“Él”
Era seguro, Mateo estaba nervioso y no podría ocultarlo. Observaba su reloj a cada minuto, con la tonta idea de que el tiempo pasaría más rápido, cuando con los nervios sentía que pasaba más lento.
Siente con treinta. Llegó puntual a la puerta de la casa de Kara. Tocó el timbre y a los pocos segundos apareció Kara, como si hubiera estado esperándolo detrás de la puerta.
-Hola. –Musitó Mateo, quedando perdido en la belleza de Kara con aquella camiseta clara y unos jeans ajustados.
-Hola. –Saludó Kara sonriente al ver la mirada perdida de Mateo, podía notar su nerviosismo–. Quita esa cara, eres encantador tal y como eres, no te aterres. –Le sugirió Kara, abriendo la puerta un poco más para que Mateo ingrese.
Caminaron hacia la sala de estar, en donde se encontraron con el papá de Kara, que descansaba en el sofá mirando televisión.
-Buenas noches señor. Me da mucho placer conocerlo. –Saludó Mateo cordialmente, estrechándole la mano al hombre cuando se puso de pie al verlo.
-Igualmente Mateo. Me da mucho gusto poder conocer al chico que hace muy feliz a mi pequeña. –Dijo el prominente hombre, con una sonrisa que calmó radicalmente a Mateo. La sola sonrisa de aquel hombre con barba no muy larga y perfilada, hizo que se sintiera calmado.
Al estar en el comedor, a media cena, no había quedado ni rastros de aquel Mateo temeroso que había ingresado a aquella casa, se sentía completamente sereno.
-Mateo, sácame de una duda. –Comentó el papá de Kara, dejando los cubiertos sobre el plato para limpiarse ligeramente la boca con la servilleta–. Tu papá es Mariano de la Torre, ¿verdad?
-Amm sí, de hecho, sí. ¿lo conoce? –Cuestionó Mateo, muy curioso. Plantando su mirada en la presencia del hombre, al mismo tiempo que Kara hacía lo mismo, pues también estaba sorprendida.
-Sí. –Sonrió divertido al ver la expresión de ambos chicos, y continuó–. Fuimos compañeros de clase en la universidad.
- ¿En serio? –Cuestionó Kara.
-Sí, y seguimos en comunicación, pero con el trabajo es casi imposible reunirnos para charlar.
-Bueno, papá es un adicto al trabajo, y no lo juzgo, solo que a veces demasiado trabajo te puede alejar de los que realmente amas.
-Bueno, debo admitir que yo también soy un poco adicto al trabajo. –Agregó el hombre.
- ¿Un poco? –Cuestionó Kara con presunción en su expresión.
-Está bien, soy muy adicto al trabajo. –Confesó el hombre con una sonrisa divertida. –Pero trato de no serlo.
-Y no está mal ser apasionado a lo que nos gusta porque es algo que nos suma, lo malo es darle prioridad a eso antes que a los seres queridos.
- ¿A ti te apasiona algo? –Preguntó el hombre con curiosidad en su mirada.
-No sé si es algo que me apasiona, porque lo ceo más como algo que debo hacer si quiero cumplir mis metas.
- ¿Y qué es? –Preguntó el hombre una vez más, curioso y ciertamente intrigado.
-Estudiar. –Confesó Mateo serenamente, llevando el punto de su mirada hacia el vaso con agua para beber un poco.
-Oh, qué bueno. Este año terminas High School, ¿verdad? ¿Qué planeas estudiar?
-Papá, la pregunta en el caso de Mateo es ¿dónde vas a estudiar? –Intervino Kara, ocasionándole una sonrisa a Mateo.
-Planeo irme a Londres a estudiar medicina. –Le respondió Mateo al papá de Kara, con una sonrisa pícara en su rostro.
-Oh, que sorpresa. –El hombre retrocedió en su asiento, reposando la espalda en su silla–. ¿Y qué fue lo que te llevó a querer estudiar al otro lado del mundo?
-A menudo me hacen esa pregunta cuando les comento dónde estudiaré. –Sonrió Mateo, con un poco de diversión en su voz que pasó a ser un poco más sereno y reflexivo–. Y la respuesta es fácil, pues si tengo la oportunidad de poder postular a una de las mejores universidades del mundo, no la desaprovecharé, porque mi futuro está en juego.
-Interesante… -Comentó el papá de Kara, asentando suavemente con la cabeza mientras el punto de su mirada se dirigía hacia su hija para luego pasar a Mateo–. Pues si alguien te dice que estás perdiendo el tiempo, dile que solo es cuestión de tiempo para callarles la boca, porque lo vas a lograr.
-Gracias. –Musitó Mateo.
“Ella”
Terminada la cena, el papá de Kara se retiró hacia su despacho, dejando solos a Kara y Mateo en la sala de estar.
-Nerviosito… –Se burló Kara cuando su papá se alejó por completo. Le lanzó un cojín a Mateo apuntándole al rostro, pero no lo logró porque se cubrió–. Hay algo que quiero contarte. –Agregó con voz más suave.
- ¿De qué se trata? –Mateo puso el cojín a un lado y se acercó a Kara en el sofá.
Kara lo observó con minuciosidad, preguntándose para dentro si debía contarle que Simón casi la besa.
-Es sobre Simón. –Confesó con certeza.
- ¿Y que hay sobre Simón? –Mateo acomodó su antebrazo derecho en el espaldar del sofá. Le sonrió con suavidad, ladeando ligeramente la cabeza hacia la derecha y observándola con curiosidad por escuchar lo que tenía que decir.
“Intentó besarme” Se dijo así misma, haciéndose una y mil escenas de lo mal que reaccionaría Mateo, desde su punto de vista.
-Hey. –Le dijo Mateo para sacarla de sus pensamientos–. ¿Qué tienes que decirme?
-Ah, sí. –Balbuceó Kara, acomodando sus pensamientos para hablar–. Simón la está pasando muy mal… Tiene problemas con su papá, y necesitaba hablar con alguien para desahogarse en cierto modo… Te digo esto porque si Simón me necesita para hablar yo lo ayudaré porque es mi amigo, ¿sí? Y no tienes por qué preocuparte porque le dijo que tú y yo estamos juntos.
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Editado: 16.10.2021