Camino entre la ceniza, cada vez es más profunda y me es más difícil avanzar, de repente siento la mirada de alguien, pero no hay nada al rededor, solo árboles desperdigados por todos lados. A lo lejos noto edificios, pequeñas construcciones negras y lugubres, ahí es donde noto un par de rubíes que me ven fijamente, noto como de estar hincado se levanta, un escalofrío me recorre por completo, empiezo a moverme hacia los pocos árboles que hay alrededor, buscando refugio, pero es demasiado tarde, ese ser ya me vió y escucho un rugido fuerte que hace vibrar cada fibra de mi ser, entiendo que ahora estoy en peligro. Cuando llego hasta el árbol más cercano escucho aleteos que se acercan cada vez más, inconcientemente pongo mi mano encima de la esfera que me dió Naheca, tratando de no romperla, de no acobardarme en este momento. Estoy absorta pensando en eso cuando aquel ser que me vió esta frente a mí con sus alas extendidas, levanto la mirada y lo veo fijamente, es un hombre moreno de ojos rojos y una sonrisa de satisfacción, no viene sólo, tiene otros dos con él.
-Vaya... vaya... ¿te perdiste muñeca? (su voz es gruesa y produce un eco tétrico)
-Busco a Lucifer... (es lo único que alcanzo a decir antes de que la risa de los tres llegue a mis oídos, sabía que esto no sería fácil)
-Lo siento... está muy ocupado... pero yo puedo encargarme de tí sin problemas... (camina hacia mí con soltura, como si la ceniza que detiene mis pasos se abriera ante los suyos, dejando el camino despejado hacia mí)
-Vine para hablar con Lucifer... (levanto la vista hacia él, lo veo fijamente a los ojos y él se sorprende de mi intento por imponerme)
-Oye... tranquila... ¿qué tiene Lucifer que yo no te pueda dar? (se acerca aún más y pone su mano a lado de mi cabeza, apoyandose en el árbol)
-¿Qué parte de quiero hablar con Lucifer no has entendido? (le digo sosteniendo su mirada, de repente empieza a reír y siento como con su mano libre me da una bofetada tan fuerte que el sabor a sangre llena mi boca, me quedo desconcertada con la frente apoyada en su brazo que aún está sobre el árbol)
-Ya te dije linda... que no lo puedes ver... (estoy concentrada en mi respiración, tratando de controlar mi furia, siento como con la misma mano que me abofeteo la pone en mi cuello intentando deslizarla hacia mi escote) yo soy el único demonio con el que te vas a divertir el día de hoy... (empieza a desabotonar los botones con calma, de manera pausada mientras habla) estarás conmigo y con mis amigos hasta que decidas explicarme que haces aquí y de donde vienes...
Cuando mi camisa está totalmente desabotonada levanto mi rostro hacia él, clava sus ojos en los míos mientras siento como con su mano intenta retirar mi camisa y descubrir mi torso. Hace tanto que no sentía dolor y humillación al mismo tiempo, hace tanto que alguien no quería intimidarme y anularme no solo como persona si no como mujer, recuerdo desde ese primer día en el que me enliste en la milicia, recuerdo como nunca creyeron que fuera a llegar lejos, como me subestimaban. Se burlaban de mí cuando fallaba, comparandome con los demás y cuando lograba sobre salir le restaban importancia a mis logros, lo más pesado de mi carrera militar fue tener que soportar a la gente como él, a las personas que solo quieren abusar de ti creyendo que eres débil, creyendo que con amedrentarte lograrán su objetivo, que creen no iniciarás una pelea que no ganarás, pero a veces y solo a veces, lo importante no es ganar, es pelear.
Sintiendo como la rabia empieza a explotar en mi pecho, mi cuerpo de repente deja de sentir frío, mi corazón se acelera y empiezo a sonreír, no me importa que mi labio se vuelva a abrir haciendolo sangrar aún más, el demonio toma distancia, despega su mirada de mi pecho y empieza a desconcertarse por mi comportamiento, voltea hacia sus dos acompañantes y regresa de nuevo su rostro hacia mí, empieza a reírse conmigo intentando hacer sonar sus risas más fuertes que las mías, pero aún así no dejo de reír mientras que mi mano se acerca lentamente a la daga que me dió Zanza, cuando él está más confiado pone su mano libre en mi hombro retomando su tarea y yo levanto la mía con la navaja hacia él, la clavo completamente en su abdomen, veo como sus ojos se abren de par en par sorprendidos de lo que está pasando, noto que aún no es capaz de concientizar lo que está pasando. Da un par de pasos hacia atrás, pero mi intención no es dejar las cosas como están, reduzco esa distancia, lo tomo por el hombro y saco la daga para volverla a encajar en su abdomen, una y otra vez mientras veo como su fuerza se empieza a ir con cada estocada, veo en sus ojos a todos aquellos que quisieron minimizarme, que quisieron abusar, a todos los que quise apuñalar y nunca pude por que al parecer yo si tenía que comportarme, yo si tenía que mostrarme como una dama y aceptar sus ofensas, tragarme esa vieja frase de "es mejor ignorarlos".
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Editado: 18.01.2020