Desde mi alma

Madre

La primera vez que te vi

el marrón de tus ojos

se grabaron en mi mente

con tu mirada cansada,

con tus dulces palabras,

con ese cariño que me decía

que debía ser un hombre de bien

más que uno de bienes.

 

Recuerdo pensar que éramos diferentes

sin entender

que todo lo que soy,

que todos mis sueños y metas

nacen de ti,

del deseo a algo diferente.

 

Sin intención

te volviste la razón de mi disconformidad

porque te he visto querer todo

sin siquiera pensar en ti,

sólo en aquellos a quienes amas.

La máxima devoción

a la felicidad de quienes te importan.

El sencillo placer de ser feliz

con la alegría de otros.

 

Eres la primera mujer en mi vida

y quizás serás la última.

La que no dudaría en saltar

al infierno para salvarme.

Es una de las muchas razones

por las que sé que te amo.

Porque yo también saltaría por ti

incluso si eso significase perderlo todo.

Sé que soy egoísta.

Pero, ¿por amor quien no lo sería?

Aún en contra del mismo destino,

aún cuando los años pasen

y ya no pueda evitar tu partida.

 

Mi cara, mi voz, mi corazón,

mi extravagante caminar

incluso la forma en la que siento.

Todo ello te delatará.

Y cuando alguien me mire a los ojos

verá los tuyos

con todo el amor, bondad y pasión,

con todo aquello que aprendí y me quedé,

con todo lo que soy y seré.

 

Siempre estarás junto a mí.




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