Despierto con un nudo en el estómago. Hoy es el día en que se reúnen personas que no he visto en mucho tiempo, especialmente Carter, mi amigo de la secundaria por quien sentía algo más. Después de estudiar en Londres, ha vuelto a California, y mi madre lo invitó a la fiesta de celebración que tendremos hoy.
«Estoy más nerviosa de lo que pensaba».
Tras una ducha rápida, bajo a desayunar. El aroma del desayuno recién hecho inunda la cocina.
— El desayuno estuvo delicioso, madre — expreso sinceramente después de completar mi comida.
— Gracias, cariño — responde con orgullo.
— Mamá, saldré a tomar aire fresco — anuncio, alejándome y dirigiéndome hacia afuera.
— Está bien, hija.
Una vez al aire libre, escucho a alguien gritando "¡Tessa!".
«¿Esto se ha convertido en una costumbre?»
El grito persistente me hace voltear. Para mi sorpresa, es Andrew. Aunque, en realidad, no debería sorprenderme.
— Sabes que no me gusta que me llamen así, y aún así insistes — le digo al acercarme.
— Está bien, lo siento — responde, y sé que su disculpa es más sarcástica de lo que parece.
— ¿Crees que no sé cuándo alguien es sarcástico? — le pregunto, alzando las cejas en desafío.
La expresión de sorpresa en su rostro me indica que mi respuesta lo tomó desprevenido. Andrew está acostumbrado a que yo no responda a sus comentarios maliciosos. Pero las cosas han cambiado; ya no soy la tímida niña que solía ser. Ahora aspiro a ser una versión mejor de mí misma.
— Bueno, ¿hay algo que quieras decirme? — cambio de tema para evitar prolongar la charla innecesariamente.
— En realidad, sí. Hay algo de lo que quiero hablar — comienza, pero lo interrumpo.
— ¿También te están forzando a lidiar con esta situación? — interrogo, segura de la respuesta.
La confusión aparece en su rostro, y puedo adivinar que su madre le ha hablado. La situación se repite: nuestros padres interfiriendo.
— Sí, tenemos que hacerles creer que nos llevamos bien. Por eso iré a la fiesta esta noche. ¿Estás de acuerdo? — me pregunta, decidido pero buscando mi aprobación.
— Claro — respondo con seguridad, aunque sé que nunca nos llevaremos bien.
— Entonces tendrás que ser un poco más convincente — me advierte en su tono característico, el que siempre lleva un toque de arrogancia.
— ¿A qué te refieres? — pregunto, manteniendo la calma.
— Pues, claramente no nos agradamos, pero si vamos a hacer esto, debemos hacerlo bien. De lo contrario, se darán cuenta — explica, como si fuera obvio.
— Estoy de acuerdo. Solo te pido que no hagas nada que yo no haría — dejo claro, esperando que no haga nada que complique la situación.
— No lo haré — asegura, aparentemente serio.
— Eso espero, por mi bien — murmuro.
— ¿Qué dijiste?
— Nada, solo que esta será una larga noche — admito, consciente de que aún no ha comenzado.
— Bien, me tengo que ir — anuncia, distante.
— Adiós.
— Adiós — responde con el tono frío que le caracteriza cuando está absorto en sus pensamientos. Pero no es mi preocupación.
Regreso a casa, y justo al cruzar la puerta, mi madre me espera con un vestido en mano. Es un vestido azul oscuro con flores llamativas y un escote cruzado. Es hermoso.
— Mamá, este vestido es precioso.
— Perfecto. Lo compré para ti, cariño. Quiero que lo uses esta noche. Te quedará espectacular — sus ojos brillan con ilusión.
— Gracias, mamá.
«Mis nervios por ver a Carter están aumentando. Espero que Andrew no haga nada estúpido».
Sin embargo, no puedo evitar recrear en mi mente la peor escena que podría ocurrir esta noche si Andrew no sigue el plan.
Editado: 04.09.2023