Sólo venían un par de autos y una motocicleta, pero fue ésta última quien al ir a una velocidad más elevada casi la choca. Pero no fue así gracias a que el conductor no era ningún novato y logró esquivarla.
Kenya, un poco aturdida por el reciente hecho, intentó pararse pero fue en vano. Con la ayuda del conductor de la motocicleta pudo estabilizarse logrando ponerse de pie y para cuando pudo entender lo recientemente ocurrido, el motociclista se había ido. Sin decir su nombre, sin preguntarle si estaba bien, sólo se fue, sin emitir voz y sin darle la oportunidad a Kenya de que se disculpara por su torpe acción.
–¿¡Un choque!? –Preguntó Brett a Kenya, quien le contó todo lo ocurrido esa mañana a su amiga.
–No fue nada grave, sólo tengo algunos raspones, sólo eso.
– ¡Santo dios! ¡Ya no debo dejarte sola! –Dijo entre risas con tono de burla. –Aunque lo bueno de todo esto fue que ya no estas tan tensa, se te nota relajada. Y ni hablar de ese gran corte que te sienta tan bien. Me fascinó, es muy...¡Rebelde!
Luego de esa pequeña charla entre risas y risas, entró al departamento el padre de Brett, pero no estaba solo. Lo acompañaba un hombre de al parecer, su misma edad.
–Que bueno que estén acá–dijo Richard, el padre de los hermanos. –Niñas, él es Christopher Bellington, un viejo amigo que se mudó al edificio esta mañana. Chris, no se si recuerdas a mi hija Brett, y ella es su amiga Kenya Moore, quien se encuentra de visita.
–Un placer conocerte muchacha.– Dijo Christopher quien al parecer era conocido de la familia de hace ya tiempo, saludando a Kenya con un tono de voz profunda y algo rasgada– Un placer verte de nuevo pequeña Brett. Aunque ya no eres la niña que recordaba, eres toda una mujer.
–¿Te quedarás a almorzar Chris?
–Lo siento Richard, pero me gustaría
continuar con la mudanza. Aunque, que te parece si esta noche vienen tú, tus hijos y su amiga a comer con nosotros?
–Me parece estupendo.
–Así será entonces. –dijo Christopher, el amigo de Richard, para luego de despedirse, retirarse a terminar con sus asuntos.
Ya en la noche, Kenya y Brett esperaban a que Bruno llegara de la universidad para poder ir al departamento de Christopher donde los esperaban Richard y los hijos de su amigo para cenar.
Narra Kenya:
–“Cuando llegamos, el amigo de Richard nos presentó a sus hijos.
Derek de seis años, Samuel de veintitrés y un tal Matthew de veinticinco que no pudimos conocer porque se quedó en su habitación toda la noche.
Durante la cena, Christopher contó que a pesar del regocijo de haber encontrado un nuevo hogar, no fue un buen día en su trabajo. El haber sufrido la pérdida de un joven compañero los había golpeado. Y en su honor, pidió que oráramos por él y por su familia. También comentó que debieron mudarse por culpa de un incendio en su casa anterior. Un incendio producido por un fallo eléctrico debido a que la casa era muy vieja y por lo tanto, sus instalaciones también.
Fue una cena maravillosa, el dueño de casa preparó una exquisita carne a la parrilla y sus hijos fueron muy amables y atentos en todo momento, se los veía muy felices.
Hablé con Christopher y le pedí permiso para ir a su baño, el cual no me costó mucho encontrar ya que todas las casas del edificio eran iguales.
Subí las escaleras y cuando estaba por tomar el picaporte de la puerta, alguien desde adentro se me adelanto y abrió primero.
–Lo siento... -dije muy apenada.
El chico que salió de ahí levantó la vista y luego la volvió a poner en su celular, sin decir una palabra.
El destino había echo que una vez más tenga frente a frente a aquel chico al que casi hago que me choque esta mañana, y si no me equivoco, es el otro hijo de Christopher, Matthew Bellington.”
#32030 en Otros
#2765 en No ficción
#48513 en Novela romántica
violencia de genero, amor asesino, amor accion sangre mafias peligro sexo
Editado: 16.07.2018