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«De la mano de la amistad, del amor hacia ti mismo, y de las cosas perdidas que regresan cuando menos te lo esperas».
23 de septiembre del 2015
14: 08 h
Después de salir del trabajo, como siempre, Agatha pasaba por su casa, a ver a su familia, últimamente se siente con más ganas de quedarse allí, y ella sabía por quién es qué se siente de esa manera, solo que no se lo quería admitir a sí misma, no quería creer en ello. Entró.
—Estoy en casa —dijo.
—Hey, tú —saludó con energía Rocío, hacia ella—. Tú y William parecen tener un pacto entre ustedes, que siempre llegan después del otro —le sonrió—. ¿Acaso hay algo diferente entre ustedes que no nos cuentas? —Rueda los ojos, en respuesta.
—Ha de ser simple coincidencia, ¿no crees ya en ello, Rocío?
—Desde que aquel reto hizo que tuviera una pelea con mi esposo estoy decidida a maldecir las coincidencias —gruñe—. Realmente no quería tener el niño, pensé que me había planificado como debería, pero no fue así, y ahora estamos en estas —suspira—. Sé que tú más que nadie no entiende por qué estoy de esta manera, pero es difícil, es difícil tener más hijos —muerde su labio, tocando su panza—, no quería pasar ese dolor otra vez, pero mientras más lo pienso, mientras más está junto a mí —sonríe, dulcemente, siendo aquel el resultado de la pelea que tuvo con su esposo—. No puedo dejarlo ir. Mis dudas eran tontas, y ya Alfonso sabe lo que tiene que hacer, así que todo está bien, hasta que las hormonas me controlen seré una mujer normal. Solo hasta entonces.
—Me alegro de que no te arrepientes de nada, tampoco te puedo reclamar ¿sabes? —Sonríe lentamente—, eres mi hermana, pero no tengo derecho a decidir por ti, tú eres la única que sentirá el dolor, la que lo criará, no yo. Si decidías no tenerlo, no te iba a juzgar, sería tu decisión a fin de cuentas. Muchas mujeres saben que no quieren tener hijos, eso lo sé muy bien —ella le sonrió en respuesta, finalizando el tema.
—Hey, ¿te puedo hacer una pregunta? Sé que no me la responderás con toda honestidad de todas formas, pero —miró de soslayo la habitación de su hermana—, ¿qué pasaría si hubiera existido una oportunidad de que William te olvide? ¿Te entristecerá? ¿Te pondrías como una fiera?
—Dijiste una sola pregunta —frunce el ceño mientras le responde—, y, de todas formas, sabes perfectamente que no quiero estar en una relación en este preciso momento —hace una mueca—, puedo darme una oportunidad a la adopción porque quiero a esa niña, que pueda vivir felizmente después de todo lo que pasó, pero de eso a lo romántico —negó con la cabeza—, no, no puedo. Sí William tiene esa oportunidad ¿quién soy yo para quitársela? —Sonríe de lado, algo triste—, es su vida Roro, que tenga oportunidades para dejar de sufrir es lo que todo el mundo desea ¿no? Eso es lo que pienso, no insistas más.
Se sentó en el sofá, dejándola sin habla.
—Pero eso no significa que no estés dolida de que eso pase —suspira—. Estos dos me darán un infarto por lo que veo, argh, bendita la hora en la que las cosas se tenían que volver complicadas —chasqueó la lengua y se fue a la cocina.
Agatha se quedó observando el control de la televisión con indecisión, pensando en lo que había hablado con ella hace pocos minutos. Suspiró.
—¿Qué tanto piensas? —Su voz la desconcertó, no sabía que estaba allí.
—¿Estás aquí? —Dijo, no sabiendo muy bien qué decirle, al observarlo.
—Umm, por lo que sé, sí —comenta en broma—. ¿Qué pasa? ¿Hay algo que te esté molestando?
—No realmente, no es eso lo que me pasa —desvía la mirada al sentirse cada día más diferente en su presencia, se aparta un poco—. Solo cosas que no me conciernen pasan por mi cabeza.
—Eso es extraño —dice en cambio—. Porque de ser así, no te importarían, y estas lo hacen —sonríe—. ¿Seguro que no es nada importante? —Ella lo observa, quedándose un rato entre sus ojos, contestándole con honestidad.
—Lo es, en verdad lo es. No tengo nada que ofrecer, solo problemas, y aún sigo pensando en que tenerlo a mi lado no está mal —traga saliva—. ¿Está mal desear algo, a pesar de que no eres la persona adecuada para otra? ¿Realmente estaría bien si me diera una oportunidad?
Él se quedó observándola, algo nervioso y confuso también, no sabiendo qué hacer.
—Agatha —ella lo interrumpe, acercándose a él, lentamente, se queda en su hombro, algo aliviada de que no la apartara.
—Lo he estado pensando, y me he llenado de preguntas a la misma vez —cierra los ojos, sintiéndose más segura a su lado—. ¿Tú querías estar conmigo? Yo sé que no soy la mejor, que tengo muchos problemas con los que lidiar, que no quiero ser lastimada otra vez, pero —deja su vista en sus ojos algo insegura de seguir hablando, porque realmente fue de impulso que había dicho todo aquello—. Tú llenas de calidez mis días, mi alma se siente más relajada cuando estoy contigo, a pesar de que no puedo estar cien por ciento ahora, quiero que sepas que el corazón que solo palpitaba para sobrevivir, ahora tiene otro objetivo —sonríe de lado—, solo que necesita tiempo, necesita ir de espacio, sino, puede asustarse más de lo que está en este momento.
Respiró profundo luego de terminar de hablar, preparándose para pararse del sofá, sintiéndose acalorada por todas las palabras que habían salido de su boca sin siquiera medir lo que estaba diciendo, sin embargo, él no dejaría que eso sucediera luego de haber escuchado aquellas palabras, que a decir verdad, lo dejaron prácticamente mudo hasta que vio sus intenciones.
—No pienses que puedes irte de esta manera luego de haberme dicho eso. No, Agatha, eso no lo puedes hacer —su mano la agarró, y la llevó hacia arriba, donde estaba su habitación.
Ya había visto como Rocío los miraba, no podía decir lo que tenía en mente enfrente de ella, solo quería que Agatha lo escuchara, nadie más.
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Editado: 15.02.2021