Delitos del alma

Capitulo 19


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Esperó toda la noche por una respuesta de su yerno, cuando por fin llegó, lo hizo con una llamada en medio de la madrugada cuando ella ya dormía.

- ¡Hasta que por fin te comunicas Marco! -bramó Martina por saludo.

- ¿Qué es lo que tiene Giannina?

- Deberías venir tú mismo y descubrirlo.

- No tengo tiempo ni ánimos para tus juegos Martina. Dime que es lo que está pasando y veré si debo volver o no, antes de lo que tengo previsto.

- ¿Tan importante es ella en tu vida?

- Eso no es asunto tuyo.

Ambos callaron por unos segundos, la lucha era estéril y los dos lo sabían, debían concentrarse en lo único que importaba, lo único que tenían en común.

- Giannina está mal. Creo que tendrá una crisis si sigue así.

- Explícate. -exigió.

- Le molestan cosas como los movimientos del bebé… su mirada está de nuevo perdida y a ratos parece aletargada.

- ¿Llamaste a su médico?

- Si. dijo que hay que estar pendiente, podría ser peligroso. Deberías estar aquí, es tu responsabilidad.

- No puedo ir de inmediato. Regreso en una semana más o menos, deberás tener el control de la situación tu por estos días.

- ¡Es increíble! Pensé que amabas a mi hija…

- Eso no tiene nada que ver. -dijo perdiendo la paciencia.

- Prefieres estar con tu amante. Eso no es amor.

- Escúchame bien, creo que ya te lo he dicho, pero lo voy a repetir una vez más por consideración… No te metas en mi vida.

- ¡Si me meto! ¿Cómo puedes preferir estar con otra?

- ¿Todavía sientes celos? -preguntó sabiendo que daría en el clavo- Pensé que eso ya había quedado atrás.

- Yo renuncie por ella. No es justo que ahora tu hagas esto.

- Lo nuestro terminó antes de comenzar Martina, fue solo un arrebato de adolescente con una mujer mayor y necesitada.  Fue hace muchos años.

- Lo sé… no tienes que ser tan cruel. Pero a veces recuerdo cuanto sufrí cuando renuncié a lo que sentía para que mi hija pudiera ser feliz.

- No renunciaste -puntualizó lleno de reproches- yo me aparte. Fuiste un momento, fuiste una emoción pasajera. Yo fui una aventura en la vida de una mujer aburrida. Gia es el amor, fue el futuro y ahora es el presente. ¿Acaso se te olvido lo que hacías para llamar mi atención cuando iba a verla? Ahora te exijo que lo superes de una vez y por todas.

- No quiero seguir hablando del pasado.

- Yo no quiero que te entrometas más en mi presente, trata de ser una madre normal y ocúpate de tu hija mientras yo no estoy y deja de sufrir por las mujeres con las que me acuesto.

Luego silencio, Marco había terminado con la llamada sin esperar la respuesta que ella tenía para darle. Con su dignidad herida Martina colocó su teléfono móvil sobre la mesita de noche a un lado de su cama, sentimientos encontrados luchaban dentro de ella por salir reviviendo un pasado que se empeñaba en seguir vivo en su corazón dándole alas a su mente para volar hasta esos días tan lejanos en los que un joven e inexperto Marco rondaba su casa buscando la atención de Giannina y ella se aprovechaba para seducirlo.

 

Esa mañana decidió mandar a Francesca al pueblo por provisiones, en casa hacía falta medicinas, un termómetro… había salido bien librado de la fiebre por los cuidados de Sofia, manos expertas que lo cuidaron toda la noche sin descanso ¿Qué hubiera pasado si era ella la que necesitaba ayuda? Hubiera tenido que llevarla a un hospital y eso si hubiera sido un gran problema, sin documentación que pruebe su identidad iba a levantar sospechas. Aunque no estaba seguro de que se había librado del caso, estaba la preocupación de los dolores que había sentido durante su inconsciencia y un largo rato después de que ya había despertado. Agradecía el momento a solas, la cabeza le dolía de manera casi desesperante más por las horas pensando en lo que había ocurrido durante la noche que por la enfermedad que estaba padeciendo, Sofia sabía más de lo que él hubiera querido explicar y eso con seguridad le traería problemas, quizá se comenzaría a comportar como una amante celosa, o como una novia con derechos y eso no podría permitírselo aun y cuando quisiera. Hubiera deseado conocerla en otras circunstancias, salir con ella al teatro, a los restaurantes que tanto le gustaba visitar… pero las cosas se habían dado de esa manera y tenía que afrontarlas. Miró su reloj ansioso por la llegada del doctor que iría a revisarla por insistencia suya puesto que el anciano no daba importancia a lo que le estaba sucediendo a la joven, de pronto un grito en la parte superior de la casa lo sorprendió haciéndolo correr en dirección de la habitación en donde estaba Sofia.

 

No la vio al entrar, asumió que estaría en el cuarto de baño y corrió hasta allí para encontrarse con la joven de pie con las rodillas flexionadas y las piernas y manos ensangrentadas.

- ¡Sofia! -gritó Marco sin tener muy claro lo que le había sucedido- ¿Qué te paso?

- ¡Ayúdame!

Sofia sentía que el alma se le iba de tan solo pensar que podría estar perdiendo a su bebé, extendió las manos para que poder apoyarse en Marco que sin perder tiempo fue junto a ella, pasó un brazo por debajo de sus rodillas y el otro por su espalda, la levanto diligentemente para llevarla cargada hasta la cama.

- ¡Marco! -gimió casi en pánico- el bebé…

- Tranquila, todo va a estar bien linda. Ya llamé al doctor, llegará en cualquier momento.

- Esto no es bueno… -se lamentó entre lágrimas mientras se agarraba de los brazos de Marco como si se trataran de su tabla de salvación.

Casi un ahora después Marco había logrado calmarla, se había abocado a la tarea de limpiarla con toallas y de cerciorarse de que la hemorragia había cesado, de su vientre ya no brotaba la sangre a borbotones como al principio, apenas un fluido rosado era lo que se veía salir cando el doctor por fin llegó para examinarla.

Esa vez pareció ser más profesional, su trato con su paciente fue más considerado haciendo sentir a Sofia más confiada en sus prácticas.




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