A la mañana siguiente desperté en mi cama y sin ningún rastro de Iván por alguna parte de la casa.
No tengo idea de en que momento me quede dormida, solo escuche mi alarma y me levente de un salto de mi cama y así no llegar tarde de nuevo.
Mientras estoy distraída prendo la tv de la sala y veo en las noticias que están hablando masivamente de mi compromiso.
¿Es que no se cansan?
¿Cuándo dejaran al fin el tema en paz?
Quiero ver las noticias, tranquila de saber que no hablan de mi y supuesto compromiso, vaya que estoy harta y aburrida de toda esta situación.
Quiero salir de mi apartamento con la certeza de que nadie me esta siguiendo para tomarme fotos.
Hoy más que nunca están hablando del compromiso, pues Iván hace dos días dio la fecha exacta. Que es hoy, si hoy es mi boda.
No estoy para emocionada como se supone que debe estar una novia, es un día “emocionante” para mí o eso dijo mamá ayer.
Todo será por el civil, lo decidimos así juntos.
No tuve despedida de soltera, pues así lo pedí, no va a ser algo grande, pues así lo pidió Iván, pero será transmitido en vivo, pues, así lo pidió papá.
Me quiero volver loca, ayer hablé por fin con Abi, gracias a Dios me va a apoyar, quiero que todo de mi plan salga perfecto, aunque como dicen por ahí, todo planeado sale retrasado.
¿Era así? No lo sé, solo sé que me quiero ir lejos.
Mamá me mandó a buscar muy temprano y ahora estoy en la mansión rodeada de un montón de personas revoloteando a mi alrededor, unas con un montón de brochas y implementos de maquillaje en las manos y otras con mis prendas de novia.
Mi vestido está colgado en mi armario, junto con el velo y los zapatos, de solo verlos mi estomago se revuelve.
Yo decido morderme la lengua y no decir algo que se, me perjudicará y mas al frente de tantas personas.
Que, aunque todo lo haya planeado con anticipación, algo puede salir mal, de una manera u otra.
Abi me da una sonrisa de labios cerrados y aprieta mis manos, ella junto a Camila serán mis madrinas.
De solo escuchar el nombre de ese vándalo tengo un mal presentimiento, después de todo Abi no lo dejó, de hecho, según lo que me contó mamá viene a la mansión todos los días.
Me acerco a él y lo abrazo para poder susurrarle al oído.
Me separo y le doy una sonrisa, tu cara es toda una obra de arte, tan expresivo que dan ganas de reír.
El se acomoda la chaqueta de su traje y se da media vuelta con una mala mirada.
Camila me ve con superioridad y sigue comiendo su chocolate con una sonrisa de autosuficiencia.
El resto del día trate de no cruzarme con papá, no quiero que empiece a sospechar.
Al llegar la hora de ponerme el vestido, todo se volvió un poco complicado, al parecer el vestido que antes me quedaba justo, ahora me quedaba flojo.
Bajé de peso y no me di cuenta.
Mamá tuvo que llamar a Abi, que de casualidad sabe coser y ajustar el vestido a mi nueva talla.
Lo que tardamos en arreglarlo, mamá se volvió loca y empezó a gritar a todos y todo.