Depht

Capítulo 7

Desperté con un dolor de cabeza terrible, estaba sentada en una silla sumamente incomoda hecha de madera, mis manos y tobillos estaban atados y mis ojos cubiertos por una venda.

El aire olía completamente a azufre y el humo me picaba la nariz. Sentía como si las heridas estuvieran siendo quemadas porque me ardían demasiado, aun a pesar de todo trataba de ser fuerte y descubrir que era lo que pasaba.

-Foras, Forneus, ¿Es esta la manera de tratar a nuestra invitada? Descúbranle los ojos, por fin ha despertado.- la voz de un hombre mayor sonó por toda la habitación y escuché pasos hacia mí.

Alguien se acercó detrás de mí y desató lo que me cubría los ojos, tardé un par de segundos en adaptar la vista de nuevo. El dolor no me permitía controlarme, quería salir corriendo, llegar a mi casa, que Leviatán me dijera que todo estaba bien y que nadie nos dañaría de nuevo. Pero sabía que no pasaría.

Mi cuerpo estaba cubierto de una fina capa de sudor frio que me provocaba escalofríos por momentos, me costaba trabajo respirar con un ritmo y mi corazón no dejaba de latir a su máxima capacidad, sentía que en cualquier momento se me iba a salir del pecho. Mi garganta estaba seca y las ataduras comenzaban a lastimarme más.

-Vaya, el parecido es impresionante.- dijo el hombre que había hablado antes acercándose frente a mí.- El cabello de color cobre, esos ojos, las mejillas. Es sorprendente y una lástima.- decía mientras acariciaba mi rostro y yo trataba de apartarme de su toque.

-¿Dónde estoy?- escupí todo el coraje que fui capaz de reunir.

La habitación estaba completamente cerrada, no había ni una sola ventana hacia el exterior, solo una puerta de madera al fondo con un gran pasador de metal. La silla donde me encontraba estaba justo al centro de la habitación, rodeada de dos grandes muebles repletos de libros y cosas en frascos de dudosa procedencia, frente a mí una mesa de piedra con un enorme libro en medio abierto, el piso parecía ser de madera, similar a casi todo en la habitación. Estábamos alumbrados por velas que se encontraban fijas por todos lados.

-Déjala en paz.- grito Leviatán golpeando frenéticamente una puerta. No podía ver donde lo tenían capturado porque estaba justo a mis espaldas y aun a pesar de todos mis esfuerzos, no era capaz de encontrar donde estaba.

-Me encanta tu optimismo que crees que con una simple súplica la dejaré ir, mi pececito amigo, pero me temo que eso no será posible.- se burló y comenzó a caminar alrededor de mí.

Era alto, probablemente casi como Leviatán, su cabello era completamente blanco y estaba peinado hacia atrás, tenía una barba cuidada que no lucía muy prominente también de color blanco. A pesar de su color de cabello, se veía como alguien joven que no superaba los treintas. Su cara estaba enmarcada por unas gafas con un borde negro grueso hecho de pasta. Estaba vestido con una camisa color capuchino remangada hasta los codos y un pantalón de color azul marino.

-Por favor, eres mejor que esto, no la lastimes.- seguía golpeando Leviatán haciendo mi corazón acelerarse más pero también llenarse de tristeza e impotencia.

-Pero si nos estamos haciendo amigos, ¿O no Emma?- sonrió de nuevo antes de caminar hasta la puerta detrás de mí y golpearla con fuerza.

Yo lo miraba con odio, como si mi mirada de desprecio causara algo en él. Cuando volvió a acercarse hacia mi forcejee y trate de golpearle la nariz con mi frente, pero me esquivó y llamo a los dos que había mencionado antes para que me sujetaran.

-Eres valiente, pero tengo que hacer unas pruebas.- se acercó de nuevo y arrancó un cabello de mi cabeza, haciéndome dar un pequeño salto y cerrar los ojos. Luego tomó un hisopo y lo paso por mis heridas haciendo que me quejara ruidosamente y que Leviatán volviera a golpear la puerta donde estaba.

Puso el cabello y el hisopo sobre el gran libro y se sentó tras del escritorio mirándome. Colocó una mano sobre el libro y comenzó a pronunciar una serie de palabras para sí mismo que no era capaz de entender. Los otros dos me seguían sujetando, eran un poco más bajos, y físicamente eran idénticos, con la misma expresión observando hacia donde estaba su maestro.

Cuando terminó de pronunciar las palabras, se recargó en su silla y de pronto sus ojos se tornaron completamente blancos, comenzó a retorcerse y decir cosas sin sentido que seguía sin comprender. El miedo comenzó a apoderarse de mi cada vez más, al grado de estar en mi punto de quiebre. Sabía que no podían dañarme, o al menos no directamente, pero nada protegía a Leviatán, y no comprendía nada de lo que estaba pasando ni quienes eran esas personas, o porque nos habían capturado.

-Emma, no temas, saldremos de aquí, pero hagas lo que hagas no les demuestres que les temes.- la voz de Leviatán se hizo presente pero al parecer solo yo podía escucharla.

Traté de tranquilizarme, cuando de pronto el hombre de cabello blanco volvió a sí mismo, tomó tranquilamente el vaso de agua que estaba en la mesa de piedra y me miró. Me miró por un largo rato haciéndome sentir terriblemente incomoda ante su imponente mirada.

Se levantó de la silla y caminó hasta donde estaba, me desató y se inclinó hacia mí con cierto ¿Arrepentimiento? Los otros dos lo imitaron inclinándose.

Tragué saliva y corrí hasta la puerta donde estaba Leviatán, con todas mis fuerzas moví el pasador y logré abrirla. Él estaba sentado en el suelo, con una cadena atada a su tobillo y rodeado por completo de velas para evitar que escapara. Comencé a apagar algunas para poder acercarme hasta él.

Cuando logré acercarme, me arrodillé junto a él y tomé su cara entre mis manos comprobando que estaba bien. Se veía débil y herido, pero cuando me miro a los ojos fue capaz de sonreír un poco, con algo de esfuerzo señaló una repisa al otro lado de donde estaba capturado. Corrí hasta ahí y encontré una llave con una forma muy extraña.

Con todas mis fuerzas volví y lo liberé de la cadena que lo sujetaba hacia la pared, él respondió inmediatamente abrazándome como acto reflejo. Cerré los ojos y me dejé llevar un momento por la seguridad que él me trasmitía, el saber que ambos estábamos bien y juntos me tranquilizaba.



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En el texto hay: demonios, romance, reina

Editado: 08.04.2021

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