—¿Por eso la dejaste sola? —me preguntó.
Quería reír en ese momento, me pareció sarcasmo su pregunta; de que por eso la dejé sola.
«Si él la conociera».
El tal sólo hecho de hablar de Coreen me daba dolores de cabeza. Pero este momento no era para centrarme en querer conversar sobre Coreen, sino en hablar de cualquier cosa o sobre nosotros.
—La dejé sola para que pensara en algo que le dije, no creo que permanezca allí por mucho rato sola, buscará a sus amigos —pronuncié —. O quizás a su novio.
Alvaro se quedó callado, quizás sumergido en sus pensamientos. Parecía hasta el momento buena persona, nos llevábamos bien. Se podría percibir buena conexión, hasta el momento todo bien, pero era muy temprano para determinar si él y yo podríamos tener algo a futuro, yo tenía que asegurarme de sus verdaderas intenciones conmigo; eso era lo primordial.
—¿No tienes hambre? —me preguntó.
—No tengo, comí pizza antes de venir —le respondí segura de sí —. Estaba con mis amigas y mi hermana también en la pizzería. De momento no quiero nada para comer, pero luego sí.
El ambiente estaba acogedor muy hermoso y todo. Personas por aquí, personas por allá. Pasamos el resto de la tarde conversando sobre nosotros cosas simples del día a día. Nos prometimos salir más a menudo.
Por mi parte no había problemas. Todo parecía perfecto.
Horas más tarde Coreen me escribió que habría llegado a casa. Respiré en ese momento.
Ya en la noche Alvaro y yo nos habíamos desplazado a un KFC, ese fue nuestro último destino.
—Si deseas algo más, sólo tienes que decírmelo —pronunció Alvaro.
—No te preocupes, en casa tengo más que suficiente —le respondí —. A esta hora de la noche, caería algo ligero.
—¿Algo ligero cómo? —cuestionó.
—Como frutas... Helado... Ensalada... —respondí pensativa.
—Oh, tienes helado en casa.
—Siempre, diría que es normal comer helado dos veces al día o 3. Mi familia es muy aficionada al helado. Diría yo que es una manía —alegué detalladamente —. Bueno, somos locos sí. Te podrías sorprender por algunos detalles, pero así somos.
Alvaro dibujó una sonrisa en su rostro.
—Qué bueno, para mí sería un placer poder visitarte algún día —mencionó —. Si no sería un problema.
—No, no sería problemas, al menos que tuvieras aretes o tatuajes —le aclaré dudosa —. Pero yo no le doy importancia a esos tipos de cosas. Para mí el exterior no refleja lo que hay en el interior de una persona.
—Bien por ti —dijo mientras se movía del asiento —. Vámonos.
Asentí.
Luego regresé a mi casa sola y Alvaro se había retirado.
Cuando llegué a casa al parecer mis padres no estaban peleando, observé donde estaban cada uno, pero se veía aún distanciados. Tuvieron problemas como toda pareja. Me desplacé hacia arriba y busqué a Coreen en su habitación, visualicé que ella estaba ahí en su cuarto, usando la computadora, me acerqué lentamente, y ella se asustó cuando la topé. Reí en ese momento, y ella como siempre me miró mal, luego ella me dio una palmada en mi cerca de mi hombro derecho.
—¡No me asustes Denis! —exclamó, volví a reír.
—Hay un dicho que dice; que cuando una persona se asusta es porque está haciendo algo —le recordé —. Me imagino que como niña buena que eres...
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Editado: 29.05.2024