Demons (libro 2. Ángel Rebelde)

Epílogo

Los días siguientes a los sucesos en la casa de Samael fueron un verdadero caos, porque lógicamente Satanael se había enterado y había montado en cólera, misma que se tradujo en desgracias para la humanidad. De modo que mientras Lil se recuperaba bajo la protección de los caídos, el mundo sufría las consecuencias de lo que su aparición en el escenario público de su raza había producido.

 

Los conflictos bélicos en donde los había, se agudizaron; hubo una importante proliferación de enfermedades ya erradicadas y aparecieron nuevos virus que los científicos se esforzaban por determinar su naturaleza para poder encontrar un paliativo; y las páginas de sucesos reseñaban a diario como había aumentado la violencia en las calles de las principales ciudades del orbe tiñéndolas de sangre.

 

Los políticos, sociólogos, psicólogos y cualquier otro especialista en áreas conexas, se esforzaban emitiendo comunicados y realizando análisis que explicasen aquella cadena de sucesos violentos que los afectaba a todos.

 

Los que se dedicaban al negocio espiritual, como decía Heylel, es decir, los representantes de las miles de iglesias católicas o protestantes, satanistas, luciferinos, neo paganos y hasta los más recalcitrantes defensores de la filosofía de la Nueva Era, sostenían furiosos pleitos en público a través de los complacientes medios de comunicación que encontraban en aquellas exhibiciones de suprema necedad, un modo fácil de hacer dinero, contribuyendo de forma inmejorable a alimentar el caos ya existente y que había dado inicio la madrugada del último Jueves Santo.

 

Cuando Samael intentó ponerse en contacto con Kellen y ante la imposibilidad de conseguirlo, primero se planteó la horripilante posibilidad de que Heylel y los suyos lo hubiesen encontrado, pero de haber sido así ya él lo sabría, pero después de diversas averiguaciones, solo le quedó la alternativa de la traición.

 

Tanto Samael como Satanael ordenarían a sus huestes encontrar a Lil a como diese lugar, de modo que de lo primero que se ocuparía Heylel, sería de proporcionarles la protección adecuada a Maureen y a Tony, pues serían sin duda las primeras víctimas de todo aquello.

 

En medio de aquel estado de cosas, y aunque Heylel no había dejado de ocuparse, él estaba viviendo su infierno personal al no poder acercarse a Lil, así que cada vez que se sucedía un nuevo rechazo, esto afectaba en forma catastrófica el ánimo de Heylel que era ya de por sí volátil, lo que se traducía a su vez en furiosos ataques de ira que no contribuían en nada a mejorar la situación general, y por el contrario, sumaban más caos al ya existente provocando las no deseadas visitas de los guardianes y el consecuente enfrentamiento entre ellos.

 

Con las cosas así, tanto los caídos del bando de los Shekhinà como sus descendientes, se prepararon a hacer frente a uno de los períodos más difíciles y sangrientos de una historia que aún continuaba escribiéndose.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.