La cena habia acabado tarde y las familias seguían en la casa de Christopher y mientras él y Richard se ponían al tanto de sus vidas, Bruno, Brett, Samuel y Kenya salieron a dar un paseo.
–¿Dónde iremos? – Preguntó Brett.
–Cerca de aquí hay un pequeño bar, podemos ir... –Comentó Bruno.
Siendo casi las 2:00 am, entraron a un bar llamado "RED". Pidieron unas cervezas y allí comenzaron a conversar. Brett, su hermano y Samuel se conocían de hace ya tiempo, aunque eran unos adolescentes la última vez que la vida los topó.
Sam, entre otras cosas más, les contó que trabaja como repartidor en la mueblería de un amigo de su padre y no le gusta que lo llamen Samuel, sino que prefiere que le digan Sam.
Bruno, por su parte, contó que estudiaba medicina, pero estaba algo frustrado con aquella carrera. Por lo que estaba decidiendo qué otro camino tomar.
Brett trabajaba en la administración de encomiendas que llegaban a la agencia de correo, Richard le había conseguido un puesto allí.
Y así pasaron la noche, formando una buena amistad y fortaleciendo aquella que ya estaba.
Cerca de las 4:00 am, Bruno llevó a Brett a su casa porque no se sentía bien, talvez fueron las cervezas y la falta de costumbre de que fueran tantas pero eso no importaba, ellos no eran niños.
–Así que tú eres de... -Dijo Sam a Kenya para romper aquel silencio que se había formado tras la partida de los hermanos.
–San Francisco. Sólo estaré aquí un par de meses. – Contestó
–A que bien, es una muy linda ciudad, mi hermano y yo hemos ido.
– Oh, que casualidad.- Respondió con una amigable sonrisa. Kenya aprovechó ese momento para preguntarle algo que le había quedado rondando por la mente.
–¿Tu hermano es siempre así? Tan callado y tímido.
– ¿Quién, Matt? Él no es nada tímido, solo es muy reservado. Prefiere la soledad, es muy distinto a mí.
Y dime, ¿Tienes novio en San Francisco? – Preguntó Sam con total descaro y normalidad, movilizando en ella una joven herida.
– No, yo no eh estado en una relación en mucho tiempo. – Mintió.
– ¡Que bien! , porque desde que llegaste a casa tengo muchas ganas de decirte que eres muy bonita Kenya Moore, pero no me atrevía. Talvez fue el alcohol el que me hizo tomar valor.
Kenya solo sonrió ante aquel comentario. La había incomodado con sus palabras, porque ella estaba en un punto en el que no quería halagos o algún tipo de acercamiento con alguien más. Sólo quería hacer amigos y olvidarse de aquello que pasó, sin sentimientos de por medio, estaba lejos de querer seguir sufriendo.
–¿Sabes qué? Lo siento mucho, creo que me pasé, soy un imbécil.
–No te preocupes, pero creo que ya es tarde y deberíamos irnos.– Dijo Kenya aún algo apenada por el comentario de Sam y luego de pagar lo que habían tomado se dirigieron a la salida para irse al edificio y cada uno a su respectiva casa.
Kenya aún estando de "visita" por Nueva York, y a pesar de que cuenta con nuevos amigos y una mejor forma de pensar y/o ver la vida, por las noches, cuando el más oscuro cielo torna por completo las alturas y deja ver allí el firmamento, todo se vuelve oscuridad para ella también.
"Soñaba que despertaba de un profundo sueño. Uno en el que sentía que no me faltaba nada, en el que todo me importaba poco y nada podía pasarme...hasta que abría los ojos."
#Sonido de un cristal al romperse#
Aquellos malditos cristales. Ellos me producían un susto repentino, es que eran éstos los que me despertaban dentro de mis sueños. Trataban que recuerde los vasos y espejos que Dylan rompió en sus momentos de furia. Y luego los sollozos de una mujer, pero no se de dónde vienen. Recorría todas las habitaciones buscando a la pobre mujer que sufría, quería ayudarla, necesitaba ayudarla. Abrí todas las puertas, busqué en todos los rincones pero no había nada y aquel llanto parecía escucharse más y más fuerte hasta que parecía gritar, gritar de dolor. Hasta que por fin abrí la última puerta… la encontré tirada en la cama de la que ocurrente mente me había levantado hace unos minutos atrás. Ahí estaba yo, me podía ver, podía ver cómo cada noche moría un poco más, cómo sufría y cómo me rendía. Ese tipo de sueños recurrentes los tengo desde estoy aquí, es como si algo me quisiera hacer saber que esté donde esté, haga lo que haga y piense lo que piense, nunca iba a cambiar lo que pasó, ni mucho menos olvidarlo por completo."
