Desde que la luna me acompaña

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5 de agosto del 2015

13: 08 h

Luz bufó al escucharle, estaba cansada, y mucho más cuando la relación con Nicolau estaba empeorando cada día más.

—Nicolau, hazme el favor. Deja de eludirte, tendrás un hijo —aprieta los labios—. Un hijo que no es de ambos. Sino con alguien más. Y con aquella mujer tan insoportable. Te la has rifado, ¿tienes otra cosa preparada para mí? Deberías avisarme para no sorprenderme como lo hice con esta noticia —sonríe de boca cerrada—. Me marcho. No creo que pueda soportar estar aquí simplemente discutiendo contigo. Me quita toda la energía.

Recoge su saco del sofá, enojada con toda aquella situación. Nicolau aprieta los labios con furia, estaba cansado de explicárselo, de entenderlo por sí mismo y no encontraba ninguna solución.

—Luz, cálmate de por Dios. No puedes tomar decisiones precipitadas. En aquel tiempo nosotros no éramos nada. Simplemente teníamos coqueteos que no iban para parte ¿recuerdas? —Dice—. Fue mi culpa el haberme descuidado, sí, lo admito. Pero ¿por qué eso tiene que destruir nuestra relación? Estoy buscando una solución para esto, pero quiero hacerlo contigo, hablarlo contigo. ¿Por qué te comportas de esa manera?

—Nicolau, una mujer que tiene un novio, y aparece una desconocida alegando que está embarazada de dicho hombre, ¿cómo crees que se sentiría? —Lo observa con dolor, estaba demasiado frustrada—. Nada bien. Entiéndeme también tú a mí. Esto no es nada fácil de asimilar.

Se fue de allí no escuchando más a Nicolau. Cogió su moto y se dirigió hacia aquel pueblo que fácilmente podría ser su escape de la realidad. Mordió su labio. No lo sé, no sé que diablos hacer con esto. No lo sé. Pensó, completamente ida de lo que podría pasar.

13: 55 h

—¿Qué hace ella aquí? ¿Por qué tiene que acompañarnos, incluso? —Con irritación, Blas comienza a decir.

—Este lugar no es de tu propiedad. Puedes largarte si te molesta mi presencia, no me iré solo porque a ti se te dé la gana, parásito —igual de molesta, le responde Luz.

Belén bufa, irritada con su comportamiento.

—Sí, sí, sé que "no se soportan", pero estamos aquí porque cada uno tiene algo en la cabeza y busca solucionarlo ¿cierto? —Se coloca el casco, dispuesta a finalizar la conversación a la vez que arranque—. Para eso está la pista. No hay que ahogarse en un vaso de agua por cada pequeñez que se nos presente, sobre todo tú, imbécil. Ese orgullo no te ha llevado a nada y aún así lo quieres mantener ¿qué te cuesta aceptar su oferta? —Bufa, molesta—. Siempre haciendo las cosas a tu manera y no viendo lo que te estás perdiendo. La oveja mansa se mama su teta y la ajena. Apréndelo de una buena vez. No llegarás a nada si sigues con esa aptitud.

Arrancó, dejándolos atrás a ambos. Blas apretó los labios, dándole pensamiento. Luz se encoge de hombros sabiendo que ella tenía mucha razón, sin embargo, aquel refrán no la describía en lo absoluto. Su problema era muy diferente al que aquejaba a sus compañeros.

—Deberías hacerle caso por una vez, esta vez no tiene ningún fallo —dice, siguiendo los pasos a Belén, quien ya estaba bastante lejos de ambos.

El gruñido que soltó decía claramente lo disgustado que estaba con la idea, pero que, lamentablemente, no tenía otra opción que no sea esa.

14: 24 h

Una vez todos sintieron la fatiga en su cuerpo finalizaron aquella carrera improvisada. Belén se sentó en el asfalto con una cerveza en mano, fue despedida recientemente y no tenía dinero para mantenerse por los próximos días, sin embargo, no quería pensar en eso. Bebió con ganas.

Blas la miró con dudas, eran cercanos, los más cercanos de su familia, no obstante, su hermana a veces podría llegar a ser muy independiente y ocultarle algunas cosas de las que después se lamenta y ambos tenían que buscar una solución.

—No deberías de beber de esa manera. Tienes trabajo en el salón ¿no? —Ella le sonrió amargamente.

—Capta el ambiente, hermano. ¿Cómo podría beber si tuviera trabajo? Es evidente que me despidieron y que estoy ahogando mis penas en el alcohol como toda gente normal hace —volvió a dar un trago, disgustada—. Simplemente me dijeron que me fuera así nada más. Es bastante injusto lo que la gente con un poco de poder puede hacer.

—Así que es eso —suspiró—. Bueno, todavía tienes oportunidad de salir de este pueblucho y aspirar a más. Eso era lo único que te mantenía atado ¿no? Pues ahora no más. Deberías estar agradecida por ello, ya puedes ir a la ciudad y convertirte en una gran estilista ¿no? Es lo que has soñado siempre; alejarte de aquí y cumplir tu sueño.

—Cómo si fuera tan fácil. El dinero es el motor principal para cumplir un sueño —sonríe agriamente—. Y por supuesto, yo carezco de ello. ¿No está bastante claro ya?

—Qué pesimista —comienza a decir la rubia. Ambos la miran. Uno irritado, y la otra con desgana—. Deberías tener más positivismo en ti. Todo no es fácil, es cierto, pero tampoco tan difícil —le sonríe, emocionada—. ¿Lo que te hace falta son títulos cierto? —Ella asiente—. Podrías hacer algunos cursos, son gratis. No tienes que esforzarte en buscar dinero para pagarlos sino para mantenerte. Eso te ayudaría a tener más confianza en ti ¿cierto? Podrías intentarlo.

—Tenías que hablar. ¿Por qué le vendes algo que no es verdad, Becca? Eres desagradable. Que hagas eso te hace más desagradable.

—Oh, mira. El bocón decidió aparecer —le sonríe con sarcasmo—. Últimamente tienes esta actitud totalmente injustificada hacia mí, la cual me gustaría saber a qué se debe, porque claro, solamente tú conoces el desagrado hacia mí o lo que sea que te hice para que me trates de esta manera —juntó sus manos en una pose defensiva—. Anda, dime. ¿Qué te he hecho yo, imbécil?

—Siempre tratas a las personas de la misma manera. Eres decepcionante —una vez más, le dice con irritación.




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