Lo que contare a continuación, no es más que una sucesión de eventos desafortunados que cambiaron mi vida, vida que no denominaría buena, pero lo suficiente como para saber que no era tan mala después de estos eventos.
Todo empezó una tarde de diciembre, era yo una pequeña, eran solo los 7 años que llevaba mirando este mundo, que para mí se resumía en mi pequeña casa en San Diego-California , mis cabellos rojizos dejándose acariciar por la briza pasajera al seno de un atardecer, mis pequeñas y blancas manos como la nieve, tocando y rosando cada pétalo sedoso de cada flor del jardín de mi hogar, mis ojos marrones, tan puros e inocentes observando a detalle cada vena de los pétalos, fue allí mi primera vez en darme cuenta de lo pequeño y hermoso que puede llegar a ser algo en este mundo. Mis estrellas, mis únicas personas preferidas en el mundo eran, a lo que en la mente de un niño a esa edad puede entrar, mis padres, mi madre y mi padre, ella una ama de casa entregada a su familia al igual que mi padre solo que él se dedicaba a la leña, me encantaba verlos salir juntos al balcón y ver como mi padre, con sus grandes brazos, los posaba alrededor de mi madre, acercándola a él y darle tanto amor, como jamás he visto a nadie, la manera en como el apreciaba cada descuido de mi madre, solo para admirar sus rojos cabellos y sus azules ojos, como los del lago que quedaba a solo unos minutos de casa, así de azules, así de profundos tantos secretos que ocultaban cada peca de su rostro. Mi padre en cambio, era de postura fuerte, sus manos, eran mucho más grandes que las mías, lo descubría cada vez que lo veía al otro lado de la ventana y posaba mi mano y el la suya, su barba era espesa y suave, como la espuma que produce un rio al caer, sus ojos marrones, como los míos, eran todo lo que necesitaba ver para calmarme de esas veces que la desesperación se ocupaba de mí.
Mi vida, parecía buena, ¿no es así?, Pero, esa tarde, los colores naranjas del cielo, cayeron bajo la tierra, justo a 10,175Km de mi casa, en las noticias, de emergencia resaltan el gran incendio en San Diego, la noticia alarmo a cada vecino, ya que, aunque no fuese tan cerca, era seguro que, por las dificultades al intentar apagar el incendio, este acabaría con gran parte de a la ciudad de San Diego “Incendio de San Diego” así lo denominaron, así fue como quedo marcado, pues arrasaría con todos nosotros.
Mi madre, sufrió un ataque de pánico y nervios, mi padre, sin pensarlo dos veces, corrió a su habitación, busco una maleta, empaco todo lo que pudo de ropa, de alimentos y material para primeros auxilios, me quede abajo en la sala con mi madre, viendo las noticias, la decisión de irnos de la ciudad se revelo cuando en el noticiero la periodista dio una referencia del estado, era el presidente el cual nos recomendaba salir de la ciudad todos lo que pudiéramos, fuerzas especiales contra incendios nos vendrían a ayudar, ellos sacarían personas de aquí y las trasladaría a Sacramento una ciudad cerca de San Diego, nos alojaría en un refugio hasta resolver los daños de nuestro estado, ni mi madre ni mi padre quisieron quedarse en casa a esperar las fuerzas especiales, así que, antes de subirnos en el carro para partir a la carretera principal, y escapar de la furia del fuego. Mi madre y yo subimos a mi habitación a buscar más cosas para estar preparados e irnos, mi padre estaba metiendo las maletas con todo listo en el carro, cuando mi madre y yo