Camino muy alegre por las calles de New York, el viento sopla un poco fuerte a mi alrededor. La boina color azul marino que llevo puesto, combina con mi abrigo largo con solapa del mismo tono. Hay tantos rascacielos iluminados, que adornan la ciudad. Mi inglés no es muy bueno, pero traigo conmigo a una amiga de papá, quien es experta hablando este idioma. Es mi primera vez en esta espléndida ciudad, no me imagino pasar una navidad entera, sería sensacional.
Han pasado tres años, desde aquella tragedia. Solo sé que tuve un accidente automovilístico muy extraño. No estaba sola, dicen que iba con un joven, el cual era mi enamorado. No sé qué habrá pasado con él, luego de aquello, me llevaron muy herida a un hospital cercano. Cuando desperté, mis recuerdos ya no existían. Ni siquiera recuerdo su nombre. Mis padres me llevaron al extranjero, a comenzar una nueva vida, hasta que mis recuerdos vuelvan.
La empresa de mi madre, ha progresado desde que ocupo la gerencia general. Hay un alto porcentaje de ventas a diario. He decidido soltar el pasado, porque los recuerdos que he recuperado solo son de mi familia, y la vida sigue…
La amiga de mi padre, se ha ido a cancelar los pagos del hospedaje. Estoy en la puerta principal del hotel, y escucho muy claro la conversa de un joven vestido muy elegante con uno de los empleados. Me llama la atención sus increíbles ojos verdes. Tiene toda la pinta de un español, su acento lo delata.
—Mi padre viene en unos días. Todas las operaciones económicas del hotel, deben estar al día. ¡Por favor! Encárgate de eso — le entrega al empleado una carpeta repleta de archivos.
—Sí, joven Bruno — se voltea en dirección al ascensor.
Melina, la amiga de mi padre, me llama con su voz potente.
— ¡Emma! Apura, mi niña. Subamos a nuestra habitación