Lexi llegó a su casa, un lugar lindo por fuera con ventanales hasta el suelo, y arbustos en el camino hacia la puerta, de un solo piso y de color blanca.
— ¿Dónde has estado? ¿Acaso no viste las noticias? —reclamó una mujer— ¿No piensas responder? ¡Eres una ingrata! —Le dio una cachetada a la chica.
—A ti no te debo explicaciones ¿Dónde está mi padre? —Replicó molesta.
— ¡¿Cómo te atreves?! ¡Mocosa malcriada!
— ¿Qué son esos gritos? —alegó un hombre saliendo de la cocina— Podrían oírse hasta la otra acera —seguía protestando hasta que vio a la chica— ¿Lexi?
—Tu hija finalmente se dignó a venir.
— ¿Dónde carajos estabas? ¿Acaso no oíste que asesinaron a tu profesor?
—Pobre hombre —exclamó triste la mujer llevando su mano a la frente.
— ¿Pobre? Pff —se burló la chica— Me alegro que este pudriéndose en el infierno.
— ¿Qué demonios dices? ¡Era tu profesor! —Gritó enfadado su padre— A veces no entiendo a los adolescentes ¡Ve a tu cuarto!
—Ni creas que dejaré pasar por alto tus groserías para conmigo —apretó del brazo a Lexi y le susurró.
—No te tengo miedo Daphne —replicó y retó con la mirada.
La chica castaña caminó todo el pasillo hacia su cuarto pensando la muerte de su profesor, cuando entró se tiró en la cama y apretó sus ojos intentando no pensar en lo que pasó, pero los gritos de esa noche no la dejaban en paz, al final se levantó agitada y con ojos color ámbar en lugar de cafés, luego miró hacia la ventana para tratar de calmarse, solo así el color de sus ojos volvió a la normalidad.
Al terminar la reunión con los cazadores VK, los lobos se regresaban al refugio y otros a sus casas, Jace y Mason llevaban a Liam a su casa en el auto del rubio cuando pasaron por una mansión sumamente lujosa que había estado desocupada por años y que finalmente estaba siendo ocupada por un nuevo y misterioso huésped.
—Parece que hay nuevos vecinos —comentó Mason al ver por la ventana— ¿Tú sabes algo Liam?
—En la mañana que salí no había nada…debieron llegar cuando estuvimos con los VK.
—Me pregunto quién será —miró desconfiado Jace—, los nuevos parecen ser más de lo que se ve —expresó haciendo alusión a Injae Venator.
—Es probable que sea una familia grande, no creo que solo viva una persona en ese lugar —argumentó Mason frunciendo el ceño.
—Y debe ser alguien con una gran fortuna ¡Solo mira los ventanales!
—Debieron tener prisa por mudarse, apenas el diciembre pasado empezaron a construirla —agregó Liam intrigado.
—Es probable que sea gente egocéntrica y estirada —alegó el rubio— ¡Carajo!
El rubio frenó de golpe al ser chocado por un auto negro deportivo de último modelo.
— ¿Qué le pasa a este idiota? —protestó Jace en voz baja al bajar del auto.
— ¡Oh! —Exclamó un joven rubio con cabello hasta la barbilla— Mi culpa…no sabía que la calle era de doble sentido —actuó amable y mostrando pena.
—Todo el mundo aquí lo sabe ¿Qué acaso eres nuevo?
—En realidad… —se sonrió nervioso.
—Eres el que se mudó a la mansión… —se mostró sorprendido Liam— ¡Bienvenido!
—No seas amable ¡Chocó mi auto! —Regañó molesto y en voz baja.
—Mil disculpas…pagaré la reparación de tu auto —se mostró avergonzado—, me alegra ver que ninguno salió herido —los vio con recelo.
—Si…usted tampoco —intervino Mason que lo vio extrañado.
—Háblame de tú, no creo que la diferencia de edad sea mucha —se burló—, me llamo…Kalisman —les tendió su pálida y fría mano.
—Liam —dijo amable y correspondió el apretón—, bienvenido, ellos son Mason y…Jace —contó inseguro.
—Un placer conocerlos —se sonrió malicioso.
—Me gustaría decir lo mismo, pero como ves…no puedo —contestó de mal genio.
— ¿Iban a algún lugar? Los llevo —dio el paso hacia su auto.
—Llevábamos a Liam a su casa…
—Bien, entonces suban, no tengo problema en llevarlos —actuaba muy condescendiente.
—No es necesario, queda muy cerca así que puedo caminar —actuó nervioso el pelinegro.
—Insisto…los llevo, es lo menos que puedo hacer por el incidente —su mirada y sonrisa extraña fue suficiente para convencerlos—, además se está haciendo tarde.
—No gracias, me quedaré…llamaré a una grúa —frunció el ceño irritado.
Mason y Liam subieron al auto del rubio de ojos verdes y tez sumamente pálida.
—Lindo auto —comentó Liam nervioso—, debió ser muy caro…
—Lo fue —se sonrió el rubio—, para mi padre al menos —bromeó.
— ¿Cuál dices que es tu nombre? ¿Kalisman? —interrumpió Mason desde atrás.
—Es muy raro ¿no? Lo mismo le digo a mi padre… —suspiró— Su excusa siempre es de qué mi madre lo eligió.
—Descuida, he oído nombres más raros —bromeó Mason— ¿asistes a la universidad de Virginia?
—No…ya no más, terminé hace unos meses —no mostró interés— ¿ustedes si?
—Yo aún estudio la preparatoria —comentó Liam.
—Tus padres también vivirán contigo supongo… ¿de dónde son? —Mason evadió la pregunta del rubio pálido.
—Ah…no, mi madre está muerta, mi hermana también y mi padre…salió de vacaciones —respondió sin mostrar sentimiento alguno.
—Vaya que duro —expresó Liam incómodo—, lo siento, debió ser…
— ¿Dificil? Quizás…luego te acostumbras —mantuvo su mirada en el camino— ¿Alguna vez han perdido a alguien?
Ambos lobos se quedaron en silencio recordando a quienes perdieron debido al clan.
—Su silencio lo dice todo…lo superaran —respiró hondo—, siempre lo hacen.
—Supongo que tienes razón… —agregó el chico dudoso.
—Claro que sí, confía en mí, tengo muchos años de experiencia en eso…
— ¿Pues cuantos años tienes? —cuestionó confundido Mason.
El rubio miró por el retrovisor al lobo y trató de mantenerse en calma.
— ¿De cuantos crees que luzco? —se sonrió para actuar gracioso.
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Editado: 06.04.2022