La primera vez que te vi
el marrón de tus ojos
se grabaron en mi mente
con tu mirada cansada,
con tus dulces palabras,
con ese cariño que me decía
que debía ser un hombre de bien
más que uno de bienes.
Recuerdo pensar que éramos diferentes
sin entender
que todo lo que soy,
que todos mis sueños y metas
nacen de ti,
del deseo a algo diferente.
Sin intención
te volviste la razón de mi disconformidad
porque te he visto querer todo
sin siquiera pensar en ti,
sólo en aquellos a quienes amas.
La máxima devoción
a la felicidad de quienes te importan.
El sencillo placer de ser feliz
con la alegría de otros.
Eres la primera mujer en mi vida
y quizás serás la última.
La que no dudaría en saltar
al infierno para salvarme.
Es una de las muchas razones
por las que sé que te amo.
Porque yo también saltaría por ti
incluso si eso significase perderlo todo.
Sé que soy egoísta.
Pero, ¿por amor quien no lo sería?
Aún en contra del mismo destino,
aún cuando los años pasen
y ya no pueda evitar tu partida.
Mi cara, mi voz, mi corazón,
mi extravagante caminar
incluso la forma en la que siento.
Todo ello te delatará.
Y cuando alguien me mire a los ojos
verá los tuyos
con todo el amor, bondad y pasión,
con todo aquello que aprendí y me quedé,
con todo lo que soy y seré.
Siempre estarás junto a mí.
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Editado: 25.01.2024