Delirios [ Taehyung-Bts ]

Veinticuatro.

—¿Todo listo? —Me sonrió Jin.  
—Todo listo.

Me metí a la camioneta plateada de Jin y antes de que arrancara me preguntó si me apetecía pasar a almorzar antes de llevarme a mi casa. Por supuesto, acepté. Mi corazón latía nerviosamente mientras que él ponía el auto en marcha y encendía la radio, en la que sonaba Hold On, We're Going Home de Drake.

—¿Hoy tienes turno?      
—¡Sí! Por la noche. Me toca estar de urgencias.       
—Veo que sueles estar muy ocupado. ¿Te das el tiempo suficiente para descansar? —Pregunté. 
—La verdad, debo reconocer que no. Me gusta mucho mi trabajo, pero a veces pienso que, de cierta forma, lo uso como excusa para no mirar mi propia soledad. Es un poco deprimente llegar a casa y ver que nadie te está esperando. Cuando eso pasa veo anime —lo miré y noté que se había sonrojado un poco— y cocino. Cuando era más joven tenía un perrito, pero por mis turnos extensos decidí no tener más mascotas porque sólo las haría sufrir dejándolas solas tanto tiempo.        
—Te entiendo —le dije con suavidad—. ¿Así que te gusta el anime?       
—¡Sí! ¿A ti? 
—La verdad este último tiempo no he visto mucho, pero sí, me gusta bastante.
—¿Has visto Bleach?      
—No ¡Pero hace tiempo lo tengo en mis must! 
—¿Y cuál es tu favorito?  
—Uhm... Yo creo que hasta el momento, Fullmetal Alchemist.     
—¡Woah! Es un excelente anime. El conflicto político que al final se mezcla con la historia de Edward y Al es... sencillamente magistral.       
—¿A que sí?

Nos fuimos conversando de diferentes cosas a medida que avanzábamos por las calles. De pronto comenzó a llover y ambos sonreímos. Realmente salir con Jin estaba resultando muy agradable y era, al mismo tiempo, tan curioso... Nunca había visto ese muchacho que había en su interior fuera del médico responsable y comprometido, y lo cierto es que sentía que podía tener la guardia baja con él, pero todavía permanecía esa sensación de no querer ser juzgada, de temer no cumplir con sus expectativas, lo que era un tanto ridículo considerando que había sido mi psiquiatra por dos años y podría decirse que, junto con Yoongi, era la persona que más me conocía. ¿Por qué esto se sentía decepcionante cuando el rostro de Vante se aparecía en mi mente? «No, a pesar de todo lo que te hace sentir, ambos son extraños el uno para el otro y no parece ser que eso vaya a cambiar».

—¿Te gusta este lugar? —preguntó Jin. 

Miré a mi alrededor. Era un barrio precioso y frente a nosotros había un restaurante de aire minimalista. Asentí y él bajó del auto para luego apresurarse a abrir mi puerta. Sentí una punzada de malestar ante este gesto al recordar la presteza y elegancia con la que Vante lo llevaba a cabo y su recuerdo apareció vívidamente en mi memoria con sus abrigos y sus hermosas manos de dedos largos, una de las cuales solía extender para ayudarme a bajar. Aparté estos pensamientos de mi mente a la vez que tomaba la mano de Jin y entramos al café. 

Todo transcurrió con normalidad, hasta que de pronto Jin me hizo una pregunta un tanto inusual:        
—Daphne ¿Sabes qué le dijo el cero al ocho? 
—¿Qué? No lo sé.  
—¡Bonito cinturón!
Estallé en risas. Esa clase de bromas siempre habían sido mi debilidad. Jin se rio conmigo, divertido.        
—Oye, Jin ¿sabes cómo se pone un mago después de comer?        
—¿Cómo?
—Magordito. —Me reí tratando de no avergonzarme y Jin se quedó mirándome sin poder creerlo. —ma-gordito, más gordito. 
—Sí, sí lo entendí —comenzó a reír—, es sólo que nunca habían respondido a mis chistes. 

El almuerzo se pasó muy rápido mientras que conversábamos, así que sin darnos cuenta ya se había hecho bastante tarde. Jin me fue a dejar a mi casa y lo invité a tomar un café, pero se negó arguyendo que ya me lo cobraría en otra ocasión. 

—Daphne, si quieres invitarme a un café no vas a decírmelo por correo ¿verdad? Así que sería bueno tener tu número.   
—¡Oh, está bien! —Le di mi número para que nos contactáramos y me envió un mensaje para asegurarse de que lo tenía bien. 

Una vez que se hubo ido me apoyé contra la puerta y me pregunté a qué llevaría esto más adelante. Mi corazón se saltó un latido al pensar en las posibilidades. Pero nuevamente, y como si fuera un moscardón, la cara de V apareció en mis pensamientos. 

¿Sería momento de hablar con él? Me mordí el labio mientras iba a la cocina con la intención de hacerme un té, pero no hube dado cuatro pasos cuando el timbre de la puerta sonó. Seguramente sería Jin, quizás se le había olvidado decirme algo. 

—¿Jin? —Dije por el intercomunicador. Hubo un silencio y, cuando la persona al otro lado habló, sentí que podía morir en ese preciso instante.

Esa voz que en ciertas inflexiones crepitaba como el fuego, que tenía ecos de madera que cruje por la noche. Esa voz profunda con resonancia de océano. Era él, era... Vante.

Salí a abrirle la puerta y allí estaba él, de pie, con las pestañas y el cabello perlados de gotas de lluvia. Su ropa tenía manchas de humedad que a cada segundo se hacían más grandes. Caminé hacia él con la intención de saber qué era lo que lo traía a mi casa, sin embargo, antes de que pudiera siquiera abrir la boca, me estrechó entre sus brazos. Su rostro se enterró en mi hombro y su cuerpo se estremeció silenciosamente. Estaba llorando. 

Sentí cómo dentro de mi pecho algo se desgarraba dolorosamente al verlo sufrir, y entonces lo supe: ya no tenía regreso, estaba del todo perdida. 



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En el texto hay: vampiros, amor drama, bts taehyung

Editado: 20.09.2021

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