Desde cero

Capítulo IV - Esperanzas

A final de cuentas no cause tanta conmoción como esperaba hacerlo, las personas no se impresionaron tanto con mis letras como quería, así que empecé a analizarme y a ver qué estaba haciendo mal, y como era de costumbre luego de la presentación me fui a casa.

Esa noche dormí más que nunca, desperté casi a medio día del día siguiente, y al despertar me di un baño, almorcé y me fui al muelle, de camino al muelle vi a las personas organizando algo en la ciudad, parece que pasaría algo importante de lo cual no tenía el más mínimo conocimiento, así que me le acerqué a una señorita que trabajaba en una floristería.

-Buenas tardes joven, me gustaría saber por qué todas las personas de las ciudad se les nota emocionadas y preparan el frente de su casa de esta forma, como si ya fuera navidad.

-Se nota que no es de acá, ¿verdad?, jajaja - ríe la joven de una forma un tanto llamativa, mientras se tapaba la boca y lo miraba, como si le coqueteara.

-Efectivamente, no soy de este pueblo. 

-Pues es normal que no sepa, aquí todos los años se realiza una feria donde se ponen en exhibición los mejores libros de los autores locales y de algunos extranjeros, todos preparan sus casas con luces navideñas para decorar la ciudad en el desfile de llegada de aquellos autores. - La joven.

-Muchas gracias por la información, es usted muy amable señorita. - Ju-sa.

Siguiendo mi camino al muelle, ya sabiendo lo que pasaría en la ciudad y un poco distraído pensando en aquella joven, parecía de no unos pocos años más de veinticinco, sus ojos eran tan claros y brillantes que creo podrían iluminar caminos oscuros, su vos fue suave y serena y su risa era encantadora.

Pensando en este tipo de cosas llegué al muelle y como siempre me senté en el extremo, en el mismo lugar donde me encontré a aquel joven cuyo nombre no recuerdo, después de eso no lo he vuelto a ver por acá, bueno, mientras miraba las nubes y las aves alcanzo a ver un bote pesquero, per uno bastante pequeño, se acercaban tres personas en él, un señor con un sombrero, otro señor de ropas desgarradas y una señora en las mismas condiciones, parecían estar delgados y lleno de ronchas en sus pieles, como si hubieran naufragado por meses, a lo pronto solo pensé en aquel joven una vez más y que podrían ser sus padres, pero no me gustaría darle esperanzas a aquel joven y que luego no sean aquellas personas.

Cuando el bote llega a la orilla, alcancé a hablar con el pesquero y a la pareja se la llevaron al hospital.

-Señor, donde encontró a aquellas personas. -Ju-sa

-Estaban naufragando en una pequeña isla al sur de acá, no sé cómo lograron sobrevivir en aquella isla casi sin ninguna vegetación. - pescador.

-Usted sabe si esas personas son de acá, de puerto de la perla. - Ju-sa

-No lo creo, duramos unas tres o cuatro horas en mi bote, les dí comida y trate de hablar con ellos pero no me dijeron una sola palabra, ni siquiera sé si hablan español joven, y ahora si me disculpa, debería volver a mí pesca. 

-Muchas gracias, que su pesca le sea de provecho. - Ju-sa.

Ju-sa teniendo fe de que aquellas personas sean los padres del joven, se dirige al hospital a ver si le permiten hablar con aquellas personas, va lo más rápido que puede, pues el hospital no le quedaba a más de unos diez minutos a pies.

Una vez este llega al hospital, no le permiten hablar con aquellas personas, ni siquiera se pueden acercar a ellos hasta que unos policías que habían en el lugar terminaran de hablar con ellos, se queda en el salón de esperas, pues este no tenía nada más que hacer ese día y solo estaba vagando, así que no le molestaba esperar allí.

Unas horas más tarde se marchan los policías pero aquellas personas no desean recibir visitas, entonces el joven Ju-sa le pregunta a una enfermera.

-Joven por favor, podría responderme una sola pregunta. -Ju-sa

-Claro, porqué no.

-Me gustaría saber si esas dos personas pertenecen a esta ciudad o si son pareja. - Ju-sa

-No sé decirle si son pareja señor, en sus identificaciones ambos dicen que son solteros y no, no son de esta ciudad, son ingleses. - la enfermera.

-Muchas gracias señorita, es usted muy amable. -Ju-sa

Luego de esto volví al muelle pensando que lo mejor que hice fue no avisarle nada a aquel joven, le habría dado falsas esperanzas en vano y ahora seguro se sentiría súper mal por recordar a sus muy posibles ya fallecidos padres, me sentí por un segundo como aquel joven cuando los esperaba acá, JAJAJAJA.

Bueno, ¿qué haré ahora? pensé.

Me gustaría volver a ver a la joven de la floristería pero no sé si sea prudente ir solo por ir, debería comprarle algunas flores y así fingir que aquella era mi intención, aprovechando para hablar con ella.

Pues no sale de mi mente aquella chica no sé porque pero mi instinto me dice que le gusto, recordar la forma en que me sonrío y cómo me miraba, era radiante...  

 

 

 

 




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