Desde cero

Prólogo

 

—Yo solo… Te extraño. 

 

—… 

 

—No soporto esto, la distancia… La soledad… ¿Qué nos pasó? Cuando dijiste que podías hacerme daño no pensé que terminarías rompiendo mi corazón y escupirlo como si fuera veneno…

 

—…

 

—Solo no lo llames igual que a mí… No lo lastimes como hiciste conmigo si de verdad lo amas.

 

—… No lo hare, él no es un capricho más como tú. 

 

He caído tan bajo, que ya no me reconozco ni en el espejo. 

 

¿Cómo el amor puede ser tan horrible y hermoso a la vez? ¿Les doy un consejo? No se enamoren.

 

Pensé que era real, no un juego que no tenía un final claro y que solo se basaba en destruir. Nunca fui el blanco de las chicas, solo era un chico con peso extra y hoyuelos en las mejillas. Las calles estaban pobladas de personas enfocadas en sus respectivos planes, sin fijarse en el desdichado chico dentro de la cabina telefónica que se rompía cada vez más a medida que el tiempo pasaba. No pasa nada con eso, lo agradezco de cierta forma. Ya era suficiente con sentirme de esta manera para empeorarlo con lastima ajena. Limpie las lágrimas restantes de mi rostro mientras evitaba que otro sollozo descontrolado saliera de mí. 

 

Salí de la cabina con mis pies arrastrando el piso. Las ganas de hacer algo con ganas estaban tachado por ahora. Imaginar que todos los momentos que pasamos juntos fueron una farsa no hacía más que deprimirme. Las sonrisas, los gestos… las palabras. Todo fue falso. Recordar el momento exacto en que todo paso era aún peor. No soy popular, creo que eso ya lo aclare, tengo pocos amigos y mis dotes de galán son inexistentes. La gente no se acerca a mí con buenas intenciones. 

 

He tenido inmensas ganas de ser como los demás chicos, altos, graciosos, con características que yo no tengo. Las chicas me toman por el cero a la izquierda. Sin siquiera dejar que les pida la hora. Eva… No tenía comparación con nadie. Era perfecta. Espontanea, tímida y sencilla. Para mí era diferente al resto. 

 

Todo inicio con un simple proyecto, una pregunta y la respuesta menos esperada. Fue un nuevo inicio, ni siquiera me tomaban en cuenta para un proyecto ¿han sentido eso alguna vez? Pero ella había dicho que sí, fui empujado por Bruno como una especie de animal de circo, él me había arrebatado mi puesto obligándome a buscar a alguien que fuera capaz de soportar a la “peste” de salón. Ella me miro con esos ojos llenos de curiosidad, mis manos sudaban y yo no paraba de tartamudear. Pero ella asintió, aceptando el reto que yo ameritaba. Después continuaron las reuniones, los mensajes subliminales, las miradas… Ella me aceptaba tal cual era yo. Con todos mis defectos y mi fraudes. 

 

Mi lista de desgracias era larga y ella solo la ignoro. 

 

Aprendí a quererme y aceparme como era, gracias a ella. En una entrevista de trabajo, soltó la pregunta a la persona que estaba enfrente de nosotros. Somos estudiantes de periodismo. Una carrera que amerita el contacto urgente con el mundo exterior, cosa en la que soy un desastre. Pero justo ahora organizamos prácticas para que yo pudiera abandonar ese pánico.

 

 —¿Qué la inspiro a dar el paso con su esposo? A decir que era el correcto.

 

—Éramos distintos, cosa que influyo mucho al momento de juntarnos, cada momento que vivíamos era divertido, diferente. Sabía que no podía dejarlo ir.

 

 —¿considera mal que la chica sea la que de el paso? La señora negó divertida para después responder. 

 

—no puedo decir que este mal después de que yo lo haya hecho. Ella hizo una seña para que apagara la cámara. Yo lo hice, extrañado de la pausa que dimos.

 

—Ya la escuchaste Boogi. ¿Por qué no hacemos lo mismo?

 

 Eso basto para hacerme sentir superior que las demás personas del planeta, fui tomado enserio por la chica perfecta ¿Cómo no sentirme feliz?

 

Salvo enterarme que todo fue una farsa y en realidad era otra broma para el ratón del salón.

 

 Logramos cumplir cinco meses. Para mí los mejores de mi vida, para un dinero extra para su bolsillo. Pasamos el día separados por las distintas tareas de ambos, hasta que por fin logre desocuparme y salir corriendo a su encuentro. No viví la etapa de la preparatoria feliz, para mí fue un asco, un presente pero peor. Para mí estar con ella eliminaba esos momentos malos que vivía día a día, solo pasaba al olvido como si nunca hubiera pasado al momento en que la veía.

 

 Estaba a mitad de camino para llegar a su casa cuando mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo trasero, lo saque y conteste la llamada con todos los ánimos posibles, pero no fue lo mismo del otro lado de la línea. 

 

—¡Hola cariño! Justo estaba por ir a verte.

 

 —Oh, hola Boogi, con respecto a eso, yo iba a lo mismo. 

 

—¿te pasa algo? Te escuchas algo desanimada bebé.

 

 —No, no te preocupes es solo que necesito hablar algo contigo ¿nos encontramos en la plaza?

 

 —Claro, pero… ¿hice algo malo?

 

 —No, solo espera a que hablemos. Pero, no podía esperar a saber qué era eso que la tenía tan mal. Estábamos bien, ¿no? 

 

—Lo que tengo que decirte, puede hacerte daño de la peor manera Boogi…

 

 —¿A qué te refieres? 

 

—No quiero continuar, en realidad nunca quise empezar. Eso no es algo fácil de escuchar, pero si todo lo había empezado ella tenía menos sentido. 

 

—Pero, estoy seguro que fue un malentendido, si hice algo mal te pido perdón. Sabes que no hago las cosas con intención amor, no es necesario llegar a estos extremos.—Esta demás decir que ya estaba rompiendo en llanto ¿verdad? Solo era una basurilla en el ojo. 

 

—¿No lo entiendes verdad? No me gustas, me repugnas, das as-co. 

 

¿Recuerdan que había dicho que me estaba comenzando a querer? Bueno, creo que volví a cero. 



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En el texto hay: drama comedia, amor dolor dulsura, lgbth

Editado: 15.01.2021

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