Alvaro introdujo sus manos en los bolsillos de sus pantalones, sin apartar la mirada de mí. Por unos segundos me sentí un poco incómoda porque tenía hambre y yo no aguantaba más.
—Vámonos tengo hambre —lo incité a moverse, caminé hacia la cera y Alvaro me siguió.
Permanecimos por unos minutos hasta que al fin abordamos un un taxi y llegamos a un restaurante oriental. Ahí yo ordené sushi para mí y para Alvaro. Alvaro me miraba sorprendido por todo lo que yo pedí y luego pagó la cuenta. Tomamos vino, luego de comer. Aún ninguno decíamos nada, hasta que decidí romper el hielo.
—¿Qué te parece mi orden, Alvaro?
—Exquisito —me respondió —. Pero no sabía que tú comías tanto.
—¿No te lo habría dicho? Que extraño.
—No lo recuerdo. ¿No vas a querer algún postre?
—No, por ahora me basta. Además estamos tomando vino y no creo que sea conveniente tomar vino y comer algo dulce. A mí eso me pone mal.
Alvaro se rió.
—Es que tú comes mucho. El exceso hace daño.
—Sí, pero con el alcohol no me excede— tomé la botella y le eché más vino a la copa—. Eres misterioso aveces, ¿Sabes?. Te he venido estudiando desde hace mucho tiempo. Pero no quiero que me mal interpretes.
Alvaro me miraba extrañado. Esperé a que pronunciara algo pero no fue así.
—¿A dónde ha sido el lugar más lejos que has ido?
—Rusia —pausó —. Y lo volvería a hacer. A mí me gusta el frío aunque me congele los huesos.
—Debes de estar bromeando. Yo prefiero el calor. Por eso me gusta latinoamericana. Hay países que el clima es agradable casi todo el año. Otros no suelen tener el clima tan bajo como aquí.
Sonrió Alvaro.
—Interesante, yo prefiero Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay por el acento. Es muy lindo.
—¿Alvaro te has enamorado de alguna latina?
Se echó a reír.
—No exactamente, pero he conocido varias personas porque suelo viajar hacia allá.
—Estoy celosa —bromée y reí —. Mentira, pero me tomaré muy en cuenta con algunas chicas que te vea de allá.
—Uju —pronunció Alvaro, levantó la copa de vino —. Salud.
—Salud —repetí.
Después seguir charlando y compartiendo me llevó a mi casa, en la entrada de mi casa busqué mis llaves y no las ví por ninguna parte, decidí tocar la puerta y quién me abrió fue Lester.
Vi como Lester se quedó pasmado al girarse cuando vio a Alvaro, me giré hacia donde Lester estaba observando a y también vi que Alvaro estaba pasmado. Ambos tenían las misma facción facial, y me llené de dudas. No entendía la reacción de ellos. Y decidí romper el hielo.
—¿Qué sucede con ustedes? — pregunté sorprendida esquivando la mirada entre ambos.
—Buenas noches Alvaro. ¿Cómo la pasaste? —cambió Lester su rostro y empezó con sus ironías.
—A ti que te importa. ¿Qué haces tú aquí? —espetó Alvaro duramente.
Mi boca y mis ojos se abrieron lo más que pudieron, y no sabía que ocurría, callé para ver qué sucedía.
—Déjame informarte que yo vivo aquí —respondió Lester irónicamente.
Alvaro se puso tenso.
—Denis —pronunció Alvaro—. ¿Podrías dejarme sólo con... ? —señaló a Lester sin dejar de mirarlo.
—Está bien pero mañana quiero una explicación de lo que acabo de presenciar, me voy buenas noches —me marché en seguida y subí a mi habitación sin entender que ocurría entre ellos.
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Editado: 29.05.2024