Demons (libro 3. Batalla Final)

Características

Como le había dicho Heylel a Lil en una oportunidad, los ángeles caídos podían dedicarse a diversas actividades, generalmente relacionadas con sus habilidades, pero no necesariamente era así o no  solo se dedicaban a ello. De manera que Heylel por ejemplo, habría podido dedicarse con el mismo nivel de éxito a las artes o a la enseñanza, y aunque practicaba muchas disciplinas artísticas, pues ejecutaba diversos instrumentos, pintaba o  esculpía, si bien le gustaba impartir conocimiento, jamás habría considerado hacerlo en un aula de clases. No obstante, siendo que también era un guerrero, esta característica se había potenciado al caer y la utilizaba para perseguir shedims.

 

Araxiel era un ángel de sanación, portador de la alegría y la elocuencia, de manera que la violencia, así como el daño y la tristeza que esta traía aparejada, estaba en total contraposición con la naturaleza que se le había conferido, pero aun así, había desarrollado la habilidad, y aunque no alcanzaba la peligrosidad de los que eran guerreros por naturaleza, sí la suficiente como para ser muy temido entre sus congéneres.

 

Si la naturaleza de  Araxiel no se correspondía con la actividad que realizaba, la de Limeriel menos aún, porque ella era un ángel intercesor y de concordia, y siendo que poseía el don de percibir y controlar los pensamientos y las emociones, era una excelente mediadora en los conflictos. Pero del mismo modo que Araxiel, había desarrollado la destreza en la lucha, y su poder mental en ocasiones le confería cierta ventaja, pues podía anticiparse a los movimientos o acciones de su oponente, y adicional a lo anterior, podía causarles un serio daño mental  o emocional, aunque en poquísimas oportunidades lo había hecho.

 

Dobiel estaba en una situación quizá peor que la de Limeriel, porque él era un ángel de amor y compasión, de manera que se le daba malísimo eso de ir por  ahí dañando a nadie, pero si bien seguía sin entender del todo que existiesen criaturas que no merecían su compasión, al menos entendió la necesidad de atacarlas, pues ellas no tendrían la mencionada compasión con él, razón por la cual, y aunque distaba mucho de exhibir la peligrosidad de Heylel, a fuerzas había tenido que aprender el arte del ataque y la defensa, porque el poder venía en su naturaleza angélica.

 

Badariel tampoco había sido creado para combatir, pues al igual que Limeriel, era un ángel mediador que poseía además el don de la palabra y el poco común entre los ángeles de manipular el tiempo. Sin embargo, y al igual que sus compañeros, había entendido que no todos los  problemas podían solucionarse hablando y que con los shedims no había caso, pues carecían de consciencia, de manera que había aceptado más pronto que Dobiel, la necesidad de aprender cómo enfrentarlos y exterminarlos, convirtiéndose así, en otro peligroso guerrero.

 

Y Sariel que era el otro de los nueve jefes de los caídos, había sido creado como un ángel de consciencia, y de haber seguido en el lugar al que pertenecían, habría sido uno de los encargados de despertar la consciencia en la humanidad. El asunto era que su don a donde lo había conducido era a donde se encontraba ahora, porque las primeras consciencias que despertó fueron la de Heylel y la propia y era quizá el único ángel de entre los caídos, que jamás se había arrepentido o cuestionado su posición, ya que al igual que Heylel, creía firmemente en la libertad a la que todo individuo tenía derecho para ejercer lo que le dictase su consciencia. Sin embargo, en el entorno en el que les había tocado vivir, destacaban también otras dos de las características que se le habían conferido, la del peligrosísimo guerrero que era, y la percepción de la esencia. Aunque pueda parecer extraño, era a esta última característica a la que más temían quienes se veían en el predicamento de enfrentarlo, porque le permitía a Sariel determinar con aterradora precisión no solo sus intenciones, sino algo más importante aún, la esencia y naturaleza de su energía. Por supuesto a quienes más afectaba esto era a los shedims, porque si bien entre sus miembros los había muy hábiles para hacerse pasar por lo que no eran como para engañar incluso a algunos nephilims, y aunque esto no se extendía mucho en el tiempo, con Sariel no tenían ninguna oportunidad y ni siquiera era necesario que se acercase mucho para determinarlo con exactitud.

 

La única oportunidad en la que Sariel no había despachado a una shedim de manera inmediata, y era algo por lo que no iba a perdonarse jamás por muy larga que estuviese destinada a durar su existencia, fue en la que había perdido su angélica cabeza por la susodicha.

 

Ni siquiera los aficionados a las bromas como era el caso de Araxiel, se atrevieron a hacérselas a Sariel con relación a aquella experiencia, pero como los del otro bando  adolecían de delicadeza, aprendieron por el camino difícil que mencionarle aquello a Sariel, era la forma más expedita para agenciarse un viaje a Bayal en el caso de los nephilims, y una muerte mucho más sangrienta en el de los shedims que tenían no solo el tiempo sino la mala idea de abrir la  boca.

 

Samael era uno de los que se había embarcado en aquella aventura, y aunque en un ámbito normal, podía haberse entendido que estuviese furioso, porque después de todo Lilit era en teoría su mujer, todo el mundo sabía que solo lo había hecho por molestar.




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