13 de octubre, 2016.
Bien, debo de admitir que estar frente a los profesores quienes nos calificaran la monografía, no es nada divertido. Necesitamos tener una concentración excelente para no equivocarnos.
Yo no puedo, la verdad ya que los nervios siempre se me notan, o con el temblar de mis manos y mi voz, o bien, el no estar quieto, moviéndome de atrás adelante en mí mismo lugar.
Carolina está igual que yo. Jolene apenas y se le nota el nerviosismo. Moisés está de lo más calmado. Kira muy tranquila en su puesto.
—Ya contrólate –me dice Moisés notando mi nerviosismo.
—Lo dices porque tú no estás nervioso –defiendo.
—Lo estoy. Nada más que puedo controlarlos –asegura.
—Bien chicos tienen quince minutos para defender su monografía. Bien comiencen –nos dice nuestra maestra guía.
Y así damos inicio. Primeramente, Carolina presenta al grupo y tema de nuestra monografía. Seguido de ella, Moisés dando una breve introducción. Los objetivos e hipótesis por Kira. En tres partes nos dividimos lo que es el cuerpo de la monografía siendo expuesto por Jolene, seguido de Moisés y por último yo.
No negaré que estuve nervioso en los minutos que expuse. Pero pude hablar sin confundirme y pausarme. Y dimos culmen a nuestra presentación en catorce minutos exactos.
Pensé que recibiríamos muchas correcciones, pero no fue así. Varias de las críticas son excelentes en cuanto a nuestra exposición fluida y forma de adornar la sala audiovisual adecuado a nuestro tema.
Mientras comemos, discutímos sobre qué estudiaremos en la universidad y a cuál iremos.
***
02 de diciembre, 2016.
Me siento extraño, me he despertado de una pesadilla, quizás un sueño común, no lo sé. ¿Qué será lo que significará el sueño que he tenido sobre un accidente? De pensarlo me duele la cabeza. Pero esta vez fue diferente. Esta vez hubieron otras personas, de las cuales no recuerdo bien sus rostros.
Se lo narré a mis padres. La reacción de ellos no era la que me esperaba. Tratan de evadir mis preguntas con respuestas sin sentidos. He concluido con que ellos me están ocultando algo. Me veo en la obligación de seguirles la corriente.
Camino por las calles mientras sostengo las bolsas de compras que hice en el súper, podría decir que tranquilo. Pero aún no dejo de pensar en aquella pesadilla o sueño. Ya ni sé cómo llamarle.
Escucho gritos en la casa de Carolina mientras paso, pero no quiero entrometerme en asuntos familiares y continuo mi caminar.
Miro a mi padre sentado en el sofá y a mamá en la cocina preparando la cena. Coloco las bolsas de compras en la mesa y me dispuse a ayudarle.
***
Carolina me explica el problema que tuvo con su madre. Esto es porque Esmeralda quiere sacarla del país para que ella esté protegida de todo lo que está pasándome. Se ha dado cuenta de lo que le paso a mi madre, Jolene y Solange. Pero Carolina no quiere irse.
—Pero si es por tu bienestar, por tu protección. No quiero que ese tipo te haga daño –digo haciéndola entrar en razón.
—Lo sé, Elías. Pero tengo que terminar esto contigo. Si lo iniciamos juntos, juntos lo terminaremos. Además, yo sé cuidarme sola.
—Te entiendo. Bueno ¿segura que no te dirá nada tu mamá si te quedas a dormir conmigo?
—Antes de salir le había dicho que vendría a tu casa. Ni que vivieras tan largo como para preocuparla. Para lo cerca que está. Eres mi vecino guapo, bebe –ríe y me da un beso.
—Entremos que está comenzando a hacer frío –le devuelvo el beso y entramos.
—¡Carolina! –la saluda mi madre con entusiasmo.
—Hola señora Rosa ¿qué tal?
—Ash, solo dime Rosa, ya sabes. Y muy bien hija ¿tú cómo vas? ¿lista para subir a recibir tu diploma de bachiller?
—Súper emocionada, aunque falte una semana para la promoción. Esto es finalizar una etapa en mi vida. Lo que si espero ansiosa es comenzar la universidad.
—Hola Carolina –le saluda mi padre.
—Hola don Antonio ¿cómo va? –le saluda ella.
—Muy bien, hija. Veo que me estoy perdiendo de una buena conversación. Por cierto, debes de tener hambre ¿no? ¿quieres un poco de comida?
—No, no, gracias ya cené en casa. Lo que si le aceptaría sería un refresco.
—Ya te lo sirvo.
—Ya vuelvo. Iré a cambiarme de ropa –digo y subo a mi habitación. Miro la hora en mi celular. Es temprano, a penas y son las siete con treinta.
Está algo desordenado y como sé que Carolina dormirá esta noche. Comienzo a ordenar y limpiar.
Luego de ordenar, me quedo en la ventana observando la luna que está llena y muy hermosa. De tanto estar pensando no me doy cuenta que me he quedado por varios minutos aquí.
Mi mamá me está llamando. Estaba por cerrar la ventana, cuando a lo largo observo que se acerca un carro a toda velocidad y éste se detiene frente de nuestra casa y comienza a disparar a nosotros.
Bajo de inmediato y miro a mis padres en la cocina. Carolina está detrás del sofá. Los disparos no cesan. Yo por el contrario aún me mantengo en el descanso de la escalera. Mi padre apaga todas las luces.
Hay un momento de silencio, lo que aprovecharon para dirigirse donde estoy.
—Vengan, vamos mejor al sótano –dice mi padre.
—No, Antonio, ahí no. No creo que sea seguro –musita mi madre.
—Hay que arriesgarnos. Vengan, vamos –no entiendo de que hablan ¿qué será? No sé, solo los sigo a los dos.
Oímos que la puerta es derribada. Al menos la puerta que va al sótano está oculta. Espero y no la logren encontrar.
—Rosa, vos conoces la entrada. Ábrela y vete con Carolina y Elías. Yo me quedaré aquí –dice papá.
—¡En ningún momento se queda!. Casi lo pierdo una vez y no quiero que se vuelva a repetir. Nos vamos todo –digo frustrado.
—Elías tiene razón, Antonio. Mejor vamos todos –dice Carolina.
—Mmm está bien pues. Nos vamos todos.
Mientras hablamos mi madre busca en las paredes. No sé qué será, pero poco después dijo <<lo encontré>> tras finalizar lo antes mencionado por debajo de nosotros se comenzó a abrirse una puerta y una escalera comienza a verse. Mi papá busca una lámpara y al encontrarla nos indica que bajemos.