Abro mis ojos lentamente, veo los focos del lugar donde estoy, el techo está muy alto y es blanco, me deslumbra la luz, cierro los ojos de nuevo y los abro intentando adaptarme lentamente. Cuando me siento más segura, levanto mi cabeza y lentamente el resto de mi cuerpo, me apoyo en mis codos, noto que estoy en una mesa de metal, hacía delante hay gabetas del mismo material, volteo y noto que también a mi espalda. Me siento entumida, adolorida, me logro sentar en la mesa y lo primero que noto es que mi pierna está de regreso, la tomo con ambas manos y la siento, tengo sensibilidad y es cuando de nuevo me sorprendo, mi brazo está de nuevo unido a mí. La alegría no la puedo esconder, sonrío de oreja a oreja. Salto de la plancha y veo mis brazos, mis piernas, también noto que mi piel está bien, está sana, como si nada hubiera pasado, lo único extraño es que mis tatuajes no están, tenía un dragón que abarcaba todo mi brazo derecho y no está. Volteo mi brazo como buscandolo, pero efectivamente no aparece.
-Disculpa si te uní mal, pero tenía prisa...
Escucho una voz a mi espalda, me pongo alerta, un escalofrío me recorre todo el cuerpo, volteo lentamente y veo quien es. Lo recuerdo, vagamente recuerdo lo que sucedió en la habitación del hospital donde me mataron los hombres de Miller. Lo veo ahí sentado a lado de la plancha donde desperté, está viendome fijamente, sonríe de medio lado, tiene las piernas cruzadas y sus ojos noto que se vuelven rojos como la sangre, brillan ante la luz, sus pupilas se vuelven una fina línea negra, vuelven casi imperceptibles.
-¿Qué carajos? (entrecierro los ojos como intentando enfocarlo mejor)
-Tranquila... creo que tenemos que hablar...
Escucho la voz de una mujer, de repente volteo hacía la izquierda del tipo y veo a una chica de cabellos rojos, tiene un ojo rojo y un ojo azul, que extraña característica, ella se ve tranquila, incluso con algo de gentileza en la mirada, extiende sus manos hacía mí como si intentara calmarme, empieza a acercarse lentamente y me sonríe afectivamente.
-Todo estará bien... tenemos que salir de aquí... cuando lleguemos a casa te explicaré todo... ¿si?
Me molesta la forma en la que me habla, como si fuera una niña pequeña y asustada, me quedo quieta viendo como se acerca lentamente a mí, sus manos siguen levantadas en mi dirección. Espero a que esté lo suficientemente cerca, levanto una ceja y sonrío de lado, ella ve mi cambio de humor y se alerta, la tomo de un brazo la jalo hacía mí y lo tuerso por detrás de ella mientras que con mi otra mano la abrazo por el cuello con fuerza.
-Vaya... no me lo esperaba... (dice el tipo sin levantarse)
-¡¿No te lo esperabas?! ¡Tonto! (le grita mientras la mantengo bien agarrada) ¡¿Es en serio?! ¡sueltame!
-¿Quienes son? ¿Qué quieren de mí? (veo fijamente a los ojos al tipo que se levanta lentamente)
-Tyra... tranquila... no lastimes a la frágil Florence... (camina con paso seguro y tranquilo hacía mí)
-¿Cómo sabes mi nombre? (entre cierro los ojos y aprieto más fuerte a Florence del cuello)
-Es una historia graciosa que te contaré cuando salgamos de aquí (me sonríe y se acerca aún más)
-¿Trabajas con Miller? (le pregunto con recelo)
-¿Miller? ¿Quién es Miller? (pregunta Florence y le tuerso más su brazo para que calle) ¡¡¡Aaaaaauch!!!! ¡salvaje!
-No... no somos aliados de él... estamos aquí por otra situación...
Me dice el tipo mientras se detiene frente a nosotras, lo que ven mis ojos no tiene sentido, salen unas alas membranosas como de murciélago, son enormes, casi acaparando de lado a lado el lugar y negras, tan negras como su cabello. De su frente empiezan a salir un par de protuberancias que asemejan a unos cuernos y sus ojos resplandecen rojos como la sangre.
-Jajajaja vaya... vaya... (me río, en verdad no creí jamás ver algo igual)
-¿Te dá risa lo qué ves niña? (dice el tipo algo molesto por mi reacción) ¿crees que los demonios y el infierno son de risa?
-Pues si me quieres espantar... no lo estás logrando... lo siento (le sonrío de lado)
En eso siento como Florence me da un pisotón, haciedo que logre relajar el agarre con el que la tenía presa, se safa de mis brazos y me da un cabezaso que termina haciendome hacia atrás. Escucho un zumbido en mi cabeza, cuando abro los ojos veo a la chica sujetando su cuello y me ve con el ceño fruncido. ¿Así que quiere jugar?. Volteo hacía mi lado hay una mesa de metal con un bisturí, lo tomo, lo empuño con el filo hacía afuera y la veo fijamente lista para pelear, ella me ve con los ojos bien abiertos y voltea a ver al murciélago con preocupación.
-¡Basta! ¡no estamos aquí para pelar contigo! (escucho su voz, más grave, más profunda, lo veo de reojo) estamos aquí por que decidí que serías la siguiente inquisidor... por eso estás aquí... (levanta sus manos hacia mí)
-¿Inquisidor? (sonrío de lado) Exijo saber que es lo que está pasando... (regreso mi mirada hacía la chica que se queda pegada a las gabetas)
-Hablemos en otra parte.. (dice el tipo)
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Editado: 18.01.2020