Desde que me dicen Dorge

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     Cuando Fusno se mudó con nosotros, no cabía en mí mismo de alegría. Le pedí a Lucy que viniera, pero ella se resistió. Prefería estar con los médicos. Eso sí, debíamos ir a visitarla todos los días. Accedí con gusto.

     Se adaptó muy rápido a la casa. No era un niño que hablara mucho, entonces no le molestó el silencio. Quien se sentía un poco triste era Natalia, que no podía comunicarse con él.

     A Fusno le costaba mucho hablar con señas o escribir poesía, pero se esforzaba en aprender. En cambio, con Voz se entendía sin comunicarse. Ella encontró un compañero de caminatas, él a alguien que veía igual el mundo.

     Ella caminaba con sus pies de patito, él con sus pies de Fusno.



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En el texto hay: magia, infantil, familia con magia

Editado: 16.12.2023

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