DENTATO
Caminar solo por las oscuras y peligrosas calles de Roma en el año 449 a.c. no era algo muy recomendable, pero si le sumas que eres un político de más de 60 años que te has granjeado la inquina de una buena parte del Senado por defender la igualdad de derechos entre los plebeyos y patricios, como consecuencia de no haber olvidado nunca tu origen humilde, es una temeridad imperdonable, solo reservada a un hombre sin miedo.
Un hombre sin miedo era sin duda Dentato. No en vano había participado en 125 batallas en las que fue herido en 45 ocasiones y que había acabado con la vida de más de 300 enemigos. Al menos eso era lo que contaban sobre él.
Cuando tuvo que detener su paso firme y decidido porque a su encuentro salió un grupo de hombres armados, supo que algo no andaba bien. Miró a su espalda y comprobó que otro grupo, no menos numeroso, avanzaba hacia él.
Aquellos sicarios no entendían para que hacía falta que fuesen 25 hombres, creyeron cuando recibieron el encargo, que era una exageración que solo iba a servir para reducir su ignominiosa paga, pero cambiaron de opinión cuando aquel veterano soldado desenvainó la espada de la que nunca se separó.
El fragor del hierro se mezclaba con los gritos y los lamentos, al tiempo que un abundante reguero de sangre buscaba las cloacas de la ciudad, que un día, años más tarde, sería la capital del mayor imperio del mundo conocido.
Los diez sicarios que sobrevivieron al lance, no inscribieron su nombre en la historia, como tampoco lo hicieron los quince que sucumbieron a la espada del que fue llamado "El Aquiles romano".
Por supuesto, si lo hizo Lucio Sicio Dentato, gracias, entre otros, a los testimonios de Dionisio de Halicarnaso y Plinio el viejo que inmortalizaron su nombre y sus hazañas; se hizo acreedor de 14 coronas civiles, 3 coronas murales, 83 tiaras de oro, 160 brazaletes de oro, 18 lanzas y otras 25 condecoraciones más, pero la más importante fue la Corona Gramínea, la más alta condecoración que se concedía en Roma y que solo consiguieron 9 personas en los mil años de historia de la ciudad.
José Luis Guerrero Carnicero.