18-03-19
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Colegio, una palabra muy simple para lo que representa. Cualquier adulto diría que representa la etapa de aprendizaje de un adolescente, lo que yo digo es que representa la etapa más dura y dolorosa. Llena de bullying e indiferencias, con mucho sudor y demasiada ansiedad.
Hice mi mayor esfuerzo para hacer de ese un día tranquilo, por suerte para mí Lucas y mi madre no interfirieron, actuaron de la forma más sensata que podía ser para mí, que básicamente era hablar muy poco.
-Mañana haré un pequeño viaje en la tarde. –Dijo mi madre rompiendo el silencio que se mantuvo en el auto hasta ese momento, rumbo al colegio.
- ¿Viaje? –Pregunté intrigado–. ¿Desde cuando haces viajes?
-Lo sé, es nuevo. Pero me necesitan en Moyobamba, además, me ofrecieron un buen pago.
-Está bien.
-Tienen las reglas claras, ¿verdad?
-Como el agua, mamá. –Respondió el sangrón.
-Sí, capitana. –Dije, haciendo énfasis en “capitana”.
-Perfecto. De todas formas, ni siquiera notaran que me fui. Será como si estuviera trabajando aquí, como todos los días, pero se los digo por si necesitan algo. –Detuvo el auto, habíamos llegado al colegio y ni siquiera lo había notado–. Nos veremos en la noche, ¿sí?
-Entendido. –Dije, bajando del auto.
-Hasta luego mamá. –Se despidió Lucas.
-Hasta luego, hijos. –Respondió ella.
Una vez fuera del auto, Lucas y yo fuimos por caminos separados. Él unido a su grupo nerd, mientras que yo me encaminada hacia mi soledad. No llevaba mis audífonos, por lo que no podía evitar a los demás escuchando música. Caminaba hacia mi salón calmadamente, quería que mi día no sea tan malo como acostumbraba a serlo, en serio lo quería.
Lo extraño de los colegios, es la concentración de “populares” o como los llamo yo: Adolescentes con adicción a la atención. Ni siquiera entendía por qué llamaban tanto la atención de los demás, si no tenía ningún talento y mucho menos una cara bonita.
- ¿En qué piensas? –Se acercó Camila.
-En lo estúpido que puede llegar a ser un adolescente.
-El nivel de estupidez es demasiado alto, no vale la pena pensar en eso.
-Tienes razón. –Le sonreí ligeramente.
- ¿Qué hiciste el fin de semana? –Intentó impedir que se formara un silencio incómodo.
-Tareas, leer un libro… –Hablar con Gael, tener otra crisis de ansiedad. Terminé mentalmente–. Nada interesante.
-Y… ¿Percy fue a verte?
- ¿Tú lo enviaste?
-Claro que no. No soy tan tonta. Sé cómo te pones.
-Me haces ver como si fuera un monstruo.
-Erick…
-No importa. Percy solo fue a decirme lo que ya sabía, lo cual es muy poco.
-Por cierto, ¿están bien por lo que nos enteramos de Gael? A mí también me sorprendió. Tenía la certeza de su inocencia, aun no me cabe en la cabeza aquella idea.
-Lo sé, pero es cierto. Deberíamos dejarlo así, sin nada más que pensar y seguir con nuestras vidas.
-Sí, tal vez tengas razo…
-Erick, amigo. ¿Cómo has estado? –Mario me rodeó con su brazo, por encima de mis hombros.
-Nosotros no somos amigos, pendejo. –Intenté librarme.
-Sí que lo somos, no lo recuerdas. Tú, Percy, Camila, Marco y yo somos los mejores amigos. O acaso ya te olvidaste que me llevaron contra mi voluntad y me han estado espiando, porque no creas que no sé qué me han estado espiando. –Dijo en voz un baja.
-Mario, déjanos en paz.
- ¿Qué es lo que quieres? –Espeté.
-Mi venganza. –Respondió hurañamente, y luego se fue.
- ¿Qué fue eso? –Preguntó Camila.
-El principio del caos. Tenemos que tener cuidado, piensa vengarse.
La campana del inicio de clases sonó, caminamos rápidamente hacia el salón y llegamos un segundo antes que el profesor José, el más aburrido de todos. Y como no va a ser aburrido si tiene casi sesenta años.
Marco no había llegado a la clase del profesor José, no supimos por qué. Solo lo vimos ingresar por la entrada del colegio, a la hora del receso. La mayoría de estudiantes se dirigían a la cafetería, mientras que yo me dirigía hacia la biblioteca. Camila se había ido con Mercedes hacia quién sabe dónde, y tampoco me importó. Llegué a la biblioteca, fue una sorpresa el haber encontrado a Sergio allí, no tenía ni la más remota idea de que le gustara leer, tenía la idea de que Sergio siempre había sido un bravucón adicto, pero me equivoqué. Intenté sentarme a una distancia razonable, para que no piense que trato de huir y tampoco que tengo la intención de ser su amigo.
- ¿Por qué no estás con tus amigos? –Pregunté al momento de sentarme. No separó la mirada de su libro.
-Me gusta estar solo. –Respondí, confundido por su intención de hablar.
-Hay algo que me mantiene preocupado. –Dijo, cerrando su libro y clavando su mirada fijamente en mí.
-Luego de la golpiza que me diste, ¿qué fue lo que no te quedó claro?
-Luego de todo lo que pasó, me di cuenta que tú sabías más de Gael que yo, y eso que nosotros éramos mejores amigos. Incluso lo ayudaste más que yo. ¿Qué fue lo que te llevó a hacerlo? ¿Por qué tu preocupación hacía alguien que ni siquiera era tu amigo?
-Él me protegió. Evitó que yo fuera el que vaya a prisión, aunque sea solo hasta que se descubriera que soy inocente.
-Gael también era inocente y terminó muerto. Tal vez si no te hubiera salvado, tú estarías muerto ahora.
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Editado: 16.04.2021