No te conozco de nada...pero mis manos se retuercen con el recuerdo de una piel cálida y sudada.
Mis oídos persisten en mantener un susurro creciente que envía descargas a lo largo de mi espalda.
No te conozco de nada y ya mi olfato no quiere nada más, a nadie más...
Y es así....casi inconsciente, como de solo verte, escucharte y olerte, que mi cuerpo cobra vida y se transforma en una fuente de fluidos bochornosos que me dejan en evidencia desmedida ante alguien que solo se que no conozco de nada.