Ava
Me encuentro en la entrada del aeropuerto, esperando a un desconocido, sexy pero desconocido a fin de cuentas, para entregarle una carpeta. Así de surrealista es mi vida. La gente me mira raro, ya que una chica tiritando de frío, sentada encima de su maleta y con heterocromía, mientras discute con su exnovio por teléfono a gritos, no es algo común de ver.
- Déjame en paz de una buena vez, estoy harta de lo mismo, además mi vida no es de tu incumbencia, así que olvídate de mi existencia y déjame en paz. - digo gritándole al imbécil de mi exnovio, antes de colgar y encontrarme de frente al apuesto rubio con cara de pocos amigos al que le tengo que devolver la carpeta.
- ¿La tienes? - dice cruzándose de brazos frente a mí.
- Eh... sí, aquí la tienes. - digo mientras se la extiendo.
- Bien. - dice antes de arrebatármela de las manos y girarse, dispuesto a irse sin siquiera dar las gracias.
- ¡Oye! - digo gritándole y avanzando hacia él.
Se gira y se me queda mirando con expresión de cabreado, parece que no le gusta que le griten.
- ¿Crees que podrías llevarme hasta la ciudad? No hablo el idioma y parece que ningún taxista me entiende. Si no es mucha molestia, claro. - digo con vergüenza.
- Está bien. - dice antes de volverse a girar y subirse a un coche.
Me subo junto a él y solo puedo pensar, en qué me he metido.