Narra Matt:
Me encontraba frente al televisor pasando los canales sin encontrar algo bueno para ver, estaba tan aburrido... No quería ir al cuarto porque prefería evitar encontrarme con el rubio idiota que ahora era mi compañero de cuarto y de cierto modo parte de la familia, aunque me costara aceptarlo.
"No me dejes mamá", esas habían sido las palabras que salieron de su boca mientras dormía. Yo no sabía nada de su historia ni de cómo sus padres se habían separado y no era algo que me importara en realidad. Entre menos supiera de él, entre más lejos me mantuviera todo sería más fácil. Es decir, no podía fraternizar con el enemigo. Aunque necesitaba hacerle pensar que estaba de su lado, necesitaba volverme su "amigo" o de lo contrario tendríamos muchos problemas y terminaría enloqueciendo.
—Matt ¿Puedes llamar a Tobi? —La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos—. Ya es hora de cenar y comeremos todos juntos en la mesa.
"¿Por qué no vas tú?" Quise decirle pero tuve que tragarme mis palabras al girarme hacia ella y ver esa hermosa sonrisa que solía tener hace muchos años. Tenía que cumplir mi promesa, debía ser bueno y llevármela bien con Tobi aunque eso significara perder mi libertad y vivir con miedo. Mi madre me había dicho que podría comenzar de nuevo, haciendo lo que me gusta, siendo yo... pero lo veía imposible, no podía ser yo, no mientras en mi vida existiera un ser tan egoísta y prepotente como lo era Tobi.
—C-claro má —respondí con una sonrisa fingida—. Enseguida voy —Me levanté lentamente del sofá y cuando estaba por salir de la sala mi madre se atravesó frente a mí.
—Matt, si algo ocurre no lo ocultes ¿sí? —dijo con la voz cargada de preocupación—. Sé cómo es Tobi, al principio hacía hasta lo imposible por hacerme pelear con Richard, fueron días difíciles... —dejó escapar un suspiro—. Y aún lo son y por eso te pido que si te molesta o algo me digas, tú tienes el mismo derecho de estar aquí por lo que no tienes que soportar sus pataletas de niño rico.
—Todo está bien mamá —mentí tratando de mantener la sonrisa en mi rostro—. Sé que nos llevaremos muy bien, hace un rato estuvimos hablando y no es tan malo como parece.
Era incapaz de decirle a mi madre lo que me había dicho Tobi, no quería preocuparla y mucho menos que terminara peleando con Richard por mi culpa. Debía ser fuerte y aguantar por ella, además en lo más profundo de mi ser sentía que aquel chico no era tan malo como se mostraba.
—¿Seguro? —frunció el ceño, yo no respondí nada—. Sólo te pido que confíes en mí y que no sacrifiques tu felicidad por mí, si hay algo que te moleste o te hiera dímelo —Se acercó y besó mi frente—. Ve y llama a Tobi —asentí y mamá se dirigió a la cocina.
Enseguida subí las escaleras y caminé hacia el cuarto, la puerta estaba entre abierta, así que lentamente la empujé para asomar mi cabeza y ver si el rubio seguía durmiendo. Pude ver que se encontraba acostado con una foto en una de sus manos y la observaba detenidamente a tiempo que la acariciaba con la otra.
—O-oye Tobi —dije dando algunos golpecitos a la puerta para llamar su atención—. Mi madre me ha pedido que te llame para ir a comer, a mí no me gusta comer en la mesa, siempre como en mi habitación pero ella ha insistido así que...
El rubio pegó un brinco al escucharme y puso con rapidez la fotografía bajo su almohada. Antes de levantarse frotó sus ojos, no sé si había visto bien pero parecía tener los ojos aguados aunque posiblemente sólo los había frotado para espantar el sueño. Quise preguntar si se encontraba bien pero él había sido muy claro con sus palabras, lo mejor era mantener mi distancia, al menos en ese momento.
—Vale, en un momento bajo —masculló entre dientes, tomando su celular y clavando los ojos en su pantalla—. ¿Algo más? —desvió su mirada hacia mí—. ¿Por qué sigues mirándome? ¿Te gusto o qué? —agregó haciendo una mueca de disgusto.
¿Había escuchado bien? Acaso ¿mi madre les había dicho que soy gay? El miedo me invadió, no quería que él supiera mi gran secreto, eso me ponía en una gran desventaja. Aunque desde que mi madre me había comentado que íbamos a mudarnos tenía pensado comenzar siendo yo, sin secretos, sin temores, no era tan fácil, no podía decírselo a cualquiera, sentía un gran temor a ser rechazado.
—Deja de decir estupideces —repliqué molesto y a la vez atemorizado—. No soy gay y si lo fuera no me fijaría en un tipo tan vacío y patético como tú.
El rubio abrió sus ojos como platos y soltó una pequeña carcajada.
—Oye tranquilo, no es para tanto —dijo con esa molesta y falsa sonrisa en su rostro—. Sólo quería molestarte pero creo que te afecta, por algo será ¿no?
—No estoy para tus bromitas —respondí, en mi interior rogaba porque mi rostro no se hubiese puesto rojo como un tomate—. No tardes, la comida se enfriará —agregué cerrando la puerta.
Me sentí estúpido, no podía creer que hubiese llegado a desconfiar de mi madre. ¿Cómo podía pensar en que ella me traicionaría de esa forma? Era absurdo, es decir, era mi madre y sólo quería lo mejor para mí. Sacudí mi cabeza tratando de despejar mi mente, debía tratar de controlarme ante esas situaciones o sería descubierto.
Al llegar al comedor la comida ya estaba servida. Richard me miró y puso su mano en el espaldar de la silla vacía que se hallaba junto a él, como pidiéndome que me sentara a su lado. Miré a mi madre, quien no dejaba de sonreír y me senté junto a ella. La sonrisa se borró de su rostro y miró a Richard apenada.
—Así que mañana es tu primer día de escuela Matt —dijo Richard en un intento por romper el silencio—. ¿Cómo te sientes? ¿Estás preparado?
—Pues estoy tranquilo aunque siempre resulta un poco aterrador —respondí con la mirada fija en mi plato—. Estoy ansioso por conocer a mis nuevos compañeros y profesores —aunque la idea me atemorizaba, sólo esperaba que no todos fueran unos completos idiotas como Tobi.