XI: La diferencia de escala.

               Tras mi paseo, estuve haciendo tareas, pero mi curiosidad invadió mi ser, así que estuve buscando información sobre vampiros en el navegador. Por mucho que mi padre haya explicado sobre las cinco escalas de vampiros, no me sentí satisfecha con esa información tan corta que podría omitir otros detalles, por ejemplo: ¿por qué los vampiros podían reproducirse?, ¿cómo sabes cuando un Ancestro te quiere convertir en vampiro?... En fin, muchas preguntas en la cabeza.

Adelanté toda mi tarea y miré el cuadro de tigre, un tigre precioso de mirada amable. Leí un poco la información sobre vampiros, casi todo decía lo mismo: la diferencia de escalas y esas cosas. Aunque sí hubo una respuesta con respecto a mi segunda pregunta, fue muy corta y poco satisfactoria: Los Ancestros pueden transformar a un humano en vampiro por medio del intercambio de sangre. ¿Intercambio de sangre?, ¿exactamente a qué se refiere?

Después de meditar por un momento, al mirar al techo, me di cuenta de algo: no le he ofrecido mi sangre a Frederick. Me siento una descuidada por no hacerlo. Es cierto que los vampiros suelen decir cuándo y cómo beberán, sin embargo, hay excepciones, hay muchos que le gustan que su esclavo venga hacia ellos y ofrezcan su sangre.

Me levanté con intenciones de ofrecer mi sangre, mañana sería domingo, podré descansar. Casi salgo descalza de mi habitación, pero busqué mis pantuflas de pingüino y salí de la alcoba. Caminé un poco distraída, pero por suerte, cuando llegué al despacho de Frederick, no me crucé con Lysander.

Toqué la puerta tres veces seguidas.

―Puedes pasar ―. Escuché.

Abrí la puerta con vacilación, y como pensé, me encontré a Frederick con un encimoso Charles que no paraba de olisquear sus zapatos.

―Oh, señorita Baetana, ¿necesita algo?

―Solo vengo a ofrecer mi sangre ―dije sin más.

Frederick alzó las cejas.

―¿Ofrecerme tu sangre?

―Sí, ¿no es el momento indicado?

―No es nada de eso, es solo que me sorprendiste ―admitió. Posó una mano en su barbilla y dijo―: Bien, aceptaré el ofrecimiento.

Frederick se me acercó sin parecer tener otras intensiones y preguntó:

―¿Qué lugar quieres que muerda?, por lo menos el que te parezca menos doloroso.

―¿La muñeca estaría bien? ―inquirí mostrando mi muñeca.

Él reprimió una risa por mi gesto nervioso.

―Si tú lo dices.

Mi muñeca está llena de cicatrices por todas las mordidas que he recibido allí, cuando él la miró y la sostuvo con sus frías manos, frunció el ceño.

―¿Y esto? Las cicatrices de mordidas parece que fueron muy graves en su momento ―habló con un tono de voz neutro.

―Lo fueron, pero eso ya no importa.

Me miró y luego suspiró. Acercó mi muñeca a su boca, por un momento pensé que me mostraría la verdadera longitud de sus colmillos, pero eso no importó, ya que perforó la piel de mi muñeca; arde como una quemadura, duele más que el piquete de una abeja. Intento no hacer ningún gesto de dolor, pero es casi imposible de reprimir, a pesar de que Frederick no es brusco, su mordida es letal sin necesidad de hacer mucha presión con sus colmillos.

Dejó de beber de mi muñeca, a pesar de que el dolor sigue ahí, él no tardó mucho como me lo imaginaba. Pero luego hizo algo que me dejó con la boca abierta: después de limpiar sus labios manchados de mi sangre, mordió su propia muñeca y dejó caer un par de gotas en mi herida; sonó como cuando una gota fría se estrella contra algo caliente.

«¿Qué está haciendo?, ¿acaso es intercambio de sangre?» pensé entrando en pánico, forcejeé un poco para que me soltara.

―Cálmate ―dijo con un tono suave―. Solo estoy curando la herida. ―Sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió la sangre de mi brazo, mayor fue mi sorpresa cuando no hallé herida alguna en él―. ¿Ves?

―¿Cómo hiciste eso?

―Mi sangre es curativa.

―Pero técnicamente la sangre que bebes forma parte de tu cuerpo.

―Mi cuerpo libera una toxina que le da propiedades curativas a la sangre que forma parte de mí, por algo los vampiros nos regeneramos rápido, aunque la de un Ancestro es más efectiva para curar otros seres vivos, como Charles ―. El poni estornudó cuando fue señalado.

―Es que, me asusté ya que leí que un Ancestro transforma a un humano en vampiro por intercambio de sangre, o algo así.

Frederick empezó a carcajear, pude ver el verdadero tamaño de sus colmillos, son más largos que de los Puros.

―El intercambio de sangre es un ritual anticuado y arcaico. Consiste en que el vampiro tiene que beber la sangre de un humano y el humano beber la sangre del Ancestro, aunque el primer paso es innecesario.

―Entonces un humano se convierte en vampiro si bebe tu sangre ―señalé.

Él asintió con una sonrisa.

―Pero no es lo mismo cuando me sacas sangre con una jeringa y esperas diez segundos para beberla. Se tiene que beber directamente de mi cuerpo, a los diez segundos de que la sangre abandone mi cuerpo, la célula encargada para la conversión muere.

―Ahhh. Hablas como todo un científico.

Me parece un dato muy interesante.

―Gracias, siempre me ha gustado la investigación, tuve amigos científicos en mi época; bueno, antes de que supieran que soy vampiro, pero esa es otra historia.

―¿Han convertido niños humanos en vampiros?

―Eso es imposible.

―¿Por qué? ―, parece que hoy ando curiosa.

―Un niño humano tiene defensas bajas, si bebe sangre de un Ancestro, puede morir, por eso es recomendable transformar a un humano a partir de sus diecisiete años, sus defensas son mejores, aunque sigue habiendo riesgos ―informó.

Toda esa información me parece hipnótica. Él palmeó mi cabeza como solía hacerlo mi papá, eso me dio una gran nostalgia alojar mi pecho. Es cierto que me prohíben contactarme mucho con él cuando soy un cebo, pero tengo ganas de hablar con él a pesar de que la conversación se torne incómoda.