Desearía ser tu amigo

2-No menciones su nombre.

En toda la noche soñé con el mismo chico; en un parque verdoso y juegos oxidados, asientos de madera que se unían a la tierra, estaba yo sentada en uno de perfecto estado. Dejé que mi mano cayera encima del asiento y una mano pálida me tocó por accidente, di la vuelta a la derecha y miré otra vez al chico, su hermosa mirada me enamoraba más. Algo me decía que debía que besarlo.

—Perdón, no era mi intención tocarte —dijo el chico con tono de inocencia.

—Descuida, necesito un poco de compañía.

Miraba directamente abajo, quería volver a mirarlo. Con un poco de intención pregunté:

— ¿Cómo te llamas?

De repente me miró y segundos después me sonrió.

Pero el sueño se terminó. Desperté a las ocho de la mañana, el aburrimiento regresó. Me levanté de mi cama y me dispuse a bañarme. Terminada las actividades matutinas, me dirigí a la cocina y me preparé mi desayuno... huevo revuelto y pan tostado.

—Hola Miranda —me saludó mi madre — ¿Cómo amaneciste hoy?

—Digamos que bien —le contesté — ¿Y la abuela?

—Salió, dijo que iría hacer ejercicio.

—Que bueno para ella.

Mamá y yo nos la pasamos toda la mañana limpiando, recogiendo, desempacando todas las maletas y pertenencias a la casa. Llegó la una de la tarde, me había llegado un mensaje telefónico de Julieta:

"Hola Miranda, ¿Recuerdas a Brandon?, hará una fiesta hoy en su casa a las cinco y estás invitada. Envíame un mensaje si te aceptaron el permiso. Si lo envías llegaré a tu casa a las cinco"

En ese mismo momento, le pedí permiso a mi madre y lo aceptó, lo cual le envié un mensaje y me dispuse arreglarme para la fiesta; unos tenis converse negros, medias hasta el tobillo blancas, un schort de mezclilla, una camisa de manga larga color negro y encima una camisa de botones color rosa.

Lista y preparada para la fiesta. Cuatro cuarenta y llegó Julieta con una vestimenta estilo hipster, color rosa y rojo canela. Me despedí y prometí llegar temprano.

Salimos, sólo nos tardamos menos de quince minutos y llegamos a la casa de Brandon; una casa grande de color negro con marrón era su fachada tranquila pero los ruidos de la fiesta destruían su seriedad. Entramos al patio principal y ahí estaban viejos amigos y conocidos.

—Miranda, esta es la sorpresa que quería decirte ayer. Una fiesta de recuerdo —dijo Julieta.

Los invitados y yo nos emocionábamos simultáneamente. Mauricio, un chico de cabello negro y piel blanca lo hacía muy atractivo pero no comparado con el chico de mis sueños. Se acercó dándome un abrazo de emoción y gritó a Brandon, Alexa y Alan para que me saludaran.

— ¡Miranda, Miranda! Que gusto de verte —exageró Brandon, un chico de piel morena y algo alocado como yo.

—Yo igual, hace mucho tiempo que no los veía —contesté — ¿Pero dónde está el resto?

—No lo sabemos pero nos da igual —dijo Alan; un chico de piel morena, algo musculoso y unos ojos marrones claros como color miel, su apariencia física es parecido a Neymar, el jugador de futbol de origen brasileño.

Me tardé un poco saludando a todos en la fiesta pero por fin llegué a disfrutarla.

Tenía sed, fui a la cocina y me serví un vaso de agua, pero llegó Alan. La curiosidad me sorprendió otra vez, le quise preguntar a Alan para matar mi inquietud:

—Alan —le llamé la atención.

— ¿Qué? —preguntó.

— ¿Si te acuerdas de nuestro compañero de primaria, Julio?

Alan se petrificó, lo mismo que le sucedió a Julieta. Su mirada se volvió perdida, me molesté un poco y le llamé la atención.

— ¿Quién es él? ¿De qué hablas? —preguntó Alan pero como si lo olvidara.

—Aaah Julio, ¿No lo conoces? —insistía en la pregunta.

Sus expresiones me asustaban, parecía como si se volviera loco, se tocaba la cabeza como si estuviera desesperado.

—Alan, solo te hice una...

— ¡Cállate! —gritó Alan y toda la fiesta lo escuchó.

Después, Alexa entró a la cocina para supervisar lo que había sucedido. Hizo una pregunta y sólo Alan se retiró. Me quedé enredada en la confusión y Alexa me llevó al patio trasero, le hice la misma pregunta que había hecho a muchas personas y ella me respondió diferente:

—Julio... después de la graduación y antes del inicio de la secundaria (como dos días antes o algo así) se encontró su cadáver... Julio había muerto.

La introducción me petrificó pero debía saber más de la información.

—En la residencia se murmuraba su nombre completo que llegó al límite una muerte misteriosa; una bala de madera en el aire aterrizado en un cráneo humano.

— ¿Cómo?, ¿No entiendo? —pregunté.




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