Treinta y nueve.

Mi cuerpo se agitó y expulsé todo el aire de mis pulmones, como si fuera una bolsa seca que exhalara polvo. Intenté respirar profundo y calmar mi respiración. 

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Contestar? Porque era Tae. Obviamente era Tae. Lo había eliminado de mi lista de contactos. Siempre había sido así de extrema. 

Tae. Lo extrañaba terriblemente. No podía negar que los dedos prácticamente se me iban al teclado para responderle, pero también había una parte de mí que decía que de una vez por todas pensara bien lo que hacía. 

«Al diablo» pensé. No quiero resistirme más. Yoongi me dijo que todos cometíamos la clase de errores en los que había incurrido Tae y si tenía la oportunidad de volver a hablarle...

Yo.

Tae, yo estoy bien. ¿Cómo estás tú?

15:42

Agregué el número de Tae nuevamente y me mordí las yemas de los dedos esperando a que contestara. Pronto apareció el "escribiendo...". 

Tae.

Me alegra saber que estás bien...
No tiene mucho sentido que te diga cómo estoy, a decir verdad.
Sé que de hacerlo parecería que sólo quiero dar pena y no estoy
buscando compasión.
Pero de todas maneras gracias por preguntarme.

15:45

Yo.

Entonces no estás bien. 

15:45

Tae. 

No, la verdad no. 

15:46

Yo. 

Veámonos. Quiero verte.

15:46

Tae. 

¿Estás segura de eso? 

15:46

Yo. 

Si no quieres, está bien. 

15:47

Tae. 

Daphne, es lo que más quiero en este momento. 
Esto suena horrible, pero de verdad que...

15:47 

Escribiendo...

No siento que pueda soportar más sobrevivir sin estar a tu lado.

15:48

Mi corazón dio un vuelco. Tenía que ser sincera conmigo misma. Yo sentía exactamente lo mismo. 

Yo. 

Dime dónde. Iré allí de inmediato. 

15:50

Tae.

Uh ¿afuera de tu casa? 

15:50

Yo. 

No estoy en mi casa, estoy en la de Yoongi.

15:50 

Tae. 

Entonces espérame, que estaré allí en...

media hora. 

15:51

Mierda. Mierda, mierda, mierda. Tenía que arreglarme, y tenía apenas un par de cosas en la casa de Yoongi. Me fui a bañar (ducha que me tomó apenas cinco minutos) y me vestí completamente de negro, incluyendo la lencería (por si acaso, una nunca sabe). 

Intenté hacer algo con la máscara de pestañas, pero luego de mirarme atentamente al espejo me di cuenta de que mis pestañas lucían como patas de araña, así que me la quité.  

Suspiré y apoyé mis manos en el lavamanos mientras me miraba al espejo. ¿Tendría arreglo algún día?

Una bocina sonó suavemente fuera de la casa. Mi corazón comenzó a latir alocadamente y salí del baño a gran velocidad, encontrándome con Yoongi en la cocina bebiendo jugo directamente de la caja. 

—¿A dónde vas tan gótica?       
—T-Haneul... vino a buscarme. —Balbuceé. Yoongi abrió mucho los ojos y me miró incrédulo.      
—¿Cómo fue eso?  
—¡Te cuento después! —Lo agarré del cuello, le di un beso en la mejilla y me fui.      

Tae me estaba esperando afuera, echado hacia atrás en el asiento del automóvil. Llevaba unos lentes de sol, por lo que no podía ver sus ojos, pero sus mejillas parecían estar más hundidas, dándole un aspecto mucho más maduro e intimidante. En cuanto me vio se incorporó, y sonriéndome bajó del auto. 
—Te ves bien. —Dijo, abriéndome la puerta del asiento del copiloto.      
—Tú también... —¿Por qué demonios me sentía tan jodidamente nerviosa? Era como si tuviera quince años otra vez. La garganta se me apretaba y me costaba hablar, así que carraspeé. 

Una vez que ambos estuvimos en el auto, Tae se quitó los lentes y me miró. Sus ojos se veían hundidos, sin brillo, ojerosos y su sonrisa era débil, aunque cálida.

Sin darme cuenta había extendido anhelantes las manos a su rostro, y estaba acariciando su piel canela. Él posó sus manos en el dorso de las mías, y ambos nos acercamos el uno al otro hasta que juntamos nuestras frentes. Entonces Tae me miró atentamente y luego, cerrando los ojos, buscó mi boca con la suya. 

Podría decir que mi mente colapsó en aquel momento, que dejé de sentir o que dejé de respirar. Pero no fue así. Me sentí más viva que nunca, como si hasta ese momento hubiera estado anestesiada y por fin hubiera recuperado la conciencia. Fue como respirar después de estar mucho tiempo bajo el agua. Fue como tener las manos frías en invierno y lavarlas con agua tibia. Poco a poco, cada segundo, los labios de Tae sobre los míos hacían que un sol ardiera en mi pecho.