- Loco, estoy loco- y comenzó a caminar rumbo al aula
"- ¡Ja! ¡A que no me alcanzas, tonto!"
Una voz juguetona y burlona, un ser bailando entre los copos de nieve y el suelo blanco, vestido de negro y plateado, con una brillante cabellera rojiza, sacudida por la brisa, y su risa sacudiendo el ambiente.
Parpadeó, y el mundo nevado desapareció, como si "nunca" hubiera estado.
--¡Oye, idiota! --esta voz no era divertida ni cálida, era fría y detestable, reconocible incluso entre miles--. ¡Ten cuidado con lo que haces, tonto! ¿Estás bien, Beca?
Scott sacudió su cabeza sobresaltado, la ensoñación terminó de dispersarse, al igual que la imagen frente a sus ojos. Tylson se encontraba arrodillado en el piso, junto a Rebeca, rodeados de infinita cantidad de apuntes.
No había llegado al aula, y ya podía contar con sus dos manos cada metida de pata de este día.
Sin pensarlo, se inclinó, y rápidamente empezó a recoger las hojas, mientras ella repetía que no hacía falta, que ella podía sola. El desagradable de Tylson, si bien estaba casi en el suelo, no hacía más que maldecir y maldecir, sin aportar ni un poco de ayuda.
--¡Ya deja de molestar! --empujó a Scott por el hombro, haciendo que cayera sentado en el suelo, más siguió recoginedo las hojas--. ¡Tu sola existencia mandaste todo nuestro trabajo al suelo!
Scott lo miró de reojo, con ese par de ojos azules, causándole un escalofrío horrible a Tylon, congelándolo momentáneamente, aún con su brazo extendido.
Junto los apuntes que quedaban en el suelo, sacudió la tierra de estos y se los entregó a Rebeca con suavidad, mientras se levantaba.
--Perdón por chocarte, Rebeca --le dijo Scott, ayudándola a que se pusiera de pie--. Estaba distraído ¿Te lastimé?
Ella sonrió amablemente, mientras negaba con la cabeza. Tylson se levantó enfurruñado del suelo, mirando a Scott como si quisiese clavarle dagas en cada rincón de su rostro.
--Chocaste mi codo, solo se fueron las hojas al suelo, no yo --explicó--. Está bien ¡De igual manera soy muy patosa!
--¡Pero...!
Rebeca sonrió aún más grande en dirección al amargado Tylson, que se sonrojó hasta las orejas.
--¡Vamos, Tylson! ¡Llegaremos tarde a clase! --Rebeca tironeó del brazo de este, el cual la miraba entre confundido y atontado, asintió y se dejó llevar por la chica--. ¡Nos vemos en el aula, Scott! ¡No te distraigas otra vez!
Ya con Scott lejos de su vista, Tylson dejó su malhumor a un lado.
Scott negó con la cabeza, una vez que quería arreglar su metida de pata y le ponían a este ser humano en su camino.
Por suerte, no llegó tarde, y por fin pudo sentarse en su lugar tranquilamente, sin romper ni romperse nada.