La tristeza puede desatar melancolía
La rabia puede transformarse en ira
La ira conduce a perder la cordura
Y perder la cordura te lleva hacer
Cosas atroces, perturbadoras y solo
Ahí en esos escasos segundos
Puedes sentir como una inyección
De adrenalina invade cada partícula tu cuerpo
Y te sientes viva por primera vez..
-Hace 6 años atras-
Son las doce y media de la madrugada, el frio de la primavera entra por la ventana haciendo que mi piel se erize al instante, doy vueltas en la cama sin poder pegar un ojo, mi cabeza no deja de pensar, una y otra vez, las voces nunca se van, se intensifican al pasar las horas, la oscuridad me invade e intento luchar contra ella como lo he hecho desde los cuatro años de edad, me controlo y algunas lagrimas empiezan a caer, mi respiración se vuelve agitada y la luz de la luna cae por la ventana.
Salgo de la cama, mientras miles de recuerdos aparecen en mi cabeza como una pelicula, no una pelicula romantica, ni comica, ni muchos menos familiar, es una pelicula de humillaciones, mentiras y burlas, que suelen repetirse y la rabia se apodera de mi, el auto control deja mi cuerpo, mis pies tocan el piso y la frialda de este me arropa, salgo de mi habitación, bajo las escaleras, todo esta en silencio, solo la luz tenue de la lámpara de la sala me recibe, voy directo a la cocina, tomo la daga, las voces se van a terminar, me digo a mi misma dandome esperanzas, comienzo a caminar y mi cuerpo es solo adrenalina pura, paso tras paso, siento que mi corazón se va a salir de mi pecho y la emoción recorre cada centímetro de mi cuerpo y una perturbada sonrisa invade mi palido rostro, estoy parada frente a una puerta blanca del pasillo que conozco muy bien, si lo hago las voces se iran me repito, una y otra vez, abro la puerta y dos cuerpos dormidos me reciben, dos cuerpos que seran hoy solo eso, cuerpos sin alma y sin vida.
Estoy en el umbral de la habitación, mi corazón se quiere salir de mi pecho, la adrenalina y la oscuridad me arropan en una sensación sin par.
Hoy se acaba todo, digo y me apresuro a entrar a la habitacion, la daga en mi espalda me condenará, pero me liberara de una forma que no puedo explicar.
Me dirijo hacia los cuerpos, pero todo pasa muy rapido, en cuestión de segundos, unas manos me arropan por detras y me tapan la boca evitando que grite, mientras me sacan de la habitación.
¿Que mi... mierda ibas hacer Amalia?-dice Ryan horrorizado en el pasillo.
No digo nada, la adrenalina se va de mi cuerpo al igual que la oscuridad que la habita, la oscuridad que siempre quiere arroparme.
—Ryan, Ryan, yo.. lo si.. siento, no se que iba hacer. —Digo soltado la daga, estoy de rodillas, mientras las lagrimas caen por mi rostro, y el dolor en mi pecho se intensifica—Soy un monstruo Ryan, siempre lo he sido y siempre lo sere.
No eres un monstruo Amalia—mis lagrimas y los sollozos de Ryan es todo lo que se escucha en el pasillo. —Sus brazos me envuelven y mi respiración comienza a controlarse, el pecho me comienza a doler menos— mis ojos comienzan a pesar, empiezo a contar cada latido del pecho de Ryan y mis ojos comienzan a cerrarse lentamente..
La mañana siguiente, Ryan no habla del tema, el simplemente actúa como si nada hubiese pasado, como si el incidente de anoche no fuera sido ya el sexto en este mes, como si yo no fuera lo que soy.. un jodido monstruo.