-6 de febrero, 2018:
Febrero había llegado. Los días pasaban tan rápido que no se percataba de ello.
Todo cambió mucho éste tiempo y nunca hubiera sido posible sin el amor incondicional que recibía de quien consideraba su nueva familia.
Aquellas tardes enteras en las que se las pasaban ella y Brett contando historias y pegadas a la estufa con una taza de café para cada una, habían servido de gran ayuda para que vuelva a confiar en las personas. ¿Suena raro verdad? Luego de mucho tiempo aislada, amigos que se fueron sin explicación y que la única persona con la que mantenía contacto no era precisamente de la que mejor trato recibía, poco a poco su felicidad se fue desvaneciendo y tenía suficientes razones como para dejar de creer en que aún quedan personas buenas.
"Querida madre. Quiero hacerte saber mediante ésta breve carta lo bien que me he estado sintiendo desde que estoy aquí. Pero a la vez, me entristece saber que tanta distancia hace que pierda la oportunidad de pasar momentos junto a ustedes. También quería contarte que hoy , junto a Brett y su padre, saldremos a ver departamentos para lograr al fin instalarme. Talvez un poco de privacidad me haga bien.
¿Cómo está mi pequeña hermana? Sé que éste año quizás no esté en su cumpleaños, ni en el tuyo. Y que será el primer año en el que pasaremos separadas el día de las madres. Pero ni bien toda esta situación se recomponga, las visitaré. No crean que toda la vida sólo mantendremos contacto por estas cartas, sólo es un momento malo y ya va a pasar... Las quiero inmensamente, Kenya."
–¿Crees que algún día las vuelvas a ver? – Preguntó Brett bastante triste a su amiga, ya que notó como caían un par de lágrimas de sus ojos al escribir aquel resumido escrito.
–Lo dudo mucho. – Le contestó mientras secaba aquellas gotitas incapaces de evitar.
–Pero tu sabes que...
–Lo sé. –La interrumpió. –No voy a poder mentirle toda la vida. Pero también sé que no podría vivir sabiendo que las hice sufrir. Al menos un buen tiempo será así.
–Sabes que no comparto tu decisión, pero te entiendo y te apoyaré en todo. Ahora... Creo que deberías ir a cambiarte porque llegaremos tarde a la cita para ver un edificio muy bonito de la zona. Ponte guapa y ya seca esas lágrimas mi cielo. –Concluyó sus palabras y continuó dándole un fuerte abrazo.
La joven les había comentado en un almuerzo a Richard y Brett que estaba pensando en mudarse a la ciudad y le gustaría que ellos la acompañen a ver departamentos.
Obviamente Brett ya sabía de antemano que planeaba quedarse aquí. Pero tuvo que decir eso ya que su padre creía que sólo estaba de paseo.
Richard siempre fue un padre muy presente con sus hijos, desde que eran pequeños sabía que así lo era. Pero el hecho de ser padre soltero hacía que por más tiempo que quiera pasar con su familia, ya sea por compromisos o por trabajo, no siempre podía estar presente.
Siempre de un lado a otro y con la cabeza en cualquier lado, pero con un único fin, el completo bienestar de sus hijos.
–Y Kenya, ¿Qué te han parecido los departamentos que vimos? –Dijo Richard al volver de un largo recorrido por los alrededores.
–Hermosos, cada uno de ellos con una vista y una ubicación increíble.–Contestó.
–Para mí el último, con una buena mano de pintura, quedaría perfecto. –Acotó Brett mientras abría el picaporte de la casa.
Para su sorpresa, Bruno y Derek estaban sentados en el piso jugando con pequeños autos de carrera.
–Christopher me preguntó si podrías cuidarlo Brett, dijo además que te pagará si aceptas.
–Pero Bruno, yo no tengo suficientemente tiempo por mi trabajo. Se me hará imposible...
–Yo podría hacerlo, si Christopher me lo permite... –Dijo Kenya.
–Es más, ahora mismo lo llamaré para que hables con él. Un trabajo te vendrá más que bien para pagar el alquiler de tu nuevo departamento, ¿no crees? –Dijo Richard.
–Tiene toda la razón señor Allen.
–¿Ya conseguiste departamento Kenya?
–Aún no Bruno, pero los que vimos hasta ahora son muy bonitos. Me será muy difícil elegir.
Y así fue concluyendo aquel largo día.
Gracias a aquellos pequeños momentos en los que inevitablemente terminaban con risas incontrolables, porque a pesar de que Brett no hablaba mucho tenía un gran sentido del humor. Había descubierto en ella algo que la mantenía a salvo y de tras de todo ese enorme dolor, remontaba como barrilete una gran satisfacción por superar todo aquello que le había ocasionado algún mal.
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Editado: 16.07.2018