Ava
El vuelo se me hace extremadamente largo, pesado y aburrido. A mi lado tenía a una pareja de ancianos que no ha parado de dormir y roncar durante las 9 horas que ha durado. Al bajar, noto como el frío se me cuela entre los huesos, a pesar de ir bastante abrigada, ya que en San Francisco hace mucho frío.
Voy fijándome en los carteles, intentando descifrar algo, porque de pequeña tuve una aupair que era rusa y me enseñó parte del vocabulario, camino tan distraída que no me fijo por donde voy y acabo chocando con un cuerpo duro. Noto como se le caen documentos y trato de recogerlos, pero su voz me frena en seco y hace que alce mi mirada para encontrar la suya.
- Mira por donde vas.- dice con una voz profunda y varonil.
Me encuentro con un hombre alto, que me saca por lo menos una cabeza y eso que mido 1.70, Su mirada de ojos azules, fríos como el hielo, hace que me pierda en ella. Quiero pedirle disculpas, pero estoy tan absorta que no puedo pronunciar palabra alguna.
Nos quedamos mirando un buen rato, hasta que él rompe el contacto visual con el ceño fruncido. Se agacha a recoger los documentos que se le habían caído y se va sin decir nada. Decido salir de mi estupor y mirar el suelo, donde veo que se ha dejado una carpeta, junto con una tarjeta. Me agacho a recogerlo y miro fijamente la tarjeta. Al parecer, nos volveremos a ver.