19 de junio, 10: 30.
Hoy era uno de esos días en los que el impulso le ganaba y quería asistir a la universidad, hasta ahora, no se había permitido pisarla, ni siquiera por casualidad, y ahora estaba allí, encerrada en una biblioteca que carecía de personas a esa hora. Aspiró, esto iba a ser difícil, sus piernas estaban hecha gelatina. Quería participar en las prácticas, y en los proyectos como la gente normal, pero le era imposible, todavía le era imposible hacer esa simple acción. Estaba allí por mero impulso, vio su horario y la palabra práctica en el fue como una llave para ella, pero estaba equivocada si pensaba que aquel impulso, le saldría de las mil maravillas, cuando ni siquiera podía cruzar palabras con la bibliotecaria.
Pasó por los estantes, mirando con curiosidad aquellos libros, no era de las personas que les gustara leer, simplemente, porque no ha tenido la oportunidad, su madre no lee, es fanática de las telenovelas y sus canciones, por ende, solo creció con ello, tampoco tuvo un celular hasta hace poco, se entretenía haciendo muñecos de madera, e inclusive piezas de escultura que ha podido enviar a la profesora en alguna que otra ocasión, después de todo, ha sido una muchacha sin muchas cosas, y aun así, las disfrutó con una sonrisa en el rostro, sin quejarse. Era incluso más de lo que podría pedir, cuando ni siquiera pensaba que se encontraría allí, viva.
Se detiene al ver uno que llama su atención, «Historia del Arte; E. H. Gombrich», tocó su tapa, aquel título en verdad le interesó, pero no tenía ningún medio para obtenerlo, y no sabía a quién preguntar, mordió su labio, dudosa. Tenía que progresar de alguna manera ¿no? Al menos puedo hacer esto. Dijo para sí, caminando con lentitud hacia una muchacha, ella estaba concentrada en su celular, ni siquiera estaba atenta a lo que sucedía a su alrededor, pero ella no se había dado cuenta de eso, y continuó acercándose.
—P-p-p —aspiró una vez más, sintiendo seca su garganta de repente, había comenzado con mal pie, pero no se iría, quería aquel libro, y sentándose a verlo no solucionaría nada—. Perdone —la chica la miró con el ceño fruncido, preguntándose porque rayos la estaba interrumpiendo. Tragó saliva—. ¿C-c-como p-p-puedo —mantuvo los ojos en otro lugar que no fuese su escrutinio, ella se quedó bastante curiosa por la forma en que evitaba mirarla, ¿por qué lo hacía? Se preguntó— o-o-obtener u-u-un —agarró más fuerte su mochila, eso le estaba quitando años de vida, quería salir corriendo de allí—. ¿L-l-l-libro?
—¿Sufres de tartamudez acaso? —Preguntó, no lo había dicho con malicia ni nada, pero eso solo hizo que Maura quisiera alejarse de ella lo más pronto posible, suspiró cuando no contestó—. Si eres de esta universidad es bastante sencillo, aunque supongo que no es así para ti —la observó, extrañada de que estuviera tan lejos de ella—. Sé que me veo rara con lo que llevo puesto, pero ¿hasta ese extremo? —Señaló la distancia que había puesto entre ambas, se levantó, recogió sus cosas y se dirigió a ella con amabilidad. Sonrió—. Vamos, te ayudaré a obtener el que deseas, esto es como mi hogar, Perla me ama, no hay un ser humano que disfrute de prender fuego más que yo.
Maura, aun queriendo huir de allí, la observó con curiosidad esta vez, no veía nada de malo en como vestía, ella tampoco seguía la moda actual si eso es lo que le preocupaba, ella más bien, viste a su modo. Como aquella chica.
10: 55
Después de una charla silenciosa, que consistía en que aquella chica mirase a Maura en todo el camino que había trascurrido, viendo como sostenía con delicadeza aquella docena de libros, y no era especialmente una broma, había tomado unos cuantos, que, en total, eran unos doce, ella se preguntaba cómo iba a consumir esos libros en tan poco tiempo, no lo sabía, pero eso le produjo más curiosidad aún.
—¿Eres estudiante de bellas artes, no es así? —Asintió, cohibida por lo que sostenía en sus manos. Bufó, decepcionada por la respuesta vaga de la muchacha—. Yo, sin embargo, estudio musicología, me encanta lo que hago allí, pero ¿por qué diablos hay tantos chicos en un aula? —Reniega, aquello la ponía de mal humor—. No he podido hacer amigos debido a eso, soy demasiado «exótica» para ellas, cuando ni siquiera mis métodos son tan extraños y difíciles ¿sabes? Quisiera tener una chica como amiga, estoy cansada de los barones —se giró hacia ella, revisando sus palabras—. No me malinterpretes, tampoco es que sea homosexual, aunque, viendo como está mi vida actual, considero la posibilidad —comenta divertida, Maura no sabía ni dónde meterse, ella era igual de parlanchina que alguien que había conocido hace tiempo. No se llevaba bien con esas personas, corrección, con ninguna, pero con ellas era más difícil sobrellevarse.
Le pasó un papel, allí anotó su número, a pesar de que no se llevaba bien con las personas parlanchinas, ella la había ayudado, y se sentía más o menos cómoda con su compañía, ella frunció el ceño, no esperando aquello de ella.
—¿Me estás dando tu número? —Asintió, alejándose más de ella—. Umh, ¿es que acaso no puedes hablarme normalmente? Estoy aquí tratando de tener una conexión contigo chava, y no he obtenido nada —las señala a ambas, ahoga una risa cuando la ve fruncir el ceño—. Vale, vale, dejaré mi locura por un rato, te llamaré para quedar ¿ok? Me pareces una chica realmente interesante, aunque deberías responder por lo menos a mis preguntas ¿sabes? Siento que estoy hablando conmigo misma.
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Editado: 15.02.2021