Desde que la luna me acompaña

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26 de mayo del 2015

Hugo miró a ambos hermanos como si tuviesen dos cabezas, ¿ahora querían molestarle con eso, en serio? ¿No tenían otra cosa interesante que hacer? Bufó finalmente, sin prestarles mucha atención.

—¡Vamos, tienes que acompañarnos! No será divertido sin ti, mira que tener a mis hermanos otra vez es una alegría inmensa, ¿no puedes complacer a tu hermanita? —Movió las pestañas con inocencia, intentando verse linda, Pablo le tiró su bolso en la cara.

—Para ya con eso, te ves horrible Susana.

—Por algo Viviana no quiere saber de ti, eres un estirado —la miró de mala manera, sonriéndole sarcásticamente.

—Me temo que somos dos en el barco hermanita, ¿no te ha tirado, otra vez, tu novio?

—Al menos a mí me han dado esperanzas, pero a otros —sonrió mecánicamente—, lo han echado sin alegar otra razón.

—Tú ciertamente —apretó los labios, molesto con ella.

—¿Saben? Me alegra ser el único que no tiene problemas amorosos, echarle en cara lo mal que va mi relación a otra persona no me conviene —bebe tranquilamente de su jugo, estaba reponiéndose, no necesitaba más alcohol en él—. Y respecto a la fiesta de la que hablan, mi respuesta sigue siendo negativa. Abogadas estiradas sin humor no son mi tipo, mucho menos contables que solo hablan de números, lo siento hermano, sé que tienes más temas interesantes —puso su mano en su hombro con diversión, a lo que Pablo quitó con inmediatez.

—Me pregunto por qué razón acepté almorzar con ustedes. Son realmente molestos —gruñó con pesadumbre al ver las caras sonrientes de sus hermanos.

—¿Tal vez por qué tus colegas no están dispuestos a soportarte? O, también, que Viviana no ha querido saber de ti y no tienes ganas de arruinarle la velada a nadie más que tus hermanos, porque sabes que ellos están igual de jodidos que tú, ¿no es cierto?

—Vaya, debiste ser psicóloga no abogada, hermanita. Se te hubiera dado bomba.

—No te creas, Susana no ha sido buena en nada más que desafiar, el café debe de tener algún tipo de droga para que haya acertado —sonrió brillantemente—. Ella es verdaderamente mala en todo tipo de cosas, me impresiona que hayas dado en el clavo, Pablo debe de estar realmente mal para que te dieras cuenta.

—Tenía planeado presentarte a una bonita chica si ibas a la fiesta, es exactamente tu tipo, otra persona debería darse cuenta de ella y no tú —refunfuñó, pero aquello no duró más de dos segundos porque se acordó de algo interesante—. Hugis, ¿todavía tienes esa voz melodiosa, cierto? ¡Podrías cantar en la fiesta! ¿A qué es una buena idea?

—Primera vez que estoy de acuerdo contigo, Susan, después de todo, algo bueno habrá en aquella fiesta.

—Ah, no, no me apetece —dijo rotundo, las miradas de sus hermanos se concentraron en él, interrogantes.

—¿Qué, por qué? ¿Acaso es por la forma tan miserable en la que te lo he pedido, Hugis? —Preguntó, un poco decepcionada por la respuesta de su hermano.

—Antes lo hacías todo el tiempo, hasta hartar a nuestros padres, y por supuesto, a nosotros también. ¿Por qué ahora no? —Analizó a su hermano, él estaba de mal humor, le habían recordado algo que no quería. Sonrió apenado.

—Lo siento, chicos, me tengo que ir. Olvidé hacer algo importante —dejó su parte por la comida y los miró una última vez—. Los veré luego, y no, no iré a la fiesta. Es algo que está fuera de discusión Susana.

Se marchó de allí dejando interrogantes en sus hermanos. ¿Qué había pasado? ¿Por qué se comportaba de esa manera? Era extraño que Hugo rechazase un pedido de aquellos, antes lo hacía sin siquiera pedírselo, y ahora, ¿qué cambió? Ninguno lo sabía y se daban cuenta de que algo en su hermano los dejó hace mucho tiempo, y eso, no volvería jamás.

17: 22 h

Esta vez, los empleados de Acevedo Corporation estaban asustados, faltaban unas pocas horas para que salgan de su turno por completo hasta el día siguiente, pero eso no era suficiente, las ganas de salir de allí aumentaron cuando los gritos de la manda más estaban en una proporción más alta que los últimos días.

—¿No sabes quién ha sido que ha manipulado las cuentas, dices? —Sonrió amenazadoramente hacia ella, se encogió inmediatamente—. Te he visto Carol, has estado dando muchas vueltas, el encargado de hacer que esto salga bien —señaló las cuentas—, ha estado muy extraño últimamente, y no sé qué le pasará si no admite de una maldita vez sus errores, créeme que puedo demandarlo por fraude hacia la empresa, y no han sido unos pocos meses, no, han sido 5. Y eso, eso me hierve la sangre Carol, así que contesta, contesta por las buenas, porque si no perderás tu puesto tú también. ¿Y quieres eso? Después de todo, eres una buena empleada, no sabría con quién remplazarte, pero sino me dejas otra opción, por supuesto que encontraré la mejor antes de despedirte —ella tragó saliva cuando finalizó.

Luz se sentó elegantemente, esperando a que aquella jovencita hablase de una buena vez, solo la estaba asustando, era una pasante en su empresa, que posteriormente entrará en el departamento de finanzas, pero, como iban las cosas, no sabía si podría confiar en ella. Suspiró.

—L-l-lo siento presidente, me di cuenta unos meses después, pero él me amenazó con decir que he sido yo la que ha ocultado que había un error de cuentas, y no soy alguien importante en la empresa, ya sabía que usted no me creería —se detiene ante sus palabras—. ¿Me cree, ahora mismo? El contador general ha hecho que tengamos algunas bajas, pensó que usted no se daría cuenta porque él no es el único en esto —hace una mueca al mencionar que también el asistente de contabilidad al igual que el jefe de caja están involucrados en eso.




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