Desastrosa Perfección

Capítulo 7 (Parte 1)

 

Su mano en mi cintura, mi mano sobre su hombro y nuestras manos libres entrelazadas. Nuestros cuerpos moviéndose al compás de la música. Una perfecta sonrisa dibujada en el rostro de cada uno.

Lo único que deseaba en ese momento era desaparecer.

Después de tanto tiempo evitando a Ben Stolzenbach, fueron los negocios quienes nos volverían a reunir. ¿Quién lo diría? Algo que amo tanto me llevó directo hacia quien más odio.

Odiaba la cara de satisfacción que tenía él en ese momento. Con la mano que tenía en mi cintura, me acercaba más a él y apretaba la zona. Intentando decir “me perteneces”.

- Mi padre opina que la belleza en tu familia es genética – comentó casual – y yo no podría estar más de acuerdo. Aunque es evidente que no viene de parte de los Deberaux, no, la belleza se hereda de los Fitzherbert – aseguró.

- Claro, tu padre conoce a la perfección los genes Fitzherbert – repuse de forma tajante.

Luego de un par de minutos, los cuales me parecieron siglos, apareció Jason.

- ¿piensas retener a Mia toda la noche? – consultó en dirección a Ben

- Claro que no, de hecho, ahora bailaré contigo – intervine con tono desenfadado, antes de que Ben pudiera decir algo me arrojé a los brazos de Jason – Gracias – le susurré una vez que estuvimos lejos.

- De nada. – replicó – además la cara de Samuel comenzaba a darme miedo – agregó. Yo reí.

Una vez que estuve segura de que Ben no me molestaría por un rato, me senté en la mesa que estaba reservada para mí y mis amigos.

Comencé a darle pequeños sorbos a mi copa de champán.

Alex llegó de pronto a mi lado. Le dediqué una mirada y luego volví a concentrarme en mi copa.

- Mia, en serio lo siento – dijo

- Ya estoy cansada de escuchar tus disculpas Alex, “Mia, perdón por mis celos” “Mia, perdón por no confiar en ti” “Mia, perdón por no poder llevarte a casa” – contesté citando las frases que últimamente él usaba – estoy llegando a la conclusión de que ninguno de esos “lo siento” es verdadero.

-  No pienses ello… – repuso

- ¡No me digas lo que puedo o no pensar! – espeté,

- Si me dijeras con claridad lo que realmente quieres yo…

- ¿Con claridad? – interrumpí - ¿acaso no lo he hecho todo este tiempo?

- No me refería a eso…

- Entonces por favor explícate, porque te juro que no estoy comprendiendo nada.

- ¿Eres feliz? – preguntó

- Por supuesto que soy feliz – dije sin dudar - ¿a qué quieres llegar con esa pregunta?

- No hablo de esa felicidad, – explicó – quiero saber si eres feliz conmigo, Mia.

No me esperaba esa pregunta, a pesar de ello, abrí mi boca para contestarle, pero la cerré en cuanto vi a mi padre acercándose a nosotros.

- Cielo, ¿podrías ir a mi escritorio y traer el contrato para los Stolzenbach? – consultó con una sonrisa

- Ahora mismo voy – afirmé, y con paso decidido me levanté de mi asiento para dirigirme al interior de la casa.

- Señorita Mia – llamó Rosa cuando iba entrando

- ¿Sí?

- Trajeron esto para usted – informó mostrándome un sobre de tamaño mediano

- ¿De parte de quién?

- No lo mencionaron, pero pidieron que fuera entregado exclusivamente a usted.

- Entiendo, gracias Rosa – dije tomando el sobre para seguir mi camino hacia el estudio de papá.

Una vez allí, abrí el sobre sin pensarlo dos veces.

Dentro había varias fotografías. Las separé una por una y las puse sobre el escritorio.

Todas ellas tenían un punto en común: Alex.

En cada una de ellas podía identificarlo a la perfección. No me cabían dudas, era él.

Todas las fotos dejaban algo muy claro, Alex me era infiel. Alguien lo sabía y quería que yo lo supiera.

En la primera imagen, estaba Alex ayudando a una chica a bajar de su auto. Evidentemente no era yo, puesto que yo jamás habría usado un bolso verde con un vestido rojo.

La segunda imagen era del mismo día y lugar, tomada solo unos segundos después de la primera. Alex besaba a la chica. Sin embargo, el rostro de ella permanecía oculto.

En la siguiente imagen, ellos estaban en la playa, abrazados contemplando el atardecer. Pude identificar que se encontraban en la terraza de la casa que Alex tiene en la playa. Aquella a la que tantas veces habíamos ido juntos.

Había más fotos, pero sabía que no podía quedarme allí a verlas, mi padre me estaba esperando.

Metí todas las fotografías en el sobre y lo guardé en el último cajón del escritorio, aquel no se usaba con frecuencia. Me concentré en mantener la calma.

Hubo una época hace algún tiempo, en la que yo creía que Alex me era infiel, pero mis dudas se disiparon cuando no pude hallar nada que me ayudara a comprobarlo. Ahora estaba más que claro. A veces odiaba sospechar algo y terminar teniendo la razón.

Inhalé profundo y me preparé para volver al jardín con el contrato en mi mano. No obstante, un intruso se coló por la puerta, me miró fijamente, analizándome, para finalmente sonreír de manera perversa.

- Por fin solos nuevamente, princesita – susurró acercándose

- ¿Qué quieres? – dije lo más serena que pude

- A ti. – soltó sin más – te quiero a ti, toda para mí. Por lo visto la pareja feliz ya no está tan feliz

- Fuera de aquí, mi relación con Alex no es de tu incumbencia. – ordené – Ben, largo, o te juro que gritaré.

- Oh, adelante – desafió estando cada vez más cercano a mí – me encantaría escucharte, a ambos nos traería gratos recuerdos, ¿no crees?

Comencé a analizar el escritorio con la mirada, buscando algo que me sirviera en caso de que a Ben se le ocurriera cualquier cosa.

Estaba en ello, cuando Jason entró escandalosamente y escrutó a Ben con la mirada.

- Fuera – gruñó Ben - ¿acaso no ves que estamos en la mitad de algo?

- Buscaba el baño – dijo Jason con inocencia




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