Descendencia Cain [saga Cain # 1]

Capítulo 1

—Todos sabemos que Cain mató a su hermano Abel, pero no sabemos que pasó con él después de estar maldecido para siempre —se dijo una vez más Keitha Powell, escuchó un bufido molesto y levantó la mirada para ver a los ojos a su amiga —Para mí es un misterio ¿Qué clase de maldición fue la que cayó sobre él?

Eugina Adams rodó los ojos y decidió no discutir más con Keitha, el tema de lo que había pasado con Cain la había obsesionado últimamente.

Miró una vez más a su alrededor y la biblioteca estaba vacía, ya eran pasada las 8:00 pm.

—Debemos irnos, ya están por cerrar —Keitha no prestó atención y siguió hojeando otro tomo, tenía una pila de libros buscando información —¡Keitha! —subió un poco la voz para que la escuchará.

—Lo siento Eugina —cerró el libro y se puso de pie —Me llevaré estos a casa, iré a hacer el registro, no me tardo.

Apresuró el paso hacia la mujer encargada de la biblioteca, ajustó sus lentes de medida que se habían deslizado hacia la punta de su nariz.

Colocó los libros en el escritorio de la mujer, ella los miró y luego a Keitha.

—Veo te gusta este tipo de literatura —escribió en su computadora el nombre del libro, Keitha miró hacia otro lado por un momento, de repente sintió que alguien la observaba, pero estaban solas.

—¿Tiene algún libro referente a Cain?

—Creo por décima vez te he dicho que no tenemos nada que hable de Cain —se encogió de hombros —A nadie le interesa saber que pasó con ese hombre después de matar a su hermano... bueno excepto a ti —suspiró.

Le extendió su boleta de registró, tomó los libros y se despidió de la mujer, camino apresurada hacia Eugina.

—Podemos irnos—su amiga asintió y se puso de pie.

Ambas eran amigas desde que gateaban por así decirlo, vivian en la pequeña ciudad Arkridge, donde la mayoría se conocían, cerró el frente de su chaqueta y apresuraron el paso.

—Al parecer hoy será una noche fría —Eugina miró hacia el cielo y soltó el aire —Extraño a mi pastelito.

—En dos días estará en casa —respondió Keitha.

—Dos días que para mí son eternos 

Eugina era la novia de Jo Morrison desde que eran unos niños, Keitha miró una vez a su amiga y se preguntó si alguna vez ella podría amar así.

—¿No extrañas a Jakob?

—Si, pero no en esa forma romántica, sabes que es mi amigo nada más.

Suspiró y paso la bolsa de libros en su otra mano, ya que pesaban mucho.

Caminaron en silencio un buen rato, Eugina fumaba un cigarrillo y le gustaba hacerlo en silencio.

Keitha no evito mirar hacia atrás una vez más, la sensación no se apartaba de su mente.

—Descansa Keitha —Eugina apago la colilla del cigarrillo con su zapato y abrió la pequeña puerta de madera para entrar a su hogar.

—Descansa Eugina, gracias por acompañarme a la biblioteca —su amiga no escuchó más porque cerró la puerta, Keitha suspiró y caminó, vivía a una cuadra exacta de la casa de Eugina.

Silbo una canción que escucho en la mañana en la radio mientras su madre hacia el desayuno... iba tan concentrada que no se percato de que... se giró al sentir que algo la arañó en el cuello.

Para su sorpresa vio a un hombre en el suelo con una mueca de dolor, mientras otro apoyaba su zapato casi brillante de tan bien lustrado en su cuello.

Quería moverse, salir corriendo de ahí, pero su cuerpo no cooperaba.

—¡Maldito! —escuchó decir al hombre del suelo, luego hubiera jurado que siceo como una serpiente, no podía ver al hombre que lo tenía en el suelo, su cabeza estaba cubierta por un sombrero negro, al igual que su vestimenta —¡Ella es mía!

Abrió los ojos como plato ¿de qué rayos hablaba ese hombre?

Escuchó un crujido como la rama de un árbol cayendo y luego aquél alarido como si estuvieran matando a un animal, el hombre algo había clavado en el pecho del que estaba en el suelo.

Luego lo vio quitar su pie, Keitha horrorizada vio como el hombre del suelo se empezó a quemar sin siquiera haberlo rociado con gasolina, llevo sus manos a su boca para detener el grito, debía salir de ahi.

Se echo a correr, no iría a su casa, no llevaría a ese asesino a su hogar para que lastimara a su madre.

Corrió sin parar, se detuvo cuando se percató que nadie la seguía, apoyo sus manos en sus rodillas mientras recuperaba el aliento ¿Quién rayos eran esos hombres?

Escucho su móvil sonar, su madre estaba preocupada por ella, miró hacia todos lados y todo estaba en perfecta calma, le indicó a su madre que iba en camino a casa.

Al llegar nuevamente a su calle donde el hombre se quemo, no había nadie ni siquiera la mancha en el suelo del cuerpo del hombre.

Apresuro el paso y entró a su casa, su mamá estaba sentaba en su sillón favorito, con el tejido en su mano y atenta a la novela.

—La cena esta sevida Keitha —miro a su madre y se abalanzó sobre ella, necesitaba su abrazo, sus piernas aún temblaban —Cariño ¿Estás bien?

—Te extrañaba.

Su madre la abrazó y así estuvieron por un buen rato. Luego de cenar, subió a su habitación, entró y al encender la luz se detuvo en seco, en su mesita de hacer tareas estaba la bolsa de libros... ella no había subido a su habitación desde que llegó... y no llevaba los libros.

Se abrazo así misma y dio pasos hacia atrás, buscando la puerta... debía salir de ahi.

Al girarse para abrir la puerta se quedó petrificada, ante ella estaba el hombre de hace rato, la sombra de su sombrero no dejaba que pudiera ver su rostro.

—Buenas noches Keitha —su voz profunda la cautivó, le pareció un coro de ángeles, él sonrió y dio un paso hacia ella —Vine a dejar tus libros 

Ella se sentía hipnotizada por su voz, él se acercó más y quito su sombrero, ella se quedó sin aliento al ver su cabello blanco, lacio, con un corte que le favorecía, un mechón caía sobre uno de sus ojos que le parecieron violetas... era de una belleza extraña, su piel blanca nívea, sus labios perfectamente sincelados, se curvaron en una hermosa sonrisa.



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En el texto hay: misterio, cain, vampiros amor

Editado: 16.04.2023

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