometido. Ella sabía que su madre la temía, así que intentaba mantenerse lo más alejada de ella como le fuera posible. La quería con su alma, por ser la única persona que aún sentía algo de cariño por ella.
Fui testigo de cómo sus ojos cambiaron por completo cuando aquellos chicos la persiguieron con el coche, intentando "ligar" con ella para pasar un buen rato, sobre todo de cómo sintió el miedo cuando vio que había clavado aquel bolígrafo de su mano en el ojo del chico que intentó cogerla mientras le coche estaba parado.
Pude ver como su cuerpo actúo cuando sus amigos buscaron la venganza contra ella, sin saber lo que podría llegar a hacer. El chico con el cuello roto, el otro con el corazón apuñalado y seguido de varias puñaladas más. El último se desmayó, pero eso no evitó que ella cortase sus brazos y su cuerpo de arriba a abajo, mientras perdía por completo el poder de sus acciones y su cuerpo.
Y no podía dejar de lado el hecho de que no se acercó a mí. Leí sus palabras de disculpas cuando me vio con el cuchillo ensangrentado de su mano derecha. Estaba frente a mí, de pie, con sangre en su sudadera mojada y en sus manos pequeñas. Eso no quitaba que viera la sensación de paz que había invadido sus ojos, pero sabía que iba a atormentarse con lo que había hecho.
Y fui demasiado lento, no pude evitar que moviese su cuchillo para clavarlo justo en su corazón. Murió en mis brazos, y yo sentí por primera vez lo que era estar confuso. Porque era una asesina, pero no era culpa suya, así la habían convertido dos tíos asquerosos.
—Lamentamos que haya tenido que ver todo lo que hizo esa chica, realmente pedí que fuera arrestada o llevada a un manicomio, pero no quisieron hacerme daño—comenta un agente, unas horas más tarde, mientras estoy sentado frente a la mesa del jefe de policía del pueblo.
—Me alegro de haberlo visto, agente. Ahora puedo entender lo atroces que pueden llegar a ser los hombres, por mantener intacta su inocencia e ignorando sus mentes enfermas y perversas.
Y aquel día me juré irme, no permitir que nada de eso me quitase la vida. Dejé al agente callado, porque estaba seguro de que él había presenciado el primer crimen que cometió Delaney. Mis padres intentaron alentarme a vivir, creyendo que me quedaría en casa entristecido o me crearía algún trauma. Pero me alejé de ellos, al ver que mis intentos por que dejasen de mal hablar de Delaney fueran en vano.
Pero no me quedé solo. La madre de Delaney no creyó que creía que su hija fuera una heroína, y cuidó de mí y yo de ella hasta el final.