Despertar del Destino

Capítulo 1

Victoria - Al este de Vintown, Libben

La noche era fresca, ya el cielo se hallaba muy estrellado. Victoria estaba cansada de galopar sobre Canela, su hermoso caballo sureño. Se detuvo al divisar un pueblo en la lejanía.

Desmontó junto a un río que atravesaba el bosque, y delicadamente acarició la cara de su preciosa compañía. Aprovechó para estirar las piernas, sintiendo bajo sus pies el húmedo pasto hundirse por su peso.

Decidió acercarse a la orilla a beber agua, resguardada por la inmensa arboleda. Se sentía inquieta, aunque sabía que nadie la seguía. Esta era la cuarta noche desde que montó precipitadamente para huir del castillo de Tham.

— Tú también has de estar cansado — habló al animal mientras lo guiaba hacia la ribera, — ya vamos a encontrar un lugar más cómodo y seguro donde descansar — el caballo relinchó como si la entendiera.

Ella tomó de su bota la daga que siempre llevaba consigo, recuerdo de su familia; estaba bellamente labrada y en la empuñadura portaba un rubí, el cual parecía brillar más intensamente esta noche. Nunca había tenido que usarla, pero llevándola se sentía protegida.

— ¿Estás listo para seguir? — Preguntó volviéndose hacia su compañero, mientras volvía a guardar el afilado instrumento, y el potro movió la cabeza como si asintiera.

Victoria volvió a montar y continuó su camino hacia el poblado que había visto.

Al llegar, se sintió temerosa de entrar y pasó por las afueras, pensando que todavía no era seguro presentarse en público. Observó bastante movimiento en el lugar, parecía un pueblo animado, incluso se oía música.

Sus pensamientos regresaron una vez más hacia lo sucedido, sin poder evitarlo. Este año tuvo que participar de la temporada social en Tham, la capital del Reino, aunque no lo deseaba. Su padre la había enviado allí con la intención de que contrajera matrimonio, ya que quería hallarle un sitio en alguna corte real.

En la penúltima noche de la temporada, ya estaba algo cansada y se retiró a su recámara antes del brindis, sin saber que, en ese momento, el castillo sería atacado.

Había despertado oyendo los gritos de pánico y corridas de los cortesanos. Alarmada, se levantó rápidamente y por instinto, comenzó a meter sus pertenencias en un bolso de manera desesperada.

Se puso desprolijamente un vestido y un abrigo con capucha y se asomó hacia el corredor. Un joven sirviente que la vio salir, la urgió a escapar explicándole que la gran mayoría de los huéspedes habían sido envenenados, la guio por la puerta de servicio donde su caballo ya ensillado la esperaba. La acompañó a la salida norte y le dijo que cabalgara sin detenerse, y eso había hecho hasta ahora.

Ya no sabía a dónde ir; deseaba volver a casa, pero temía por su padre.

Bordeó el pueblo hasta regresar nuevamente al río, y andando por la ribera, llegó a un puente de madera, que cruzó sin pensar demasiado.

Luego de unos minutos, al frente distinguió el brillo de una hoguera, dudaba en acercarse o no, pero necesitaba descansar y también comer. Ella nunca antes tuvo que pasar por una situación así. Aunque se había detenido algunas veces para dormitar un poco en el bosque, realmente se sentía muy cansada.

Lina - Al sur de Vintown, Libben

Ya entrada la noche, Lina se encontraba preparando la cena tardíamente, luego de un día arduo. Minutos antes, el Espíritu de los Bosques, le había informado que una joven a caballo se acercaba desde el norte, así que decidió poner algo más al estofado y se sentó fuera de su carromato a esperar, mientras los alimentos se cocían en el fogón.

Era una noche hermosa, poblada de estrellas. El aire frío tocaba su rostro con sutileza, moviendo de a ratos su blanca cabellera. Acarició su trenza entre sus manos y sin saber por qué, vino a ella el recuerdo del día más importante de su vida. Un septenio atrás, cuando tomó posesión del cargo de guardiana del portal de Ghina. En ese momento, a sus veintiocho años, por causa del poderoso ritual realizado, su cabello se volvería blanco como símbolo de su entrega a aquella tarea, en la cual quedaría también atada al damoni Sathor, su esposo a partir de entonces.

Salió de su ensoñación al divisar en la lejanía, a la orilla del río Myr, la silueta de una mujer de amplio vestido, a caballo. Se acercó rápidamente a la olla para comprobar la cocción y volvió a su asiento hasta que la visitante llegara a su lado.

— Buenas noches — saludó la desconocida. Llevaba una capa con capucha, que ocultaba sus facciones, pero era la voz de una joven.

— Buenas noches — respondió Lina observándola con intriga. — ¿Qué te trae por este lugar tan alejado?

— Me acerqué porque vi el fuego — dijo con timidez. — La verdad es que he cabalgado cuatro días y estoy muy cansada, pensaba que podría pasar la noche aquí.

— ¿Por qué no te sientas? — dijo la bruja amablemente. — Acabo de hacer la cena, si deseas puedes comer conmigo.

La muchacha se sentó descubriéndose la cabeza. Era muy bella, de cabellos como el cobre pulido y un rostro agraciado. Había algo mágico en su aspecto que no podía definir, su mirada ambarina era esquiva y temerosa, Lina intuyó que se ocultaba.

— Me gustaría, gracias — asintió la joven. — La verdad es que estoy hambrienta.




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